El Ficab adapta su formato para acercarse a diferentes públicos
Ha repartido el programa en cuatro secciones que distribuirá entre el San Telmo de Donostia y los centros culturales irundarras Amaia y CBA
El cine arqueológico regresa del 14 al 21 de este mes con más días de proyecciones
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
Quince años cumple el Ficab, esa pieza única, exclusiva, que para encontrar con qué compararse debe necesariamente mirar hacia Europa. Cierto que no es una propuesta cultural masiva, pero también lo es que a fuerza de insistir, de mejorar cada año, de aprovechar sus virtudes y de ir limando las asperezas, el cine arqueológico ha ido ganando su público fiel en la ciudad. Y en esta edición decimoquinta, pretende dar nuevos pasos importantes en esa dirección.
El Amaia continua siendo el espacio de referencia y la Sección Oficial, la que allí se proyectará las tardes-noche de entre semana, la que a priori reúne las cintas más interesantes. También su auditorio acogerá una de las relevantes novedades de la edición presente, una sección que bajo la denominación de Hezkuntza Saila, va a reunir los documentales con contenido más didáctico para crear en el programa del Ficab un hueco pensado y orientado para los alumnos de los centros de enseñanza irundarras, pero no sólo para ellos, pues este apartado, como todo en el Ficab, es abierto y gratuito.
Otra gran novedad es la llegada del festival al CBA. «Es más que oportuno», valoraba la delegada de Cultura, Juncal Eizaguirre. «Como decimos desde su inauguración, este espacio nace con vocación de convertirse en referente cultural». Su participación en el Ficab quiere ser sinérgica. Acogerá la sección más ligera del festival, la que tiene, en palabras de la directora del Ficab y del Museo Oiasso, Mertxe Urteaga, los documentales que «que priman la forma sin cargar demasiado en el contenido», los más «dinámicos». Por otra parte, le aportará al certamen una sede de absoluta centralidad, acercando aún más las películas al público.
La colaboración con San Telmo, que acogerá los cinco primeros documentales que se podrán ver este año, sirve para no ceder en la incursión en San Sebastián que en 2013 inició el Ficab. En aquella ocasión, el museo donostiarra proyectó las películas premiadas en ediciones precendentes. El año pasado, con una propuesta de cine arqueológico submarino, el festival mantuvo su presencia en la capital a través del Aquarium. Regresar a San Telmo para mantenerse en el empeño de abrirse al público guipuzcoano es tan importante que poco importa si cabe denominarlo o no 'novedad'.
Cuatro secciones, un festival
El planteamiento expuesto ha llevado a los responsables del Ficab a distribuir el programa en cuatro secciones, pero se trata en realidad de una cuestión de forma más que de fondo. Tanto al Premio del Público como al Gran Premio, que otorga el jurado oficial del certamen, optarán todas las obras proyectadas al margen de la sección en la que se hayan podido ver.
Lo que permite la distribución en secciones es concretar los contenidos pensando en sus posibles espectadores potenciales y adaptar los horarios siguiendo la misma premisa. Pero la esencia del Ficab se mantiene estable: usar el lenguaje audiovisual para dar a conocer «la arqueología, la historia y el patrimonio», decía Eizaguirre. Susana Soto, directora de San Telmo Museoa, iba casi más allá, porque consideraba que permite «no sólo ver el patrimonio, sino, de forma lúdica, dar a conocer el trabajo de investigación, documentación, restauración, etcétera, de todos los equipos profesionales que están detrás de una pieza que vemos en un museo». Las capacidades del género documental para expresar todo eso son muy potentes y los recursos para trabajar en esa clave, cada vez más accesibles. 83 documentales han llamado a la puerta del Ficab este año porque querían ser proyectados en Irun. Cifra récord que supera en una veintena la máxima hasta ahora, alcanzada el pasado año.
Con tanto material entre el que seleccionar, el trabajo es más difícil pero más agradecido. Qué lejos queda ahora aquella primera edición con cinco documentales y tres películas de ficción. Llega este Ficab'15 con 26 proyecciones, más de 1.000 minutos, de cine arqueológico documental. «Y después de quince años, aún sigue habiendo cosas que no había habido antes», anunciaba Mertxe Urteaga. «Por primera vez, exhibiremos un documental coreano. Por primera vez también, tendremos un documental con la narración árabe». E igualmente por primera vez, el Ficab arropa la presentación de un libro. Puede sonar raro, pero está más que justificado, pues se trata de una vuelta de tuerca al concepto del cine arqueológico, casi de un juego de palabras, porque el volumen trata el cine en la prehistoria. Es un trabajo del experto francés Marc Azéma sobre las investigaciones que apuntan que el diseño de las pinturas rupestres podría responder a que se produjera un efecto de movimiento gracias juegos de luces sobre las mismas.
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