El frontón Uranzu por fin cierra ciclo
El Gobierno municipal ha adjudicado la obra de rehabilitación que comenzará en cuestión de semanas y dejará un equipamiento renovado para finales de 2018
Últimos días para ver el frontón Uranzu con el destartalado aspecto que ha lucido estas últimas décadas. Últimos días para hacer esas fotos que se guardan en la carpeta 'Irun ayer' del ordenador. Últimos días, incluso, para acercarse y recordar anécdotas in situ. La de Juantxo Villarreal dando un paso desde el banquillo a la cancha para atrapar a un contrario y evitar que su Bidasoa encajara un gol del Teka a la contra. La de Julián Retegui secando el suelo con serrín en aquel campeonato del Kurpil en el que jugaba su hijo y los canalones desbordaron, a lo bestia, por la lluvia. Las mil y una historias de aquellos partidos nocturnos del Santo Tomás.
En unas pocas semanas empezará una obra de reforma de la instalación que dejará poco más que el frontis. No es mucho, pero es lo más importante. Muchos profesionales de la pelota han alabado esa pared frontal del Uranzu, al tiempo que lamentaban, eso sí, el frío que hacía en la cancha irundarra. La cantera del Bidasoa tiene bien aprendida esa lección: en según qué días de invierno, hace, literalmente, más frío dentro que fuera. «Anda que no les habré escuchado a Tolosa y Euzkitze quejarse del frío, pero como si fuera éste el único frontón sin calefacción. A Tolosa se le ve en la tele con bufanda un montón de veces», apunta Juanjo Aldako, presidente de Kurpil Kirolak. Ésa es la sociedad irundarra que organiza en el Uranzu los partidos profesionales y la escuela de pelota, entre otras actividades pelotazales.
En cuestión de semanas «nos vamos al paro para un año y pico», dice Aldako. El Gobierno municipal ha adjudicado la ejecución del proyecto de rehabilitación integral del frontón a Obeguisa por un montante de 4,25 millones de euros y con un plazo de ejecución de 13 meses a contar desde el comienzo de las obras. Si todo va como debe, las puertas del frontón se volverán a abrir a finales del año que viene.
Un Uranzu muy diferente
Será el mismo frontón, pero será muy distinto. Estará donde siempre, pero se accederá desde la Sargía, de manera que el parque que hoy es su oscura trasera, mañana será su arbolada antesala. Lo utilizarán los mismos deportistas: los pelotaris del Kurpil, los equipos de balonmano de base, los halteras y los ciclistas que realizan allí trabajo físico, los muchos mayores del grupo de gimnasia. Pero en el remozado Uranzu habrá nuevas oportunidades, espacios más modernos y mejor pensados. Alguno de ellos, completamente nuevo, como el que surgirá en una entreplanta sobre el 'frontón-txiki'.
Se acabarán las tardes frías, los vestuarios diminutos y los incumplimientos de normativas de accesibilidad. Gradas retráctiles lo dotarán de un aforo de 727 espectadores para la pelota y, al mismo tiempo, de la posibilidad de aprovechar al máximo la anchura para la práctica del balonmano, aun a costa de sacrificar asientos.
Será el Uranzu, pero será distinto. Se notará también por fuera, con una nueva piel que se promete innovadora y que envolverá frontón y frontón-txiki para presentarlos con el aspecto de ser uno solo. Así que adiós a la curvada fachada de ladrillo, a la heladora chapa del 'cierre' lateral, a la cubierta por la que pelearon juntos Kurpil y Bidasoa cuando este club alcanzó la élite del balonmano jugando, hasta entonces, a la intemperie. Llegarán nuevos materiales, mejores, más modernos; seguro que más bonitos. Menos épica y algunos dirán que menos sabor, pero qué ansiada dosis de comodidad.
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