domingo, 26 de febrero de 2012

La ruta de los alimentos perdidos-El banco atendió en 2011 a 16.000 personas al mes

Noticias publicadas en Diario Vasco sección Gipuzkoa , el domingo día 26 de Febrero de 2012.


AYUDA SOCIAL. BANCO DE ALIMENTOS

La ruta de los alimentos perdidos

El Banco de Alimentos de Gipuzkoa presta ayuda a 168 entidades benéficas de cuarenta municipios. Cada año se desechan en nuestro territorio 179 kilos de comida por persona 

26.02.12 - 04:28 - 





José Ignacio Sánchez tiene la certeza de que si todas las empresas del ramo de la alimentación donaran sus productos sobrantes antes de arrojarlos a un vertedero, la cantidad de comida que se podría distribuir en Gipuzkoa entre las personas más necesitadas se calcularía en millones de kilos. Es una certeza que no está nada lejos de la realidad. Según un reciente estudio, cada año se desechan en nuestro territorio 179 kilos de alimentos por persona, lo que supone que 35,8 millones van directamente a la basura.
José Ignacio ejerce como portavoz del Banco de Alimentos de Gipuzkoa y no acaba de comprender por qué hay empresas que no reparten sus excedentes aunque solo sea para aprovechar las ventajas económicas que supone hacerlo. «Tienen que pagar por cada kilo que tiran al vertedero y si encima nos lo donan pueden desgravar por ello, pero no lo terminan de ver. Es increíble».
Por fortuna hay empresas que sí lo ven y el fruto de sus donaciones se apila en los dos almacenes del banco de alimentos en el polígono Lanbarren de Oiartzun. Mientras José Ignacio habla, a su alrededor nueve voluntarios distribuyen en cajas los productos que entregan cada día a alguna de las entidades que acuden periódicamente al banco para recoger comida.
Hablar de entidades es referirse a una persona que carga en una furgoneta lo que los responsables del banco hayan dispuesto para ella. Como hace Juantxo todos los jueves en el vehículo que ha conducido desde la donostiarra Loiola Etxea, centro de la Compañía de Jesús en el que personas que acaban de salir de la cárcel dan sus primeros pasos para reintegrarse en la sociedad. Por el contenido de la remesa, los ocho residentes del centro y las personas que los atienden van a disfrutar durante los próximos días de una sana dieta de ensaladas.
Dos furgonetas
Las lechugas destinadas a Loiola Etxea proceden de alguna de las empresas que las dos furgonetas del banco de alimentos visitan cada día a primeras horas de la mañana. A las 8.15 horas y de lunes a viernes, uno de estos vehículos parte hacia la Sociedad Distribuidora Alimentaria para recoger productos lácteos con fecha de caducidad inmediata. Tras dejarlos en Oiartzun, hace la ruta de Urbil, Arcco, Garbera, Eroski, Alcampo y Carrefour para regresar al mediodía cargado de alimentos. Los productos perecederos o a punto de caducar se reparten en el día, mientras que el resto se almacenan para ser distribuidos poco a poco.
Una segunda furgoneta emprende rumbo hacia los proveedores de cercanías y empresas o comercios que llaman cuando tienen algo que ofrecer. «Hoy en Coviran tienen algo», anuncia José Ignacio. Más tarde, el vehículo recogerá entre 700 y mil kilos que Uvesco entrega todos los días. Y así, viaje tras viaje y jornada tras jornada, el banco de alimentos recibió el pasado año 1.715.801 kilos de comida.
Toneladas aparte, Iñaki Larrea, párroco de Artia y Behobia, en Irun, se conforma con los 260 kilos que carga en su coche. «Con esto hay para doce familias», dice. El sacerdote levanta las cajas que los voluntarios depositan a sus pies y las coloca con precisión de rompecabezas en el interior del vehículo sin mirar apenas su contenido. No hay pedidos a la carta. El tipo de alimentos depende de las donaciones que se reciban y de la fecha de caducidad. «Hoy estamos dando yogures a punta pala», explica José Ignacio.
«Nos dan lo que ellos quieren, nosotros no exigimos nada», afirma el párroco, que esta vez va bien provisto de productos lácteos y costillas congeladas donadas por Cárnicas San Marcial. Cuando llegue a Irun, Iñaki Larrea repartirá su colecta «entre familias que andan mal, muchas de ellas inmigrantes y que viven en chabolas o caravanas».
Sor Imelda está cargando en su furgoneta cajas con alimentos para dar de comer en la escuela infantil Niño Jesús de Ategorrieta a 96 niños y a sus familias. «Con la crisis cada vez hay más necesitados. El otro día nos vino una mujer llena de vergüenza por tener que pedir comida. Yo le dije que de vergüenza nada, que si hay dos pares de galletas se le dan. No se puede dejar a nadie sin comer».
Aunque no da muestras de necesitarla, con la ayuda de un voluntario Sor Imelda va llenando su furgoneta. Transportará a la guardería arroz, fideos, sopas, leche y alubias para los niños. Y mucho más si pudiera porque no son tiempos de desperdiciar comida, como bien sabe ella, que acepta llevar a sus hermanas de congregación algunas cajas de leche que acaba de caducar antes de que el banco de alimentos las tire a la basura. «Ya nos la tomaremos nosotras», zanja.
Ocho días
Los inquilinos de Loiola Etxea preparan el almuerzo mientras aguardan la llegada de la furgoneta. Distribuyen sobre la mesa café, leche y bollos que el día anterior le sobró a una conocida pastelería donostiarra, así como mortadela y una pizza procedentes del banco de alimentos. Txoni, su cocinera, tiene previsto preparar paella para comer y aún no ha pensado el segundo plato. De postre hará natillas. Casi toda la comida proviene de donaciones.
«Los alimentos que recibimos los repartimos entre esta casa y dos pisos de transición que tenemos en Altza. Lo que llega nos suele dar para ocho días y eso sirve para reducir muchísimo nuestro presupuesto alimentario. Es una gran ayuda», afirma Manu Arrue, director de Loiola Etxea.
En el caso del Banco de Alimentos de Gipuzkoa, esta ayuda se dirige a 168 entidades benéficas entre las que figuran parroquias, colegios, residencias, ONGs, hogares de acogida y ayuntamientos. En uno de los almacenes de Oiartzun ya se han preparado entregas procedentes de la UE que se destinarán a los servicios sociales de algunos municipios. Son 11.997 kilos para 150 familias de una localidad y 41.031 para las de otra.
En otros estantes aguardan su momento paquetes de arroz y legumbres, latas de conserva, embutidos, galletas, papel higiénico, macarrones, sopas, leche, yogures, botellas de refrescos, aceite y alguna que otra sorpresa como tartas de Eceiza, latas de pastel de merluza con gambas y varios jamones ibéricos. Parece mucho pero no es demasiado. Los responsables del banco calculan que cada familia necesita tres kilos de productos para ir tirando unos días. Y cada vez hay más gente que los necesita.
Saben también que el trabajo que realizan no va a arreglar el mundo, que su labor diaria se reduce a colocar parches sobre parches. Pero es posible que alguien tenga que hacerlo para dar sentido a la palabra humanidad. «Nosotros no podemos cubrir la necesidad de comida -señala José Ignacio-. No solucionamos ningún problema, solo los aliviamos».
Por fin llega Juantxo a Loiola Etxea. Los inquilinos del centro descargan de la furgoneta yogures, mortadela, leche, bolsas de patatas fritas y 16 cajas repletas de plátanos en edad madura y verduras. Las hojas de las lechugas asoman por el borde de las cajas. Son una ínfima muestra de los miles de kilos que reparte el Banco de Alimentos de Gipuzkoa. Es una prueba de que también la generosidad llega a su destino.

AL DÍA LOCAL

El banco atendió en 2011 a 16.000 personas al mes

El incremento de las donaciones y de los voluntarios palía los efectos de la crisis económica 

26.02.12 - 04:23 - 
Los estatutos del Banco de Alimentos de Gipuzkoa le impiden repartir comida a particulares y comprar alimentos. Cuando alguna entidad les ofrece dinero para adquirir productos, ellos siempre se niegan y reclaman ayuda en especie. Es una manera de proteger sus principios. «Estamos contra el despilfarro de alimentos, no podemos comprar porque nuestra misión es aprovechar lo que sobra», dice José Ignacio Sánchez.
La crisis económica provocó el pasado año un aumento del número de beneficiarios del banco, cuyos responsables cifran en 16.000 personas al mes en cuarenta localidades guipuzcoanas, frente a las 15.000 del ejercicio anterior. Por suerte, este crecimiento ha venido acompañado por un incremento en las cantidades de alimentos recibidas, un 33,55% más, y por la incorporación de un número considerable de voluntarios en la sede del banco en Oiartzun y en la delegación que abrió en Bergara en 2011.
Los productos que recibe el banco de alimentos provienen de empresas, campañas de recogida en superficies comerciales dirigidas a particulares, otros bancos y el programa 'Último Minuto', con el que se recogen en supermercados y grandes superficies alimentos que están a punto de caducar. Un quinto origen, y el más importante cuantitativamente, es la Unión Europea. Del resto de Europa llegaron el año pasado a Gipuzkoa 934.501 kilos de alimentos, cantidad que superó con creces a las 598 toneladas de excedentes alimentarios que se recibieron en 2010. Toda esta comida se repartió en 2011 a un total de 122 entidades que la distribuyeron a su vez entre 15.125 adultos y 734 niños.
Y puestos a destacar, sobresale la aportación de los particulares. En las campañas de recogida de alimentos que el pasado año se llevaron a cabo en hipermercados de Alcampo, Carrefour y Eroski se recolectaron 42.214 kilos, un 25% más que en 2010.
El banco de alimentos cuenta en la actualidad con 35 voluntarios que se turnan para recoger, seleccionar y almacenar los productos que reciben. El hecho de que nunca digan no a lo que se les ofrece no significa que ellos hagan lo mismo con lo que reparten. Todos los alimentos que pasan por sus manos son repasados con minuciosidad y se desechan los que tienen la fecha caducada y los productos frescos que no presentan buenas condiciones para su consumo.

No hay comentarios: