martes, 12 de agosto de 2014

MARIANO, EL IRUNÉS

Noticia publicada en Txingudisportfmtv.com, el martes día 12 de Agosto de 2014

MARIANO, EL IRUNÉS

Mariano 2
“Yo he nacido en un país maravilloso que se llama el País Vasco. Dicen que nací allí por azar… y es casi cierto. Mi madre quiso en el último momento que su hijo naciera en Irun, en la misma casa donde ella vio la luz. Tuvo el tiempo justo en llegar».(LUIS MARIANO)

Hoy 13 de Agosto hace cien años que nació en el número tres de la Calle Aduana de Irun, Luis Mariano. Su madre, Gregoria, mujer supersticiosa, cambió la fecha de inscripción del retoño por el día 12, ya que el 13 le pareció un número con malos augurios.
Las conmemoraciones sobre personas se centran por lo general en lo que son los aspectos más conocidos o espectaculares que les son afines. La universalidad de la fama de nuestro paisano es tal que, muchas veces, rasgos suyos que han podido tener una influencia decisiva en lo que ha sido su carrera permanecen totalmente incógnitos o son apenas apenas conocidos. Ocurre que esos rasgos, esos “tics” íntimamente ligados a su personalidad comenzaron a dimanar en su niñez. De su niñez cabe retroceder para para volver a su nacimiento y tener muy en cuenta, como detalle que ha sido casi una constante en la vida de Mariano, que su nacimiento en Irun fue deliberado. No fue irunés por mimetismo, natural en mujeres que por vivir permanente en Irun tienen aqui a sus hijos. La madre de Mariano, residia en Burdeos, con su marido donde trabajaba y próximo el parto vino expresamente a Irun para que su hijo naciera aqui. Esto tiene un mérito singular. Es la demostración de amor único a un pueblo y a una tierra. Este detalle de un simbolismo, en el que la ternura no está ausente, lo tuvo muy en cuenta nuestro artista. “Vosotros sois iruneses por casualidad”, decía con un tanto de sorna a algunos de sus amigos. “Yo lo soy por deseo expreso”, remachaba con contenida emoción pensando en la afortunada
decisión de sus padres.
El nacimiento de Mariano coincidió prácticamente en el tiempo con el estallido de una de las guerras mas sangrientas, la de 1914-1918 y su niñez vivida en la frontera junto a un país en guerra transcurrió relativamente feliz. Pronto se adivinarían en él unas condiciones para el canto, o con mayor precisión histórica, para el arte que en forma gradual pero firme se irían asentando.
Uno de sus amigos de la infancia y luego el amigo de siempre, fue Shalvador Alberdi. Este nos dijo al paso de los años que la conducta como hombre de Mariano tenía una íntima conexión con actitudes suyas cuando niño o joven. “Era un chavalin y tenía un gran corazon; recuerdo que a la escuela a la que acudíamos llevaba un bocadillo preparado por su madre. En el recreo siempre lo repartía con cuatro o cinco niños. Esta delicadeza en el trato humano, este corazón generoso fue una constante suya a lo largo de toda su vida”.
Shalvador y Mariano eran inseparables y realizaron hechos que causaron admiración y asombro entre los iruneses. Uno de ellos fue deslizarse a toda velocidad en las faldas de las Peñas de Aya, cubiertas de nieve, conduciendo un artilugio con una base plana de madera sobre la que instalaron un cuadrado de hoja de lata para dar la impresión de que era un vehiculo. Hemos visto la foto, algo agrietada por el tiempo, en la que los dos amigos dan la impresión de intentar batir un récord de velocidad sobre praderas heladas y bajando cuestas empinadísimas. También causaron sensación su dotes artísticas demostradas sobre un escenario. Este era el del salón de los Buenos Amigos. Y los dos amigos, con sus respectivos quince años a cuestas, interpretaron una parodia de estudiantes tronados. La foto los expone sentados ante un escritorio con sus gorritos de marineros con cintas y su blusas de colegiales con cuello almidonado. Pasados los años y cuando Mariano se encontraba en la cúspide de su vida artística, la foto fue reproducida por Paris Match, con un comentario en el que se aludía a las dotes que ya desde jovencito demostraba el irunés.
El Irun amado por Mariano nunca fue para él motivo de contrariedad. Porque si ésta se produjo, y la produjeron un manojo de malandrines comandando por un pelafustán en una acto repugnante por su bajeza y por su cobardia, nada tenía que ver con ese Irun ni con los iruneses que tenían, tenemos como un alto honor, sin llegar a la petulancia vacua, de contar con el artista casi único en su género que ha sido Mariano, el irunés.
Martin Leturia

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