Zanpantzar elige la vía faraónica para reinar en el Carnaval irundarra
Por trigésimo segundo año consecutivo, el gigante anunciará el comienzo de las fiestas mañana, Jueves Gordo
A Zanpantzar le sienta bien la mediana edad. A sus 32 años la crisis de los cuarenta todavía le queda lejos pero, como buen treintañero, tiene ya seguridad y aplomo para hacer lo que le apetece y que le importe poco el qué dirán. Este año quería celebrar el Carnaval vestido de faraón, un disfraz «bonito y recurrido, podríamos decir que casi tradicional», explica su creador, Xabier Garate.
Y así lo ha hecho, pero eso sí, Zanpantzar tiene una personalidad muy marcada y será un faraón «un poco peculiar. Es Tutankamon, el más conocido», que murió cuando sólo tenía veinte años. Zanpantzar ha elegido ser ese «faraón niño» que, en lugar de «tanto cetro solemne» prefiere «jugar con sus juguetes». En su disfraz ha incluido, concretamente, dos: un trenecito y un juego de construcción de casas. «El juego es vital, pero en el juego hay mucha fantasía. Quizá, en algunos proyectos faraónicos haya también mucha fantasía».
Otro detalle: en lugar de dos cobras en la frente como en la máscara funeraria real de Tutankamon, Zanpantzar «lleva un simbolito que a lo mejor alguien reconoce». Con todos estos elementos, que cada cual haga su interpretación del disfraz. Como siempre, el gigante hace a través de su atuendo «algún guiño a la actualidad, a algo local», recuerda Xabier Garate.
Una vida breve pero intensa
Junto a ese carácter irreverente, su existencia efímera es otra de las características de Zan-pantzar. «Reaparece cada año, pero dura poco». Es una vida breve pero intensa, en la que le da tiempo a desfilar cuatro veces ante los irundarras: en el Jueves Gordo, como gran protagonista; el Sábado Regular y el Domingo de Carnaval, encabezando los desfiles de las comparsas; y el Martes de Carnaval, por última vez, antes de arder junto a la sardina simbolizando el final de las fiestas.
Xabier Garate explica que «cuando termina el Carnaval, ya empiezo a pensar en el Zanpan-tzar del año siguiente, aunque de forma abstracta. Cuando se va acercando el final de año, de alguna forma, es como si él tuviera voluntad y me dijera si vamos a ir por un lado u otro» respecto a su disfraz. «Me lo paso muy bien haciéndolo, pero, una vez está terminado, ya es de todos». El artesano confiesa que «procuro no ir a verlo» desfilar «aunque sé que es para que termine en la hoguera, me da nervios verlo bailar. Le dan mucha fuerza, mucha vida, y, todavía, siento impresión pensando en si se va caer». No obstante, el autor del gigante reconoce que en ocasiones se deshace de esos nervios y «voy de incógnito» a ver a Zanpantzar en acción.
Siempre desde el humor
En cualquier caso, un año más, todo esta listo para que el gigante desfile mañana por las calles de Irun. Es un personaje querido por los irundarras que ya es, además, intergeneracional: muchos de los que lo vieron en sus primeros desfiles siendo niños van ahora a verlo con sus propios hijos. «Va enlazando generaciones». Quienes promovieron su incorporación a los Carnavales de Irun «hemos ido evolucionando con él, viendo el paso de años. Y, por fortuna, nunca se ha tenido que cortar en sus críticas», valora Garate. Porque esos mensajes que lanza Zanpantzar siempre se hacen desde «el humor», lejos de las «críticas corrosivas. Tiene su chispita de acidez, su picante, pero no ha tenido que cortarse. Eso es una buena señal».
Xabier Garate animó a los irundarras «a disfrutar» estos próximos días del Carnaval: «que cada uno participe en la medida que le apetezca, pero que no falten la alegría, el humor y las ganas de pasarlo bien».
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