miércoles, 22 de abril de 2020

Al borde de la ruina

Noticia publicada en Diario Vasco,el miércoles día 22 de Abril de 2020.

Al borde de la ruina

Pedro Gabilondo
PEDRO GABILONDO
En ocho años, el Bidasoa pasó del 'troncobalomano' a ser campeón de la Champions. En la presentación de la temporada 1986-87 en un diario de Madrid un colega escribió: «Al Bidasoa se le ha acabado el 'troncobalonmano' del Uranzu, ahora que pasa a un polideportivo de verdad, Artaleku. Su portero no podrá lanzar contraataques aprovechando que el balón rebota en las paredes; sus rivales no tendrán miedo a lanzarse con el suelo de cemento, etc. El Bidasoa lo va a pasar mal».
Pues bien, el Bidasoa lo pasó tan bien que esa temporada ganó su primera liga. Se puso así un primer broche a la gran labor dirigida por Villarrreal, un entrenador que en su primer año en el club en 1975 fue confirmado en su puesto a pesar de que el equipo descendió. La directiva creyó en él y subieron a Primera. Ellos sí que fueron 'visionarios'.
De ese primer título liguero a la final de la Champions solo pasaron ocho años. La ida contra el Zagreb en Irun fue apoteósica; no cabíamos. A los periodistas nos colocaron en plena pista, en la prolongación de los banquillos. Y en las gradas hubo cerca de 3.500 personas, mil más que el aforo oficial. La gente compraba entradas y entradas aunque el Bidasoa les advertía que no iban a ver nada. Les daba lo mismo.
A los dos días, la Ertzaintza se presentó en el club con un centenar de fotos que demostraban que el público desbordaba todos los rincones. La multa fue descomunal...
Fue la primera 'ruina' de la final. La otra, una semana después en Zagreb. Y no por la lluvia de sillas desde la grada, devueltas al vuelo por los propios policías, después de un choque entre dos 'armarios', Goluza y Kisselev.
El club había previsto una prima, además de por ser campeones, por ganar en Zagreb. Al poco de iniciarse el segundo tiempo, con 17-16, todo parecía claro tras el 30-20 de Irun y Villarreal pensó en dar minutos al final a los menos habituales (Barreto, Angel Fernández, David Rodríguez) pero eso ponía en peligro el triunfo... y la prima extra por la victoria parcial. Sabía que el presidente la pagaría pese al 27-26 final en contra. Y la pagó.
Y tras el título, a echar cuentas. Prima por el partido perdido y, sobre todo, por ganar el título. La cifra era importante para cada jugador y, por si fuera poco, los representantes de las figuras (Svensson, Perunicic, Kisselev...) habían incluido en sus contratos, mucho tiempo antes, cantidades desorbitadas si ganaban la Champions, que el club firmó sin problemas porque era impensable.
Una ruina. En total, cerca de treinta millones de pesetas, según me comentaron. Pero Beñardo García y sus directivos, auténticos prestigitadores de la gestión, iniciaron la 'magia' en el vuelo de vuelta -lleno de autoridades- para reflotar la situación.
En la vida hay que escoger entre ganar dinero o gastarlo. No hay tiempo suficiente para ambas cosas (Edouard Bourdet).

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