domingo, 16 de mayo de 2021

Voces que echamos de menos

Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 16 de Mayo de 2021.

Voces que echamos de menos

Con todas las precauciones, revisando el protocolo de seguridad y hartos de cantar en solitario, los coralistas iruneses vuelven a los ensayos presenciales con ganas e ilusión

Jóvenes. La agrupación coral Iga Abesbatza, que dirige Eneko Amundarain./
Jóvenes. La agrupación coral Iga Abesbatza, que dirige Eneko Amundarain.

MARÍA JOSÉ ATIENZA

La gran mayoría no vive del coro, pero a muchos de ellos el coro les da la vida. Durante más de un año, si sumamos el confinamiento duro y la prohibición de noviembre, la pandemia paralizó los ensayos presenciales de las agrupaciones no profesionales. El fin del estado de alarma les ha devuelto la posibilidad de reunirse, bajo el estricto cumplimiento de un protocolo de seguridad. La suya sigue siendo una actividad de riesgo, pero puede decirse que han recibido cantando el regreso a los locales de ensayo, aunque sea por grupos, con registro de nombres y DNI, con mascarilla y toma de temperatura, con distancia mínima de metro y medio y con ratios de ventilación, entre una larga lista de medidas obligatorias.

Desde noviembre hasta la caída del estado de alarma, cerca de 200 días, los coros no profesionales no han realizado ensayos presenciales
A primeros de mes se manifestaron en las capitales vascas para reivindicar la vuelta a sus locales.

«Ha sido muy duro» es la frase que repiten los directores corales y cantores iruneses cuando se les pregunta por el periodo de inactividad. Para los coros de mayores y adultos, más temerosos al principio ante un posible contagio y menos familiarizados con la vida telemática, el parón fue prácticamente total. Para las agrupaciones de jóvenes y niños, nativos digitales, el contacto, tanto personal como musical, se mantuvo gracias a las nuevas tecnologías, «aunque para nada es comparable», asegura Alaitz Urkia, directora de Náyade Abesbatza. «Mientras no hemos podido ir al local, hemos estado ensayando telemáticamente. Al principio, con la novedad, nos fuimos amoldando, pero según iba pasando el tiempo íbamos viendo que esa forma de ensayar produce mucho desgaste, tanto para las cantoras como para mí».

«Muy solas»

Dice Alaitz Urkia que, a pesar de no haber perdido el contacto ni la actividad, las integrantes de Náyade se han sentido «muy solas. No nos escuchábamos entre nosotras, que es algo primordial en la actividad coral. El ensayo telemático era algo a lo que agarrarnos para mantener la llama encendida. Era algo mejor que nada».

Esta misma semana, Náyade Abesbatza ha recibido el nuevo protocolo del Gobierno Vasco que regula la actividad coral. «Nos lo acaban de enviar. Lo que pasa es que nosotras ya empezamos a ensayar presencialmente hace dos semanas. Existía la posibilidad de hacerlo, si tenías un contrato para alguna actividad específica. Había que enviarlo al Gobierno Vasco para que ellos lo evaluaran y esperar a que te dieran o no el permiso. Nos lo dieron y así pudimos retomar los ensayos presenciales. Estamos trabajando para un corto sobre mitología vasca que produce la asociación irundarra Trikuharri. Necesitaban grabar algunas canciones, nos llamaron y en ello estamos, con muchísima ilusión».

Por la amplia franja de edad que abarcan, las agrupaciones de la Sociedad Cultural Ametsa han vivido de diferente forma la pandemia. «Ha sido muy duro, sobre todo para los mayores», explica Fernando Etxepare, director de los coros Ametsa y Betiko Ametsa. «La gente lo ha echado mucho de menos, no sólo por cantar, que también, sino por no poder juntarse. Pudimos hacer un par de actuaciones en Bayona y Hendaya, que fueron muy bien y cuando estábamos a dos semanas del concierto del Rotary, quedó todo suspendido. Fue un golpe tremendo».

En el caso de los cantores txikis, a los que dirige Leticia Vergara, «los ensayos continuaron de forma telemática. No es lo mismo, pero era la única forma de seguir», añade Etxepare. «Los mayores lo intentamos, pero no nos convenció y decidimos retomar los ensayos cuando se pudiera hacer de manera presencial».

El Betiko, que agrupa a los cantores más veteranos, todavía no ha retomado la actividad, pero sí lo ha hecho el Ametsa. «Hemos empezado a ensayar por cuerdas y con todas las medidas de seguridad. No nos quitamos la mascarilla para nada, guardando las distancias, ventilando, cada uno con su partitura, sin tocar nada... Afortunadamente, no hemos tenido ningún caso, pero nadie está libre».

El 28 de este mes «es el primer día que ensayaremos todos juntos. Estamos muy ilusionados y animados, porque nos necesitamos y necesitamos la música», dice el director.

Recién nacidos

Cuando la Covid-19 trastocó nuestras vidas, Iga Abesbatza era un coro de reciente creación, aunque con experiencia previa. La joven formación, dirigida por Eneko Amundarain, se adaptó de manera telemática a la nueva situación. «Mientras pudimos ensayar presencialmente, lo hicimos por cuerdas y después, comenzamos con los ensayos online, con el objetivo de hacer vídeos», cuenta Xabi Amunarriz, presidente de la agrupación.

Iga Abesbatza está «con muchas ganas de volver a los ensayos presenciales, porque aunque no hemos parado, los ensayos telemáticos no tienen nada que ver. No estamos preparados para cantar solos. Además, si venimos al coro es por cantar, pero también por los vínculos que se crean. Por suerte, durante este tiempo no hemos tenido ninguna baja y sí altas. Ahora, iremos poco a poco, revisando el protocolo Covid y retomaremos los proyectos que quedaron pendientes».

También con ganas y con tranquilidad relativa «porque estamos todos vacunados», dice Fernando Tejero, están los coralistas de Atzokoak. La veterana agrupación irundarra lleva «un año sin ensayar», comenta el director. «La semana que viene nos reuniremos, con la propuesta de volver al local en junio, aunque tendremos que ensayar por grupos porque el espacio es pequeño». El concierto de Navidad está ya entre sus proyectos.

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