martes, 6 de octubre de 2020

«La gente tiene hobbies, pues el mío tengo claro que es este: la farmacia»

Noticia publicada en Diario Vasco,el martes día 6 de Octubre de 2020.

«La gente tiene hobbies, pues el mío tengo claro que es este: la farmacia»

Abrió su primera farmacia en Ventas en los 70 y ahora cumple medio siglo en el Paseo de Colón con la misma ilusión

Feli, en el centro, rodeada de su equipo en la farmacia del Paseo de Colón donde mantiene su ilusión intacta. / F. DE LA HERA
Feli, en el centro, rodeada de su equipo en la farmacia del Paseo de Colón donde mantiene su ilusión intacta. / F. DE LA HERA
YLENIA BENITO* BIDASOANDV@GMAIL.COM

Zoe Rosinach Pedrol fue la primera española doctora en Farmacia. Estudió en la Universidad de Barcelona en una época en la que no era muy habitual encontrar mujeres, pero nada amedrentó a la catalana y en 1920 consiguió doctorarse. Doce años después, en 1932, tras darse de alta en el Colegio de Farmacéuticos de Teruel, abrió su propia farmacia en Albalate. Sin duda, Zoe Rosinach abrió camino a muchas de las mujeres que llegaron después y que nos han cuidado durante años desde el mostrador de su Farmacia. Entre ellas está la irundarra Feli Crespo. En el Irun de los años 70 abrió su primera farmacia en el barrio de Ventas, doce años después se 'mudó' al Paseo Colón y hoy cumple medio siglo cuidando de nuestra salud. Hoy celebramos 50 años de una farmacia ya mítica en Irun, la Farmacia Crespo.

–Feli, en 50 años habrás vivido más aventuras que los protagonistas de la serie 'Farmacia de guardia' en 169 episodios...

–(Risas) Claro, aquí ha pasado casi de todo. No puedo recordarlo todo, pero hay cosas inolvidables.

«Ahora, con la llegada de la tecnología, todo ha cambiado mucho en las farmacias»EVOLUCIÓN

«Mis hijos volvían del cole y merendaban y hacían los deberes en la mesa camilla de la farmacia»FAMILIA

–Seguro que el primer día lo recuerdas bien.

–Sí, eso sí. De los primeros días recuerdo la emoción, pero también el nerviosismo de ponerme delante del público. Sentía una gran responsabilidad.

–¿Cuándo decidiste abrir tu propia farmacia?

–Es que no había otra. Yo estudié en los años 60, en esa época, quien no tenía ya una farmacia familiar, tenía la idea clara de abrir una. Era lo habitual.

–¿La abriste nada más terminar tus estudios?

–No, primero estuve todo un verano trabajando en una farmacia que estaba frente al ambulatorio. Eso me dio muchas tablas y después ya abrí la farmacia en Ventas.

–¿Fue complicado?

–Bueno, mis compañeras de la farmacia me ayudaron mucho y los proveedores también. Lo más complicado fue colocarlo todo, pero lo demás fue sencillo porque ya tenía la práctica de haber trabajado.

–Y el primer día, ¿cómo fue? Seguro que lo recuerdas...

–(Risas) No sé si vas a poder contarlo aquí, claro que me acuerdo... Lo primero que me pidieron fue una lavativa.

–¡Vaya! Una aspirina hubiera sido más sencillo, pero menos divertido...

–Desde luego. Ahora lo recuerdo como algo divertido, pero en ese momento me puse muy nerviosa. Ahora todo ha cambiado mucho, muchísimo, sobre todo con la llegada de la tecnología. Antes todo era mucho más manual y artesano.

–Lo que no habrá cambiado es la confianza que uno deposita en su farmacia de guardia...

–La relación con la gente es lo más bonito. Conoces a mucha gente y es algo precioso. A mí me gusta mucho, me gusta la farmacia.

–Habrás visto crecer a muchos irundarras.

–¡A muchísimos! Mira, ahora tengo conmigo a una farmacéutica que en cuanto me contó que era de Ventas, le dije: «yo a ti te habré pesado en la farmacia cantidad de veces». (Risas) Me hace mucha ilusión ver cómo han salido de cantineras, terminado sus estudios, sido padres...

–Ahora tienes un equipo, ¿pero siempre ha sido así?

–No, no. En Ventas, al principio, empecé sola. Figúrate, para ir al baño, antes tenía que mirar derecha e izquierda para asegurarme de que no venía nadie. Cuando me cambié al centro y con mi segundo embarazo, ya decidí tener siempre a alguien más. Y estoy muy contenta y muy agradecida con todas mis compañeras.

–¿Y cuándo decides mudarte al centro de Irun?

–En Ventas estuve 12 años. Me cambié al Paseo Colón, en el año 82, por comodidad. Al final, con dos hijos, quería estar más cerca de casa. Justo vi que traspasaban esta farmacia y no lo dudé, me vine.

–Tus hijos se habrán criado rodeados de boticas...

–¡Claro! Se bajaban del autobús del cole y venían aquí a merendar y hacer los deberes en la mesa camilla. También me han apoyado mucho siempre acompañándome en guardias, comiendo conmigo aquí en la farmacia... No me puedo quejar.

–En nuestro ideario siempre hay una farmacia abierta y la solución siempre está ahí, pero tiene que ser un trabajo duro y tú siempre tienes una sonrisa.

–Es que tiene que ser así. El trabajo ha sido muy sacrificado siempre, pero yo he venido siempre contenta a trabajar. La gente cuando tiene un mal menor, viene a la farmacia y confía en el farmacéutico. Eso siempre ha sido así y nosotras siempre hemos intentado ayudar. Incluso cuando hemos visto que no podíamos hacerlo, los hemos derivado a los profesionales pertinentes. Yo en la farmacia disfruto.

–Detrás de este mostrador has visto mucho y también cambiar la ciudad, ¿verdad?

–Claro. El barrio de Ventas poco se parece al que yo conocí. Es verdad que la ciudad está más bonita ahora, pero en lo económico, desde el cierre de la Aduana, se nota el bajón.

–¿Y cuánto ha cambiado Feli Crespo? ¿Te seguiremos viendo por aquí?

–Mientras pueda, sí. La salud es lo más importante, eso está claro, pero a mí, además, me encanta mi trabajo. La gente tiene hobbies, el mío es este: la farmacia. Yo aquí disfruto, disfruto cada día con mis compañeras y con la gente que viene a la farmacia.

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