Noticia publicada en Diario Vasco,el viernes día 13 de Noviembre de 2020.
«Los sábados hay cola para hacerse agujeros en las orejas como Rosalía»
Lo de la joyería le viene de familia a Ander Fernández, pero no por eso ha dejado de innovar y arriesgar poniéndose al frente de Joyería Lucca
Cuenta Rose DeWitt, recordando el hundimiento del Titanic, que su prometido le regaló una joya de la realeza francesa. El Corazón del Mar, un colgante de diamantes con un gigantesco diamante azul en el centro. Este diamante pertenecía a la corona de Luis XVI. Con el estallido de la revolución francesa, en la fuga de Varennes, fue destituido y guillotinado. Entonces, a su corona le quitaron el diamante y cortaron en pedazos. Uno de ellos lo tallaron con forma de corazón y lo bautizaron con el nombre Corazón del Mar. Esta es la historia de Rose, la historia ficticia del Titanic de James Cameron. La realidad es que ese collar es una imitación del diamante de Hope, un diamante único y legendario que cuenta con una maldición que llena de desgracias a sus poseedores. En la joyería Lucca de Irun no hay diamantes únicos, ni colgantes de la realeza, ni tampoco maldiciones. Pero Ander tiene joyas tan especiales como el Corazón del Mar o el diamante de Hope y, además, son asequibles para todos los bolsillos.
–Que las joyas solo son para la realeza es un mito, Ander...
–(Risas) Ellos tienen sus joyas y nosotros las nuestras. Mi idea al abrir Joyería Lucca era un poco eso, acercar la joyería a un público más joven y también demostrar que no todo es oro súper caro.
–¿Cuánto tiempo llevas al frente de este cometido y de Lucca?
–Abrí en el 2015, así que camino de los seis añitos voy ya. Estoy muy contento, la verdad. Da miedo decirlo con los tiempos que corren, pero creo que es porque no he vivido los años súper buenos de los que hablan los más veteranos.
–Tú conoces a muchos veteranos y veteranas. Vienes de familia joyera...
–Eso es, mis padres tienen la joyería Irati y mis tíos, Arraiza. Tengo una familia dedicada a la joyería, eso también me empujó a animarme con mi propia joyería.
–¿Cuándo surge la oportunidad?
–Cuando mi tío cierra la joyería. Entonces vi la oportunidad de hacer algo propio, con mi estilo, y me animé. Dejaba el local donde había tenido la joyería unos 35 años y decidí continuar con el negocio, pero a mi modo.
–Tenías una buena carrera ya a tus espaldas, ¿verdad?
–Mira, de no estudiar joyería es algo de lo que me arrepiento. No descarto hacerlo en el futuro porque es algo que me encanta. Pero sí, siempre he ayudado a mis padres en la joyería en navidades o fechas clave. También he hecho siempre las grabaciones y cosas del estilo, así que experiencia tenía.
–Los estudios de la vida dicen que son con los que más se aprende...
–¡Sin duda! Pero hay muchas técnicas por estudiar. También te diré que montar una joyería no es fácil. Es un sector muy delicado en cuanto a la inversión que necesitas. Los seguros y tal son muy complicados.
–Joya robada, joya maldita. Como el diamante de Hope. Una vez eso controlado, ¿por dónde empiezas los cambios?
–Lo primero que tenía claro era el cambio del nombre. Quería darle otro aire a la joyería, una vuelta, buscar otros públicos y para eso tenía que cambiar el nombre de toda la vida.
–¿Y por qué Lucca?
–Estuve un tiempo viviendo en Italia, muy cerca de una ciudad preciosa llena de murallas: Lucca. Es una ciudad preciosa en la Toscana. La recordé y me pareció que el nombre le quedaba muy bien a la joyería. ¡Me lo quedé!
–Tenemos local, seguros y nombre. Faltan las joyas, ¿qué hay en Lucca?
–Pues aquí todas las semanas entran cosas nuevas. Es una locura, pero así hay más variedad y más tendencia. Ahora la joyería está más centrada en el oro, pero no en el oro de nuestras madres o abuelas.
–¿Está de moda el oro de Rosalía o de los raperos?
–Para esas joyas no están nuestros bolsillos. (Risas) Pero te vas a reír, el estilo Rosalía ha tenido su impacto. Cada sábado tengo cola de gente joven en la joyería para hacerse agujeros en las orejas. Cuantos más mejor, como Rosalía.
–Pero luego nos gusta lo sencillo y discreto, ¿verdad?
–Totalmente, pero estoy sorprendido con la gente joven. Hay una moda de comprar menos y mejor y, además, en el pequeño comercio. Han cambiado el chip, prefieren gastar un poquito más y comprar algo de calidad. Mira, ahora en el escaparate tengo muchas cosas muy muy sencillas y los comentarios de las personas mayores son: «uy, eso tan fino se va a romper». (Risas) Pero a la gente joven les encanta.
–Y si encima se dejan asesorar...
–Eso me encanta. Me encanta ayudar. Me gusta muchísimo asesorar. En cuanto entra alguien, me gusta intuir, por cómo se mueve o las prendas que lleva, qué le puede gustar. Y bueno, también tenemos taller propio en el que creamos o realizamos cualquier trabajo o ideas.
–¿Modificáis joyas?
–Claro, eso es bastante habitual. Por ejemplo, estamos especializados en bodas también y hay mucha gente que trae joyas familiares para crear sus alianzas. Hay mucha gente que viene para transformar o moldear algo de oro que tiene en casa. Y también hago compra-venta de oro o joyas y al ser joyería, pagamos más que en cualquier otro lugar.
–¿Pero en Joyería Lucca no hay descanso?
–La verdad es que el día se me queda corto, pero estoy muy contento.
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