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Zié Soro, el senoufo de Irun
EL JOVEN MISIONERO LANDER UGARTEMENDIA ESTÁ DE VUELTA TRAS DIEZ MESES EN COSTA DE MARFIL
IRUN, XABIER SAGARZAZU - Martes, 10 de Diciembre de 2013 - Actualizado a las 06:08h
El misionero irundarra Lander Ugartemendia, en una imagen captada durante su estancia en Korhogo, al norte de Costa de Marfil. (Foto: n.g.)
"ME fui a África llevando a Dios y su mensaje en mi cabeza, en mi consciencia. He vuelto de allí llevándolo y sintiendo su presencia en el corazón". Así resume Lander Ugartemendia, joven irunés de 28 años, su experiencia de diez meses y medio como misionero en Korhogo, al norte de Costa de Marfil.
Este joven, educador social de profesión, se tomó un respiro en su trabajo y en su vida cotidiana para hacer "lo que siempre había querido hacer". En enero partió para Korhogo, donde ha trabajado como misionero en un centro de discapacitados físicos, sensoriales y cognitivos.
Acostumbrado a trabajar con niños y jóvenes, cuenta Ugartemendia que llegar allí y ver la realidad que viven estas personas fue de "un impacto fuerte, casi brutal".
"En la conciencia local del pueblo senoufo, que es la etnia principal en la zona donde estuve, los niños con discapacidad son vistos como reencarnaciones de serpiente. Si a esto le sumamos que se trata de familias en su mayoría campesinas y muy pobres, los discapacitados son los últimos en esa sociedad, ya que ni siquiera pueden contribuir con su trabajo para que la familia pueda comer", relata el joven misionero.
Lander Ugartemendia señala que "todo esto hay que situarlo en el contexto del lugar para, a partir de ahí, trabajar para que estos niños puedan tener una dignidad, una educación y en la medida de lo posible, las terapias para paliar sus problemas". Es ahí donde este joven irunés ha colaborado durante estos diez meses, viviendo y conviviendo con el pueblo senoufo, un pueblo "acogedor, generoso y lleno de contrastes".
"Son gente que teniendo poco o nada, lo dan todo por otros. Y más aún se vuelcan si eres blanco. Dice un dicho de allí que para los senoufos, el extranjero es el rey. Y casi me han hecho sentir así, tanto la familia con la que conviví, los Soro (marido, mujer, e hijo de tres años, además de dos niños protegidos) como el resto de gente con la que he tratado. Nada más llegar, me pusieron un nombre, Zié, que significa el primero de entre los hijos en la lengua local, y su apellido, Soro.
LA IMPORTANCIA DE LA FE
Misioneros y cooperantes
Para este joven, lo vivido en Costa de Marfil ha sido "mucho más que una experiencia de cooperación", ya que tiene profundas convicciones católicas y para él "ser misionero es mucho más que ser cooperante, porque no te limitas a hacer un trabajo, sino que te vuelcas y te implicas con la comunidad local".
En estos diez meses, este misionero ha ido reflejando todas sus vivencias en un blog, titulado Korhogotik (korhogotik.blogspot.com.es), que ha acumulado "más de 16.000 visitas y cientos y cientos de comentarios de la gente", que a Ugartemendia le han servido de "inspiración y apoyo".
Ugartemendia vivió allí con alegría la llegada del Papa Francisco, quien "con todo lo que ha dicho y hecho en estos meses, le ha dado aún más sentido" a su vivencia.
Ahora, ya de vuelta en casa desde hace diez días, este joven se dispone a hacer "algo más. Quiero dar charlas sobre mi vivencia, ayudar a desarrollar proyectos de cooperación en la zona y estoy dando vueltas a la idea de escribir un libro... Me gustaría contar quiénes son los senoufos, un gran pueblo que estará, para siempre, en mi corazón, como Irun y Euskadi han quedado, y así me lo han dicho ellos, en el suyo", señala Lander Ugartemendia.
Porque él será, concluye, "para toda la vida, Zié Soro, el senoufo de Irun".
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