El mal tiempo no puede con tanta magia
Los tres Reyes Magos, tras saludar a los irundarras desde el balcón del Ayuntamiento, comenzaron a repartir regalos por la ciudad. Ni el frío ni la lluvia afectaron a la cabalgata con la que Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron ayer Irun
Si los árboles de las casas de Irun han amanecido hoy rodeados de regalos es porque los Reyes Magos trabajaron anoche. No hay frío que valga; ni lluvia, ni viento, ni tormenta. Que para eso son magos. Imparables. Como el tren que, un año más, trajo a Melchor Gaspar y Baltasar hasta Irun.
El recibimiento al Tren Real volvió a ser multitudinario. Cuando, con los vagones parados en el anden 1, se abrieron las puertas y aparecieron los Reyes, saludando cada uno desde una de ellas, volvió a ser un momento mágico. Se ha creado, así, alrededor de la estación ferroviaria, una bonita forma de recibir a Sus Majestades, que salen chocando manos de una multitud de niños y mayores.
Y nada de eso va en detrimento del engalanado desfile por la ciudad, en el que fanfarres, grupos de baile, batukadas, bandas y tantos y tantos personajes acompañan a Melchor, Gaspar y Baltasar, cada uno en su carroza, cada uno con sus decenas de antorcheros alumbrándoles el camino.
Ayer la lluvia apareció a mitad de camino, pero no ocasionó mucho más problema que el de llenar las aceras de paraguas abiertos. Para lo que estaba anunciado, tan poca cosa que supo a nada.
A pie hicieron los Reyes el último tramo de su recorrido, hasta la puerta del ayuntamiento, donde adoraron al Niño recién nacido antes de subir a la balconada municipal y dirigirse a la ciudad.
Una novedad acompañó los discursos de este año. La nueva iluminación que la casa consistorial incorporó a mediados del pasado 2017, exhibió ayer toda su variabilidad como ninguna otra noche del año le permite. Sus leds cambiando de color crearon un mágico escenario para las intervenciones reales, que se realizaron en un único discurso por parte de cada Rey en el que se alternaban euskera y castellano.
«¡Os veo muy bien!», saludó Melchor. «A la mayoría os reconozco fácil, aunque habéis crecido mucho. También veo algunas caras nuevas, aunque, sinceramente, no tantas como me gustaría».
El Rey de la Barba Blanca hizo un anuncio importante. «A lo largo de este año, vamos a elegir nuevos pajes entre los niños y niñas de Irun y de otras ciudades». Dio cuenta de los criterios de selección pero pidió, sobre todo, «que nadie se disguste si no es elegido. Os seguimos queriendo a todos igual y el año que viene, volveremos de nuevo», prometió.
Gaspar comenzó con una pequeña crónica de su largo viaje, «este año, más difícil que nunca porque el tiempo se ha vuelto loco. Al principio tuvimos tal sequía que no encontrábamos agua para los camellos; luego unas lluvias que lo embarraron todo de tal manera que no podíamos casi avanzar y, por último, nieve». Se quejó de que «Baltasar se ha pasado demasiado tiempo del viaje con la tablet. Con lo que me gusta que vivamos aventuras los tres juntos... Si uno está pendiente de las pantallas, no se entera de lo que pasa a su alrededor», lamentó.
Antes de irse, incidió en que lo que más le gusta leer en las cartas es que le pidan «más tiempo para jugar con los hermanos, ver una noche de estrellas con el aitona y la amona, ir al cine con los amigos... Los regalos que se comparten son los mejores».
Por ahí fue también Baltasar. «He leído muchos emails, cartas y hasta 'whatsapps' este año. Las listas que mandáis son cada vez más largas. Yo creo que en vez de pedir tantas cosas, sería mejor que disfrutarais de cada cosa y la compartierais con vuestros hermanos y amigos. Es la mejor forma de pasarlo bien».
Pidió también a los irundarras que dejasen «agua para los camellos, que pasan una noche muy dura», y acabó insistiendo en que «disfrutéis de los regalos, pero también de las personas que tenéis alrededor. Jugar juntos hace un mundo mejor», aseguró.
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