Iker Lecuona (A la velocidad de la luz sobre dos ruedas): «Antes que a andar, aprendí a montar en bici sin ruedines detrás»
Este joven piloto de Moto2 nació en Valencia, pero sus raíces, y sus más fieles seguidores, son de Irun. Aquí comenzó a ir sobre dos ruedas
Es difícil ver a Iker Lecuona. Habitualmente lleva un mono que le cubre el cuerpo y un casco con el que es casi imposible reconocer su cara. Además, va sobre dos ruedas y se mueve a 275 kilómetros por hora. A su moto solo le falta volar y, entre tú y yo, no lo hace porque él no quiere. Iker se siente más cómodo sobre las dos ruedas que con los pies en la tierra, pero los tiene. Sabe lo que quiere y corre a por ello. Enciende tu monitor, conecta con Australia, Japón o Argentina. Ese que lleva una ikurriña en el casco es el irundarra Iker Lecuona. Sí, vive y entrena en Valencia, pero sus raíces son de aquí, de Irun.
-Si nos ponemos metafóricos, ¿podríamos decir que la gasolina de tu moto es de Irun?
-(Risas) ¡Claro! Realmente mis aitas y toda mi familia son de aquí, son irundarras.
-A la gasolina le sumamos algo más: el casco.
-¡Vale, sí! De parte de mi ama todos viven aquí y de la de mi aita, casi todos. Pero yo no nací aquí...
-¿No? ¿Dónde naciste?
-Nací en Valencia, pero me bautizaron aquí, en el Juncal.
-Espera, eso da muchos puntos: gasolina, casco y moto.
-(Risas) Vivo en Valencia, pero venimos a Irun siempre que podemos. De pequeño, por ejemplo, veníamos siempre dos veces al año. Recuerdo que veníamos en verano para las fiestas y en invierno para las navidades.
-¿Qué recuerdas de esas visitas?
-Hay una cosa... ¿Cómo se dice? ¿Los 'cabezones'?
-¡Los cabezudos!
-Eso, eso. Los cabezudos. Los recuerdo a la perfección. Me encantaban.
-¿Por qué? Ninguno va en moto...
-Quería ser uno de ellos, uno de los que repartía. (Risas) Mis tías no me dejaban ir mucho por ahí de pequeño, pero en fiestas siempre salíamos y recuerdo divertirme mucho con los cabezudos.
-¿Entonces ya tenías moto? A tu velocidad no te pillaría ningún cabezudo...
-No tenía moto, pero no me defendía mal corriendo. Y eso que aprendí a montar en bici casi antes que a andar.
-¿Cómo puede ser eso?
-No lo sé, pero así es. Casi no sabía andar y ya montaba en bici sin ruedines detrás. Mis aitas cuentan cómo me pasaba el día hablando de motos. Me encantaban desde bien pequeño.
-¿De dónde crees que te viene esa pasión por las motos?
-Supongo que de mi aita. Él siempre ha tenido moto y corría. Hacía, creo, carreras de montaña.
-¿Y recuerdas tu primera moto?
-¡Claro! Esa aún la tengo, de esa no me voy a desprender nunca. Tenía seis o siete años. Me porté bien en clase y mi padre me compró una moto como recompensa.
-¿Y las primeras sensaciones sobre las dos ruedas? ¿Las recuerdas?
-Mmmm... No, ¿pero sabes qué recuerdo a la perfección?
-No...
-¡Mi primera caída!
-¿Qué pasó? ¿Echaste en falta los ruedines de atrás?
-Recuerdo que fue en un karting. A mí desde pequeño me ha gustado ir rápido, no sé qué pasó, pero se me atascó el casco en las ruedas.
-¡Eso es imposible!
-(Risas) A mí ahora también me lo parece, pero así fue mi primera caída. En aquella época la moto me controlaba, no yo a ella.
-Reto a la vista: controlar la moto.
-Eso es. No le cogí miedo, seguí. Me encantaba, siempre quería más.
-¿Cuándo empiezas a tomártelo en serio?
-Cuando me hice más mayor. En el 2008 entré en la escuela KSB en Valencia, ahí es cuando empecé a entrenar y a controlar la moto.
-¿Cómo es una escuela de pilotos?
-Es un lugar en el que te enseñan a pilotar, a llevar la moto, a controlarla para que ella no te lleve a ti.
-¿Querías competir?
-Bueno, realmente no. En ese momento el único objetivo era hacer con mi padre el Dakar. Queríamos hacerlo juntos. La intención que teníamos era irnos a hacer el gamba por ahí cuando cumpliese dieciocho años, pero los planes se torcieron un poco...
-¿Qué sucedió?
-Que iba rápido. Sin más.
-¿Sin más?
-Sí, no es que se me diera mejor o peor una cosa. Correr en tierra se me daba bien, pero de pequeño ves la tele y quieres ser como Valentino Rossi, Marc Márquez y todos estos.
-Esos dominan tanto la moto que hasta tienen tiempo de peleas entre ellos...
-Sí, son muy rápidos y muy buenos. De pequeño, Valentino era mi ídolo. Tenía camisetas, posters... ¡de todo! Ahora, siendo más mayor, me fijo en todos. De todos saco algo bueno para aprender.
-Entonces, ¿aparcas el objetivo del Dakar y empiezas a competir?
-Fue en el 2009. Solo llevaba siete meses entrenando y me metí tercero en el Campeonato de España. Pero tampoco aparqué del todo el objetivo...
-¿No? ¿Por qué?
-Porque en el mundo de las motos, sin dinero no se llega a ningún sitio.
-En tu casco yo lo que veo es una ikurriña, no publicidad...
-¡Sí! Durante mucho tiempo he llevado en el mono la bandera de Valencia y la ikurriña. Ahora, la ikurriña la he puesto en el casco. Me hace ilusión, yo también soy de aquí y me gusta que se sepa. Y así muchos me reconocen cuando me ven en las carreras. (Risas)
-No es fácil conectar contigo, pero me consta que en Irun te siguen la pista.
-Lo sé. Mis tías y mi familia en general intentan verme a través de Internet. Y este último año he conseguido que hasta mi aita me vea.
-¿Tu aita no veía tus carreras?
-Hasta ahora no. Me acompañaba, pero cuando empezaba la carrera se iba y se quedaba mi ama viendo. Se ponía muy nervioso, creo.
-A ti tus padres no te habrán dicho eso de 'no corras'.
-(Risas) En las carreras no. Solo me dicen que disfrute en la moto, que el día que no lo haga me bajarán de ella.
-¿Vas bien de combustible para este 2018?
-Se presenta ilusionante, sí. Los test que hemos hecho han salido muy bien. Vamos muy rápido y hemos avanzado, pero hay que ir (como los futbolistas) carrera a carrera.
-Intentaremos seguirte, ¡pero ve rápido!
No hay comentarios:
Publicar un comentario