«El futuro aquí se presenta con cara de hambre y malnutrición»
«El panorama actual es tan fuerte que una lo encara con la tentación de abandonarlo todo por la impotencia de no poder, al menos, ser una gota de agua que refresca, una palabra que anima, un trozo de pan que da fuerzas para seguir luchando y viviendo. Ir a Kabuga es ir al encuentro de tanto sufrimiento, de tanta angustia, de tanta pobreza, de tanta carencia de todo que hace daño, mucho daño y cuando llego a casa y tengo alimento y alojamiento, todavía me siento peor».
Es la sincera confesión de Milagros Sanz, miembro del Instituto Secular Vita e Pax, misionera con 50 años de experiencia en Ruanda y coordinadora de Behar Bidasoa en el país africano.
«El valle del río se ha quedado sin vegetación, los pequeños campos de cultivo no van a dar ningún fruto, con lo cual el futuro aquí se presenta con cara de hambre, de enfermedades, de malnutrición de los pequeños y de carencia de tantas cosas», continúa. «A esto hay que añadir que el mundo rural ya estaba fuera de toda política del gobierno, para el cual los desafíos principales están en el desarrollo, al menos aparente, de las ciudades».
Milagros Sanz, que ha visitado Irun en varias ocasiones, expresa, a través de sus misivas, su desolación tras la tragedia y su falta de confianza en la llegada a tiempo de cualquier ayuda oficial. Pero a la vez, inquebrantable como lo fue José Ramón Amunarriz, ha sacado fuerzas para redactar el informe necesario con el que solicitar las ayudas de emergencia.
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