Shakti Olaizola (Artista de circo): «Quería ser pintora, pero me encantaba andar haciendo la rueda»
Se crió y empezó a hacer 'el mono' en Irun y Hondarribia, pero desde hace años vive en Bilbao y viaja por todo el mundo con su universo circense
Se abre el telón. Se encienden las luces. Sobre el escenario: un mueble, una butaca y cientos de libros amontonados en torres de diferentes tamaños. No se oye nada, pero de repente se abre un cajón y sale un pie. No se froten los ojos, ¡se lo van a perder! Se ha abierto otro cajón y ha salido una mano. Parece que hay alguien dentro de ese mueble. ¿Cabe alguien ahí? Lo comprobamos en seguida, se abre la puerta y aparece Shakti Olaizola. Solo ella podía caber en esa cajonera. Y solo ella puede introducirnos en este universo tan especial y circense que ha creado sobre el escenario. No se preocupen por su claustrofobia, en el mueble solo entra ella.
-¿Lo de meterte en ese mueble tiene truco como los magos?
-(Risas) Algo de truco tiene, sí, pero sobre todo es práctica.
-Algo de elasticidad también habrá que tener, ¿no?
-¡Claro! Pero eso se consigue a base de prácticar y entrenar.
-¿Cuánto tiempo llevas entrenando tú para entrar en ese mueble y poder salir sin romperte?
-(Risas) Mucho tiempo, es que siempre he sido bastante mono.
-¡No me digas que de txiki te metías en los muebles de casa!
-¡Nooo! Pero de pequeña me gustaba andar haciendo la rueda, el pino puente y todo eso. Me encantaba.
-Vamos, que eras una terremoto.
-Un poco sí, pero luego con mis pinturas me quedaba muy tranquila.
-¿Lo de pintar se puede compaginar con hacer el pino puente?
-Yo creo que sí. De hecho, yo desde pequeñita lo que quería ser era pintora. Esto del circo lo descubrí más tarde.
-¿Cómo fue ese descubrimiento?
-Fue en Bilbao, estudiaba allí Bellas Artes y una amiga me llevó a unas clases de circo y acrobacias que había en un gaztetxe.
-Lo de ser pintora iba en serio.
-Sí, sí. Es verdad que desde pequeña he hecho danza, pero siempre como un hobby. Lo que quería era ser pintora, por eso me fui a estudiar Bellas Artes.
-¿Pero el circo se cruzó en tu camino?
-Algo así. Como te decía, una amiga me llevó a una clase en el gaztetxe y... ¡me pareció muy divertido! Yo en ese momento estaba yendo a clases de ballet. Las dejé en seguida, claro.
-¿En ballet no hacen la rueda?
-(Risas) Poco. El circo me pareció súper divertido y como yo ya tenía algo de control sobre mi cuerpo, pues las cosas me salían rápido. Me motivé y me puse a tope con ello, pero sin dejar la carrera de lado.
-¿Terminaste Bellas Artes?
-Sí, incluso trabajé de profesora.
-Tu parte pintora peleó fuerte.
-Sí, trabajé un año como profesora, pero no era lo que me gustaba verdaderamente. Seguí en el gaztetxe entrenando y haciendo pequeñas cosas. Era un espacio en el que podíamos hacer eventos, así que siempre estaba rodeada de gente que hacía cosas y con la que podía hacer cosas. Eso ayudó también en esa 'pelea' circo-pintora.
-¿Fue fácil cambiar de rumbo?
-Bueno, no fue difícil. Al final, yo veía que había gente entrenando e incluso trabajando de eso, así que en plena crisis me dije: «¡Me lanzo!»
-¿Crisis?
-Sí, la teníamos todos. Esa que se pasa al acabar la carrera y enfrentarte al mundo real y laboral. (Risas) En ese alboroto, yo decidí dedicarme por completo al circo.
-¿Y cómo hace uno para dedicarse al circo?
-Empecé a crear un espectáculo junto con otro chico y comenzamos a trabajar haciendo calle. Llevábamos música y hacíamos clown, él algo de malabares, yo contorsión y juntos alguna que otra acrobacia. Era una propuesta sencilla.
-Y así es como mejor se aprende: haciendo.
-La verdad es que me he ido formando poco a poco con pequeños cursos. Como los he hecho muy distanciados, a veces, me parece que no me he formado lo suficiente. Ya sabes, otra crisis por la que pasamos todos. (Risas)
-Crisis o no, lo cierto es que comenzaste a trabajar como artista de circo...
-Sí, además de hacer cositas en la calle, me fueron saliendo algunos trabajitos y surgió mi primer espectáculo.
-Cuenta, cuenta.
-Empecé a trabajar en este proyecto en el 2010. Me habían propuesto para trabajar en un cabaret circo y allí me pedían un pequeño número. Así creé, con la ayuda de un amigo en la dirección, 'Irakurtzen'.
-Parece muy casual, pero seguro que trabajaste mucho en ello.
-Sí, sin duda. Era, como te digo, un número pequeño de un par de minutos con un libro y una mesa.
-¿Por qué un libro?
-¡Esto sí que fue de casualidad! En el cabaret me pedían algo de texto para el número. Yo lo de el pino puente y eso bien, pero lo de hablar... ¡no va conmigo! Pensé en apuntar algo en algún sitio para poder decirlo. Así surgió la idea de ponerlo en un libro. Fue mi amigo el que me propuso tener todo el rato el libro en la mano y jugar con él.
-¡Bendita casualidad! No te fue nada mal, conseguiste una beca.
-Presenté el número a un circuito que tenía ayudas para artistas emergentes, Pirineo Circo se llamaba. Me seleccionaron e hice una pequeña gira con programadores del pirineo vasco y francés. Fue una experiencia increíble que puso en valor mi trabajo y me animó a seguir adelante y crear mi segundo espectáculo.
-Aquí es donde te metes en el mueble, ¿a que sí?
-(Risas) Estás bien informada, sí. Yo quería seguir trabajando y para eso tenía que seguir produciendo y creando cosas. 'Irakurtzen' se estaba desinflando un poco, son cosas que pasan, así que me puse manos a la obra. Me daba vértigo, pero hice una pieza más larga, de 30 minutos, en la que los libros también son los protagonistas. Así nació 'Irakurriz'.
-Además de la duración, ¿en qué se diferencia de 'Irakurtzen'?
-Me basé en el universo de 'Irakur-tzen', pero me di cuenta de que necesitaba más objetos con los que jugar y crear más historias. Con la propuesta, conseguí otra ayuda del Pirineo Circo con la que poder trabajar con un director que yo elegí. Él me dio la idea de introducir más libros y ahora el universo 'Irakurriz' tiene 150 libros.
-¡Tu maleta tiene que pesar! ¿Y el mueble?
-Fue casual, busqué algo diferente a una mesa y que encajase bien en el universo de los libros. Encontré este mueble y al tiempo, cuando estaba trabajando en la pieza, me di cuenta de que cabía dentro. (Risas)
-Con este mueble y los 150 libros has recorrido mundo, ¿verdad?
-La verdad es que sí. He estado en Holanda, Colombia, Ecuador, Italia... ¡no me puedo quejar!
-Y ahora, ¿en qué universo estás?
-Sigo representando 'Irakurriz' a la vez que 'Baldin bada', mi tercer proyecto. Aquí no estoy sola sobre el escenario, no hay libros pero sí pintura y no hablo pero canto. Y este nuevo número acaba de ganar el segundo premio en el Festival Circada de Sevilla. ¡Estoy muy contenta!
No hay comentarios:
Publicar un comentario