El Pleno evidencia que da por acabado el mandato ante la proximidad electoral
La sesión ordinaria de marzo que se celebró ayer se saldó con un par de aprobaciones de puro trámite y una bronca política subida de tono
La Corporación municipal actual tiene aún un pleno, quizá dos, por delante, pero ayer, en la sesión ordinaria de marzo, demostró que da por finalizado el mandato y está ya en modo campaña. Sólo se aprobaron dos cuestiones de puro trámite: los complementos de productividad para los funcionarios y el refrendo a las tarifas del autobús urbano aprobadas por la Autoridad del Transporte de Gipuzkoa. No es que no sean relevantes, ambas los son, es que son tan sumamente técnicas que apenas cabe discusión.
En lo material, poco más hubo en cinco horas de sesión. Se aprobaron tres mociones políticas. Una de ellas sirvió para declarar persona non grata a Rodolfo Martín Villa, ministro de Interior de 1976 a 1979; otra para adquirir el compromiso de reglamentar pautas de comportamiento ético hacia los animales; una tercera para exigir al alcalde, José Antonio Santano, que convoque un Pleno de Presupuestos, sabiendo los proponentes (Sí se Puede Irun, PNV y EH Bildu) que aunque sus trece votos sumen mayoría plenaria para aprobar ese texto, en realidad, la moción no obliga a nada. Fue un debate larguísimo, de cerca de hora y media, que no se puede explicar mejor que con las palabras de la portavoz del PP, Muriel Larrea. «Estamos discutiendo sobre el color del cuerno de un unicornio que todos sabemos que no existe». Exactamente eso, aprovechando las intervenciones, eso sí, para tratar de colar los mensajes que, a todas luces, van a ser los ejes de las respectivas campañas electorales de cada uno de los partidos.
SPI, PNV y Bildu quisieron llevar esa discusión al pleno conscientes de su poca utilidad práctica y no menos cabe decir de lo que hizo el Gobierno, que presentó en la sesión la memoria técnica justificativa para el cambio de estatutos de Zaisa que permitirá que esta sociedad gestione el desarrollo de Vía Irun, un procedimiento más simple de lo que parece leyendo estas líneas. En enero quedó sobre la mesa porque el PNV se mostró discrepante y SPI y Bildu quisieron más información. El Gobierno, al parecer, la ofreció en dos juntas de portavoces sobre el tema, pero los tres grupos le achacaron que tras esos encuentros no se preocupara de clarificar si todo había quedado resuelto y había un consenso; aún más, el portavoz jeltzale, Xabier Iridoy, aseguró que ya manifestó sus recelos en una de aquellas reuniones. En otras palabras, otro debate forzado a partir de un planteamiento que, seguramente, el proponente contaba con no sacar adelante. Así ocurrió, por supuesto; SPI, PNV y Bildu votaron en contra.
Muy poco constructivo
Lo de llevar al pleno debates que resultaron estériles porque la resolución del asunto estaba más que clara de antemano fue una acusación que permanentemente se cruzaron el portavoz socialista, Miguel Ángel Páez, y el de SPI, David Soto. En realidad, decisiones prácticas apenas hubo ayer, pero, con SPI, PNV y Bildu a un lado y los socialistas al otro, críticas, reproches y acusaciones de ida y vuelta no faltaron. Hubo de todos los colores. En tono elevado o con palabras amables; con argumentos y datos o con caricaturas burlescas; aludiendo a la actualidad o a cualquier momento previo de este mandato. El portavoz de Bildu, Jokin Melida, llegó a decir que seguramente el PSE se arrepentía de «haber echado del Gobierno al PNV» y haberse quedado en minoría; su homólogo socialista, en otro momento, recordó que «desde la oposición no se puede gobernar. Si este tripartito quería gobernar, debió proponer un alcalde alternativo y sacar adelante una moción de censura».
Quedan sólo dos meses para que hablen las urnas y lo que de ellas salga condicionará las nuevas relaciones en el Ayuntamiento. Es de las pocas cosas en las que todos parecen estar de acuerdo.
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