Mayte Bona: «Quevedo nos dejó hace 400 años textos que parecen escritos anteayer»
ACTRIZ
Como diablo cojuelo, intentará convertir en verdaderos rufianes a dos decentes caballeros cristianos para que gobiernen el país
«Conviene engañar al pueblo por su propio bien, pues no hay vergüenza más grande para el humilde que conocer la verdad desnuda y el origen de quien causa su miseria». Esta frase de Francisco de Quevedo, que recita la actriz Mayte Bona, concentra el mensaje de 'La escuela de los vicios', la obra que la compañía Morfeo Teatro pondrá en escena este sábado, a las 20.00 horas, en el Centro Cultural Amaia. Los ingeniosos discursos políticos del autor madrileño arrancarán carcajadas en el público, pero también le helarán la sonrisa al comprobar la rabiosa actualidad de una obra del Siglo de Oro.
–Morfeo Teatro, su compañía, estrenó 'La escuela de los vicios' hace ya seis años, pero no ha dejado de representarla.
–Todas las compañías, tarde o temprano, tienen un montaje que es icónico, y a nosotros nos ha ocurrido con 'La escuela de los vicios'. La estrenamos en 2014 y la hemos mantenido, porque, de hecho, nunca ha dejado de estar de actualidad. La única faena es que cuantos más años le pasan por encima a esta obra, de más rabiosa actualidad está. Ahora se nos ha hecho actual hasta el 'rey Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como', de Quevedo.
–¿Qué va a ver el público en esta obra y qué personaje representa Mayte Bona?
–El público va a ver un reflejo de la condición humana en el peor de los aspectos. Los textos son los discursos políticos de Quevedo, que Paco Negro ha adaptado de forma magistral para, partiendo de una anécdota, llevarlos a la escena. Él coge a dos caballeros cristianos y decentes y les pone frente a un diablo cojuelo, que soy yo, que los educa en su escuela y les va dando titulaciones: bachilleres en engañar, licenciados en mentir, doctores en robar y finalmente catedráticos en medrar para que puedan gobernar con buen timón los designios del país. Es decir, que los convierte en unos auténticos rufianes.
–La denuncia del genio literario, a través de la risa.
–Los textos de Quevedo ponen en evidencia lo que él quería denunciar: que cuando los poderosos tienen la responsabilidad de servir, proteger y cuidar al pueblo y al más débil, en realidad lo que hacen es explotarle y pisarle, dejando cada vez más exangües las arcas del pueblo. El público se lo pasa muy bien, pero llega un momento sobre todo al final de la obra, en el que se le hiela la sonrisa, porque se da cuenta de que Quevedo nos dejó hace 400 años algo que podría estar escrito anteayer. Pagaría por representar esta obra en el Congreso de los Diputados.
LOS DATOS
- Obra
- 'La escuela de los vicios (o cómo los golfos gobiernan el mundo)', de Francisco de Quevedo, producida por Morfeo Teatro y dirigida y dramatizada por Francisco Negro.
- Intérpretes
- Mayte Bona, Francisco Negro y Felipe Santiago.
- Escenario y entradas
- Amaia KZ, el sábado, día 31, a las 20.00 hora. Entradas en la Oficina de Turismo, en la web irun.org/entradas y en la taquilla del Amaia el día del espectáculo. Precio, 7,75 euros.
–Quevedo dio con sus huesos en la cárcel por escribir textos como los que se escucharán el sábado en el Amaia y Morfeo Teatro sufrió ataque iracundos, a través de las redes sociales, cuando estrenó la obra en Madrid.
–Fuimos tachados de sectarios cuando estuvimos durante cinco semanas en el teatro Apolo. Hubo bastante revuelo en foros de tuiteros, unos atacándonos y demonizándonos y otros defendiéndonos. Nosotros permanecimos callados, porque Quevedo es una figura universal que se defiende a sí misma, simplemente por el legado escrito que nos dejó. ¿Pero qué sectarios, si en tiempos de Quevedo no existían los partidos políticos? Lo que sí existía era la corrumpción y el poder, el poder absoluto. La última pena de cárcel por sus escritos la pagó Quevedo en la prisión de San Marcos de León, de donde salió ya muy tocado y al poco murió. Fue un tipo que habló alto y claro en un tiempo el que te podían cortar la cabeza.
–El sábado habrá función teatral en el Amaia, con el aforo al 50% por las medidas de seguridad. ¿Cómo está afectando a su compañía la pandemia?
–La situación es frustrante. Estamos en un desconcierto total. No sólo nosotros, claro, aunque la cultura es uno de los sectores sensibles. Concretamente las artes escénicas, son artes vivas y si no tienes al público en directo, ese contacto se complica. A primeros de año estrenamos otro montaje, 'Ionesco', un gran formato con mucha gente en escena. Fue estrenar y pasar al confinamiento. Estamos viviendo este tiempo con mucha incertitumbre, pero desde la resilencia, porque los cómicos somos muy resilentes. Estamos acostumbrados a vivir un poco al albur de las circunstancias y de las decisiones de otros. Tenemos un modus vivendi diferente, que nos ha ayudados a afrontar la situación.
–¿Y con qué ánimo llegan a Irun?
–Con el alma alegre. Somos unos amantes del País Vasco, tenemos una asiduidad con su público y concretamente con Irun, donde hemos estado varias veces. Lo triste es que tengamos que ir en estas circunstancias, pero esperamos que mientras esté en el teatro, la gente se divierta y disfrute de la obra.
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