Noticia publicada en Diario Vasco,el martes día 2 de Noviembre de 2021.
Los rituales funerarios se adaptan a los nuevos tiempos
Día de Difuntos. En algo más de la mitad de los fallecimientos se opta por la cremación y, desde hace un mes, la comarca del Bidasoa cuenta con este servicio en el Tanatorio Araso
La cremación como método para despedir el cuerpo de personas fallecidas es una práctica con miles de años de antigüedad. Las huellas de las primeras cremaciones que se realizaron en Europa tienen más de 4.000 años. Reprobado por el cristianismo, alrededor del siglo V este sistema había prácticamente desaparecido en el continente; y no fue hasta mediados del siglo XX cuando la Iglesia católica levantó la prohibición de incinerar a los fallecidos. La cremación ha ido ganando terreno y, en la actualidad, se calcula que en algo más de la mitad de los casos se opta por esta práctica frente a la inhumación.
¿El motivo? «Simplemente, los ritos funerarios están cambiando», resume Raquel Alonso, técnica especialista en tanatopraxia y atención a las familias en situaciones de duelo. Trabaja en el Tanatorio Araso, que se puso en funcionamiento hace poco más de un mes ofreciendo a la comarca del Bidasoa un servicio de cremación con el que hasta ahora no contaba; las familias debían desplazarse a Errenteria o Donostia para incinerar a sus seres queridos.
El dato es que en «alrededor del 55%» de los fallecimientos se opta por la cremación, explica Mario Palacios, socio del tanatorio. En las instalaciones de Araso hay dos hornos crematorios y todo un sistema de filtración «que ha pasado todos los controles» para que lo que se emite a la atmósfera sea «sólo vapor», explica. El proceso de incinerar un cuerpo dura, aproximadamente, tres horas.
La importancia de la formación
Los hornos crematorios de Araso están situados en un espacio separado por una cristalera de la denominada sala de despedida. El ventanal se puede tapar o no, en función de los deseos de la familia del fallecido. Ambos hornos tienen una pequeña mirilla, poco mayor que la circunferencia de una moneda, para dar la opción de contemplar, si así se desea, las llamas. Nunca se ve arder el ataúd, pero sí se puede ver ese asomo del fuego: «todo es un ritual: el tiempo del velatorio, el destino final... El último paso, en la cremación, es también un ritual muy importante», explica Raquel Alonso. Una opción puede ser colocar sobre el féretro, antes de introducirlo en el horno crematorio, una foto del fallecido: a veces, durante el velatorio, la tapa se mantiene cerrada pero «en el momento final, si no hemos visto al ser querido en todo el proceso, es como que el cerebro no termina de asimilar lo que está viendo. Al ver la imagen de la persona... Es una despedida más completa». A ello contribuye también esa visión de las llamas, a través de la mirilla: «es la última despedida».
Otro momento «clave», subraya Alonso, es «la entrega de las cenizas: es un acto súper importante y hay que prestar atención a los detalles. Estás entregando al padre, la madre, el hermano... de esa familia. No puedes hacerlo como si les dieras cualquier cosa. Hay que dejarles tiempo para reflexionar, para procesar... Es un momento delicado». La especialista señala que a todos estos detalles «hasta hace poco, no se les ha dado la importancia que tienen». Ella misma, «hace seis años», pasó por una «situación delicada» en la que «tuve que pasar por un tanatorio. Todo me dejó tan mal sabor de boca que me dije 'esto hay que cambiarlo'».
Para ello es imprescindible que los trabajadores del ámbito funerario cuenten con una preparación adecuada: el Tanatorio Araso tiene el objetivo de abrir en sus instalaciones un instituto de tanatopraxia que posibilite formarse en este sector. Actualmente, esta opción no existe en el País Vasco: «queremos poder formar a las personas y acreditar las unidades de competencia y certificados de profesionalidad, sin que tengan que desplazarse a otras comunidades». El sector exige prepararse en diferentes facetas: «es importante que el profesional funerario esté formado en todas las etapas, desde la preparación higiénico-sanitaria del fallecido hasta la atención a las familias», explica Raquel Alonso.
Diferentes despedidas
Ese cambio en los rituales funerarios se observa no sólo en el método escogido para despedir el cuerpo, o en una formación más completa: la realidad de una sociedad multicultural y diversa se impone también a la hora de despedir a los seres queridos. En Araso existe una sala en la que se pueden oficiar pequeñas ceremonias previas a la cremación, que puede adaptarse en función del credo o las preferencias de la familia: Mario Palacios explica que «si el fallecido era católico, podemos colocar una cruz y traer a un sacerdote», adaptar la sala a otra religión o a una despedida laica.
En un formato u otro, con unas creencias u otras, lo que no cambia ante el fallecimiento de un ser querido es la necesidad de despedirle y el dolor ante la pérdida: «nuestro trabajo es reconfortar y dar tranquilidad a las familias, que bastante tienen. Darles la confianza de que si necesitan cualquier cosa para sentirse mejor, puedan recurrir a nosotros», resume Raquel Alonso. Mario Palacios añade que desde el Tanatorio Araso «trabajamos con todos los seguros. Es la familia la que elige dónde quiere llevar a su ser querido fallecido».
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