Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa el domingo 10 de Octubre de 2010.
IRUN
«Seamos padres de nuestros hijos y no colegas y apoyemos a los maestros»
El Juez de menores reflexionó en voz alta sobre educación en el encuentro organizado por el Foro Ciudadano. Lleno en el Amaia para asistir a la conferencia de Emilio Calatayud
10.10.10 - 03:22 -
MARÍA JOSÉ ATIENZA IRUN.
Hablando de educación, vayan dos sobresalientes: uno, para el Foro Ciudadano y la Caixa, que trajeron a Emilio Calatayud a Irun y otro, para el propio conferenciante. Quienes acuden a menudo al auditorio del Amaia saben que no es fácil conseguir el lleno, pero el juez de menores de Granada puso de manifiesto, en la noche del viernes, su poder de convocatoria.
Para empezar, dejó claro que él no representa a nadie más que a sí mismo y que sus opiniones son sólo suyas y por supuesto, discutibles. Se esté de acuerdo o no con sus postulados, hay que agradecerle varias cosas. En primer lugar, su lenguaje llano, en estos tiempos en los que abundan los personajes públicos que parece que hablaran para ocultar lo que están diciendo. En segundo lugar, su sentido común y su compromiso con el trabajo bien hecho. Y otra más: sólo un buen comunicador es capaz de hacer reír a la audiencia, mientras transmite mensajes tan serios.
Perfil de delincuente
Entre el público, muchos enseñantes, padres y trabajadores de servicios sociales siguieron atentos las reflexiones en voz alta de un hombre que ve venir de lejos a los menores en riesgo. No en vano, lleva más de dos décadas juzgando a chavales, desde pequeños infractores hasta condenados por violación y asesinato. Pocos como él saben lo que se escucha por las noches en los centros de internamiento. Cuando las puertas de las celdas se cierran detrás de esos tipos duros, las luces se apagan y se hace el silencio, «lo que se escucha son llantos de niños», dice.
Detrás de cada menor con perfil de delincuente, hay, casi siempre, «una historia de fracaso escolar y problemas familiares». Por eso son tan importantes la familia y la escuela. Por eso, frente aquienes promueven el endurecimiento de la Ley del Menor, Calatayud propugna un pacto ajeno a intereses partidistas y defiende la inversión en prevención y en colaboración y coordinación entre sanidad, servicios sociales, educación y justicia.
«La Ley de Protección del Menor nos obliga a todos», afirma, «a la familia, a la escuela, a la sociedad... Si tenemos que llegar a sentar a un menor de 12 años en el banquillo, es que todos hemos fracasado».
Pero algo no estamos haciendo bien. «Cuando un padre compra a su hijo un móvil de última generacióny él se queda con el viejo, es que ha perdido el norte. Cuando todos los fines de semana tenemos miles de jóvenes borrachos, haciendo el botellón en la vía pública, es que hemos perdido en norte».
Sufrimos el complejo de la democracia joven. «Tenemos miedo de hablar del principio de autoridad, cuando el principio de autoridad es fundamental en un Estado de Derecho», asegura Emilio Calatayud. En 30 años, hemos pasado de ser un país preconstitucional a vivir en democracia. «La traducción, en el ámbito de la educación, es que hemos pasado del padre autoritario a la corriente psicológica, según la cual hay que dialogar, argumentar y razonar con nuestros hijos. Y como en España no tenemos término medio, hemos dejado atrás la autoridad y nos hemos convertido el colegas de nuestros hijos. Y no podemos ser colegas de nuestros hijos, porque los dejamos huérfanos».
Los papeles de padres e hijos están claros en el código civil. Los hijos tienen unos derechos y también unos deberes, que están dejando de cumplir. Los padres tienen que velar por sus hijos, alimentarlos, educarlos, procurarles una formación y corregirlos. «¿Pero cómo vas a corregir a un hijo cuando te dice: 'no me toques que te denuncio'?» ¿Cómo va a respetar un niño al maestro, cuando su padre va en busca y captura de ese profesor que ha tenido la osadía de echarlo de clase? «Nos da miedo decir que no. Estamos confundiendo el no autoritario con el no de protección».
La incorporación a la escuela de profesionales capaces de resolver conflictos, la búsqueda de otras vías de formación académica para los chavales que no saben o no pueden estar en un aula, «ser padres y no colegas, apoyar al maestro y procurar que la sociedad deje de ser hipócrita», fueron algunas de las indicaciones que nos ofreció Emilio Calatayud.
pie de fotos: Directo. Emilio Calatayud, durante su conferencia. :: FLOREN PORTU
Aplausos. El público asistente a la conferencia del juez de menores de Granada. :: FLOREN PORTU
Las sentencias de Emilio Calatayud se han hecho célebres. El juez hizo referencia a algunas de ellas en su conferencia. Relató, entre otros, el caso de un «choricillo» que «trabajaba» con su padre. El progenitor conducía una moto y el chaval iba sentado detrás, practicando el clásico tirón del bolso a las señoras. Después, vendían el botín a un socio. Un día, una víctima puso una denuncia por 54 millones de pesetas. La Policía pensó, en un principio, que a la señora se le iba la cabeza. Pero no. Resulta que llevaba en el bolso joyas por ese valor. El padre, ignorante del precio real del botín, lo vendió al socio por 40.000 pesetas. Uno y otro acabaron en la cárcel. El chaval fue condenado a sacarse el Graduado Escolar y dos módulos de FP. Hoy en día es un hombre de orden. La víctima millonaria pagó su educación.
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