Iván Gil - 23/05/2012 - El
Confidencial
“Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las pequeñas
oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de
hambre y quién no. Por tanto, estos especuladores financieros deben ser juzgados y condenados,
reeditando una especie de Tribunal de Núremberg”. Con esta aplastante
contundencia despacha Jean
Ziegler, vicepresidente del Consejo consultivo de Derechos Humanos de la
ONU , su particular análisis del actual momento histórico.
La dilatada trayectoria diplomática de este profesor emérito en la
Universidad de Ginebra y comprometido analista internacional, que fue relator
especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación durante ocho años, impide
que le tiemble la voz a la hora de señalar con el dedo inquisidor a los
‘culpables’ de la crisis sistémica. “No puede ser que en un planeta con los
recursos agroalimentarios suficientes para alimentar al doble de la población
mundial actual, haya casi una quinta parte de sus habitantes sufriendo infra
alimentación”. En su último libro Destrucción Masiva. Geopolítica del
hambre (Península), que Ziegler presentó ayer en Madrid, pone sobre la mesa
una serie de cuestiones molestas de las que otros diplomáticos ni siquiera se
atreven a hablar en los pasillos de la ONU. Unas críticas irreverentes que ya
ventiló en otros trabajos como El hambre en el mundo, Los nuevos amos
del mundo y aquellos que se le resisten, El imperio de la vergüenza o
El odio a Occidente. “Hay que
multiplicar rápidamente las fisuras en el muro capitalista para derrumbarlo y
crear un nuevo orden mundial más justo”.
Su receta para revertir esta situación es, si cabe, tan radical o
más que su tesis sobre la generación de las desigualdades: “Ocupar masivamente los bancos,
nacionalizarlos y confiscar las arrogantes riquezas robadas por los
especuladores financieros”. Una extremista postura que lo lleva incluso a
criticar la incapacidad de movimientos de la sociedad civil como el 15M en
España u Occupy Wall Street en Estados Unidos. “Reconozco que son símbolos
importantes y que han logrado la simpatía de la sociedad, pero todavía son
insuficientes para quebrar la actual relación de fuerzas si no desembocan en una
huelga general. Hay que darse cuenta de
que en el orden mundial reina una violencia estructural que se debe combatir con
una contraviolencia basada en la resistencia pacífica”.
La migración de los
grandes fondos especulativos a los mercados de materias primas,
principalmente de la agroalimentación, la cual creció exponencialmente en el
trienio 2005-2008 como explica Ziegler en su último libro, “es el origen de esta
crisis genocida porque han disparado el precio de los alimentos básicos”. A
pesar de la ‘destrucción masiva’ conceptualizada por Ziegler, el diplomático
exhibe su característico optimismo de luchador a contracorriente y asegura que
esta situación creará la conciencia social necesaria para “multiplicar
rápidamente las fisuras en el muro capitalista, que acabarán derrumbándolo y
creando un nuevo orden mundial”.
La insurrección será por el hambre o no será.
El primer paso, explica, es darse cuenta de que “los criminales
financieros son el enemigo común de los europeos, de los africanos y del resto
de la población que sufre de hambre y desempleo en el mundo. Unos oligarcas que monopolizan los beneficios
y privatizan los servicios y recursos”. Para Ziegler, esta toma de
conciencia será el advenimiento de una
nueva forma de solidaridad internacional entre todos los pueblos, que
posteriormente se transformará en un “frente de resistencia intercontinental”.
La lucha de clases es absolutamente
inevitable porque no se puede mantener el sufrimiento de forma
permanente.
Un convencimiento “total”, pero que se transforma en duda cuando se
le pregunta por los riesgos y los pilares sobre los que se fundará este
alzamiento popular. “Es un misterio, no
puedo hablar de la revolución porque se trata de la libertad liberada en las
personas y los procesos revolucionarios son imposibles de prevenir porque tienen
sus propias leyes y no son conocidas”.
Lo que sí tiene claro Ziegler es que la insurrección, como ha
ocurrido en la mayoría de estos procesos a lo largo de la historia, se producirá
por el hambre. “La hambruna ya es una
realidad en las banlieues parisinas y el pueblo español también está sufriendo la
pobreza, como el resto de Europa”. En este contexto, indica, la lucha de
clases es “absolutamente inevitable porque las oligarquías capitalistas no serán
capaces de reeditar el genocidio americano de los indios, ya que es imposible
matar a todo un país como España y hacerle aceptar permanentemente las cadenas”.
“España no debería pagar su deuda porque es delictiva e
ilegítima”
Las “cadenas” a las que retóricamente se refiere este diplomático
de la ONU estarían impuestas por las políticas económicas de laausteridad, que califica como
“absurdas y destructoras”. Los teóricos del neoliberalismo, añade, “nos han
hecho creer que hoy en día la austeridad es la única política posible, pero sólo
se aplica a la clase trabajadora y nunca a los banqueros. Estas políticas tienen un límite objetivo y
no van a resolver los problemas”. Hollande y Obama deben formar una
alianza en favor de las políticas económicas del crecimiento
En contraposición a estas recetas neoliberales, Ziegler defiende
unas políticas centradas en el crecimiento. Esta es la única esperanza que
deposita en los representantes políticos, aunque matiza que de forma
“extremadamente leve”. Sus protagonistas no podrían ser otros que François Hollande y Barack Obama. “Ambos deben formar una
alianza por el crecimiento basada en la inversión pública, el incremento del
salario mínimo, las prestaciones sociales, la búsqueda del pleno empleo y la
lucha contra la desindustrialización”.
Para el vicepresidente del consejo consultivo de Derechos Humanos
de la ONU estas políticas no son la solución final si no van acompañadas de un despertar de la
sociedad civil y, sobre todo, del impago de la deuda. “Los dirigentes españoles
deben hacer lo mismo que ha hecho Rafael Correa en Ecuador, es decir, negarse a
pagar la deuda, cuya amortización ya es altísima, porque es odiosa e ilegítima.
Esto es, se ha creado, en gran parte, por la delincuencia financiera y la
corrupción política, sin materializarse en inversiones reales”.
Una perspectiva que lo lleva incluso a cometer el atrevimiento de
recomendar a los españoles que objeten en la declaración de la renta al porcentaje del gasto
dedicado a la deuda pública. Una campaña lanzada desde el 15M que califica de
“necesaria, inteligente y eficaz”. Todos estos elementos en su conjunto, unidos
a la inflación, podrán acabar con las “deudas injustas”.
Refundar la ONU para instaurar un nuevo orden mundial.
La Organización de las Naciones Unidas debe tener un papel central
en el futuro escenario mundial. Como explica Ziegler, la ONU se fundó con el
objetivo principal de defender el interés general de los pueblos y promulgar los
principios recogidos en la Carta de los Derechos Humanos. Sin embargo, “los
mercenarios han pervertido su papel y destruido su credibilidad moral”. Entre
ellos, no duda en señalar al exsecretario general Ban Ki-Moon o al presidente del
consejo de selección de los relatores, el hondureño Roberto Flores, “quien apoyó el golpe
de Estado en su país en 2009” . Los mercenarios han pervertido el papel de la
ONU y destruido su credibilidad moral.
Para Ziegler, la refundación de esta organización pasa por
imprimirle “mucha más democracia” eliminando el poder de veto de las naciones
integrantes del Consejo de Seguridad, limpiándola de “golpistas” y eliminando
las prebendas del FMI y el BM. El
neoliberalismo delictivo, concluye el diplomático, debe acabarse
ya.
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