Cogido del archivo PPS de Tomás Doran en Internet
TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS
Por Gabriel
Vénica
En
1969, en la Universidad de Stamford (EEUU),el Prof. Phillip Zimbardo realizó un
experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados. En la calle, dos
autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color.
Uno
lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y
el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos
idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de
especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada
sitio.
Resultó
que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas
perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable
se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron.
En
cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto… Es común atribuir a
la pobreza las causas del delito.
Atribución
en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y
de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando
el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una
semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo
Alto.
El
resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la
violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del
barrio pobre.
¿Por
qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro
es capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No
se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología
humana y con las relaciones sociales.
Un
vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de
desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de
ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que
sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos
cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia
irracional.
En
experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling), desarrollaron la
“teoría de las ventanas rotas”, misma que desde un punto de vista criminológico,
concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el
desorden y el maltrato son mayores.
Si
se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto
estarán rotos todos los demás.
Si
una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie,
entonces allí se generará el delito.
Si
se cometen “pequeñas faltas” (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite
de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces
comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.
Si
se permiten actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños,
el patrón de desarrollo será de mayor violencia cuando estas personas sean
adultas. Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son
progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus
casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente
son progresivamente ocupados por los delincuentes.
La
teoría de las “ventanas rotas” fue aplicada por primera vez a mediados de la
década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el
punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas
transgresiones: grafitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones,
puestos callejeros, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje,
pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes, comenzando por lo
pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro.
Posteriormente,
en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las
ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de
“tolerancia cero” la estrategia consistía en crear comunidades limpias y
ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia
urbana.
El
resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de
la ciudad de Nueva York.
La
expresión “tolerancia cero” suena a una especie de solución autoritaria y
represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de
condiciones sociales de seguridad. No se trata de linchar al delincuente, ni de
la prepotencia de la policía, de hecho, respecto de los abusos de autoridad debe
también aplicarse la tolerancia cero.
Se
trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los
códigos básicos de la convivencia social humana.
Frente
a la cantidad de mentiras y mediocres explicaciones dadas por algunos de
nuestros gobernantes de turno, autoridades de instituciones educativas, efes y
líderes comunitarios sobre este tema, es bueno volver a leer esta teoría y de
paso, difundirla.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario