El dron y el panel explicativo sobre su proyecto en la feria Krea
Desde que a través de su módulo de topografía el Instituto Bidasoa entró en contacto con las aeronaves no tripuladas (UAV por sus siglas en inglés), no ha parado de trabajar en el desarrollo de sus usos potenciales. Adquirió uno de estos drones y, gracias a un proyecto desarrolado en 2012 con fondos del Gobierno central y en colaboración con empresas y otras comunidades, ha podido profundizar en esa investigación. Una de las aplicaciones prácticas que más interés ha despertado ha sido su uso en agricultura mediante el añadido al aparato de una cámara multiespectral. «Nos permite ver el estado de cada planta», explica Alberto Arranz, profesor responsable del proyecto que está desarrollando el centro con la bodega Hiruzta de Hondarribia, financiado por fondos europeos desde el programa A3 de Innov Mugabe. «Abonamos más unas líneas, otras menos, otras aún menos... Y vemos cuáles son las plantas que mejor responden. Lo mismo con el riego, los pesticidas y otras variables. Algunos resultados están siendo inesperados»; es decir, ya están sirviendo para mejorar. Todo ello fue presentado durante la feria Krea.
Otro uso potencial del dron está asociado a una cámara termográfica. «En un sólo vuelo, el UAV daría una imagen térmica del edificio, por dónde pierde calor». El Instituto Bidasoa se va a hacer con una de esas cámaras. «Al principio, muchas empresas topográficas nos pedían que les enseñaramos los usos del dron. Ahora también empresas agrícolas. Y empezamos a tener demanda de ingenierías, constructoras, aparejadores... por el tema de la eficiencia energética y creemos que es un campo que podemos desarrollar y en el que formar a nuestros alumnos».
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