IRUN
«Sólo una pequeña parte de los jóvenes desarrolla consumos problemáticos»
La socióloga Teresa Laespada ofreció la charla 'Drogas, alcohol y ciudad: riesgos y consecuencias', invitada por la asociación Aialdean
29.03.14 - 00:06 -
JOANA OCHOTECO | DIARIOVASCO.COM |
«Irun tiene una de las tasas más bajas de consumo de alcohol y drogas de Euskadi»
«Debemos remar todos en la misma dirección y no enviar mensajes contradictorios»
La recientemente constituida Asociación Aialdean celebró el jueves su primera conferencia. La socióloga, profesora y directora del Instituto de Drogodependencias de la Universidad de Deusto, Teresa Laespada, protagonizó este primer acto en el Museo Oiasso, acompañada por el presidente de Aialdean, Sergio Corchón. Bajo el título 'Drogas, alcohol y ciudad: riesgos y consecuencias', la ponente centró su intervención en el colectivo más vulnerable a las adicciones: los adolescentes y jóvenes.
«Les miramos desde nuestros propios principios, bajo los parámetros de lo que nosotros fuimos cuando éramos adolescentes». La socióloga incidió en que «es necesario contextualizar. El ambiente condiciona el proceso que viven, y más con la crisis económica». Precisamente, quienes son ahora adolescentes «nacieron a finales del siglo XX y principios del XXI. Son hijos del hiperconsumismo, de sociedades en las que hemos vivido una bonanza económica brutal»; y también «son hijos de un proceso de globalización. Saltan las barreras del espacio y del tiempo y tienen amigos en todo el mundo». Además, de la mano del boom de las nuevas tecnologías relacionadas con la comunicación, son una generación «permanentemente conectada».
Éste es el punto de partida, pero las circunstancias actuales «están revertiendo sobre ellos todas las condiciones de la crisis económica. Hay que cuidar y mimar mucho a esta generación», subrayó Teresa Laespada, «porque están empezando a darse cuenta de que su futuro es bastante negro. Y continuamente se lo estamos diciendo, algo que me preocupa mucho porque les cerramos algo que es fundamental en la juventud: la necesidad de ver una posibilidad de futuro mejor, de crecimiento».
Otra de las características de esta generación es que no conocieron los estragos provocados por el consumo de drogas, especialmente por la heroína, en los años 80. «No han visto las jeringuillas tiradas en la calle, ni a los toxicómanos; no saben lo que significa esa imagen». Por el contrario, «la única asociación que tienen ellos con las drogas es la estimulación, diversión, la noche...». Ello conlleva «una banalización de los consumos de droga». No obstante, hay que tener claro otro factor: «nuestros jóvenes aprenden de nosotros las constumbres al relacionarse con el alcohol y las drogas, no se las han inventado».
Seguridad versus libertad
Hay otra circunstancia que define el entorno en el que se están desarrollando nuestros jóvenes: «en esta sociedad estamos primando la seguridad frente a la libertad. Cuando nuestros chicos salen a la calle, los padres se preocupan mucho de que lleven el móvil encima para poder localizarlos». La ponente se refirió también a «una igualdad de género más aparente que real».
Además, los jóvenes «aprenden por la experimentación, y en una especie de 'puzzle de valores': reciben valores de la familia, la escuela, los medios de comunicación... Y muchas veces, contradictorios». Por ello, «se pasan la adolescencia y la juventud probando lo que encaja y lo que no en su vida». La realidad es que «hay chicos y chicas con mucho potencial, asentados y con la cabeza bien armada. Pero hay otros, no más del 10-15%, que se 'tambalean'». Desgraciadamente, es éste colectivo el que suele utilizarse como reflejo de los jóvenes en general, en los medios de comunicación y otros ámbitos.
En cuanto a la relación de los adolescentes de hoy en día con el alcohol, drogas u otras sustancias adictivas, Teresa Laespada recordó que esta generación «es producto de los años 90; década que cristalizó un nuevo modelo de ocio. De lunes a viernes, todo se estructura en torno al fin de semana, deseando que llegue. Es el elemento central de ocio, que estructura la vida de los jóvenes». Esto se suma al ocio concebido en torno a los establecimientos hosteleros y el alcohol, y el resultado es que «9 de cada 10 adolescentes ya ha probado el alcohol al cumplir la mayoría de edad».
En torno al consumo de alcohol entre los jóvenes, la socióloga ofreció un dato positivo en lo que se refiere a Irun: «tenéis una de las tasas más bajas de consumo de alcohol y drogas de todo Euskadi», según una encuesta realizada a 2.300 jóvenes.
El único riesgo que les queda
Volviendo al aspecto de la sobreprotección, «tenemos a los jóvenes tan controlados que les dejamos pocos márgenes de riesgo. Y ellos tienen que experimentar. En generaciones anteriores experimentar con riesgos era subirse a un árbol, tirarse al río sin protección... Les mantenemos en marcos de seguridad muy buenos», y el ámbito que les queda para la experimentación y el riesgo son «el alcohol y las drogas».
La presión grupal, los ritos de iniciación... Son factores que empujan a nuestros jóvenes a beber o fumar por primera vez. «Pueden tener unos años de consumo compulsivo, pero la inmensa mayoría aprende a atemperarlo», subrayó Teresa Laespada. «Sólo una pequeña parte desarrolla consumos problemáticos». Éstos últimos son jóvenes que «acumulan una serie de factores de riesgo: dificultades de integración, problemas familiares o en los estudios... El alcohol les ayuda a ser protagonistas, tener un papel en el grupo...».
Entre las drogas ilegales, el cannabis sigue siendo la más consumida: «el 60% de los adolescentes entre 16 y 18 años lo ha probado. Son cifras elevadas, pero en los últimos años se ha experimentado una bajada». Respecto al resto de drogas, lo positivo es que «el 87%» de los jóvenes no va más allá del porro. «Los que se pasan a anfetaminas, cocaína, speed... Son un porcentaje muy pequeño».
¿La conclusión? «Toda la sociedad debe educar, y el papel de los medios de comunicación es importante. Necesitamos remar todos en la misma dirección y no enviar mensajes contradictorios», además de «poner a los adolescentes en el punto central. No infantilicemos sus comportamientos, porque deben ser responsables de ellos», concluyó Teresa Laespada.
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