El futuro en el presente de cada estudio, cada taller, cada casa
- I. M. | IRUN.
El taller de impresión 3D que Tumaker ofreció a una decena de empresas durante Krea despertó mucho interés. «Viéndolo funcionar, está claro que esto es el futuro», decía uno de los curiosos. «No, no; esto ya es el presente», le corrigió Juncal Eizaguirre responsable de Comunicación de Tumaker.
Esta empresa oiartzuarra, nacida de la filial de I+D de K35, lleva año y medio fabricando y comercializando un modelo de bajo coste de impresora 3D. Iñigo del Teso, miembro de Tumaker, explica que la idea es «un producto asequible pero de calidad. Un sistema limpio y eficaz que pueda poner en mi taller, en mi oficina, en mi estudio, o en casa, junto a la tele».
«Estamos viendo que en las piezas más pequeñas no es tan preciso como las impresoras 3D industriales», señalan desde una empresa participante en el taller. «Pero, en general, da muy buenos resultados. Podría servirnos para ver el aspecto de una pieza o su encaje mecánico; ahora si queremos hacer eso, lo tenemos que subcontratar».
Es difícil enumerar para qué se puede usar esta máquina, denominada Voladora. «Desde que salió, no hemos dejado de ver nuevas posibles aplicaciones que se les han ido ocurriendo a nuestros clientes».
Es obvio pensar en adornos o maquetas de arquitectura; pero la Voladora también ha creado piezas industriales, por ejemplo, para la herramienta de compresión de Alkar con la que comparte esta página. La usa «un podólogo para hacer plantillas, una escuela de prótesis que quiere hacer piezas a medida, un dentista que crea un modelo impreso de los dientes de su cliente para hacer fundas más precisas...» En estos casos, se emplea además un escáner 3D, diseñado y fabricado también por Tumaker, por el propio Del Teso. «Es una cámara, un proyector y un panel de calibración. El proyector envía patrones, la cámara los percibe y el panel sirve de referencia». Un software convierte toda la información en un modelo 3D inmediatamente imprimible. «Todo el escáner, programa incluido, vale 1.000 euros, muy lejos de los 20.000 que cuestan otros».
En plástico y 'madera'
La Voladora, según prestaciones, oscila entre los 1.200 y los 1.500. ¿Y la 'tinta'? «Eso preocupa a mucha gente. Te dice que su impresora de papel les costó 50 euros, pero por cada cartucho pagan 40. En este caso no es así. Una bobina de 750 gramos, que cunde mucho, oscila entre 30 y 40 euros según el material». Hay plásticos con distintas propiedades, más rígidos, más flexibles, otros solubles que sirven de estructura en piezas complejas y luego 'desaparecen'... Y madera. ¿Madera? «En realidad son partículas diminutas de madera con un plástico especial, pero da un acabado bastante real. Se puede usar también un serrín fino con resina, 100% natural, pero de momento da problemas, hay riesgo de que se atasque». Dice 'de momento', porque en este año y medio «no hemos dejado de mejorar y vamos a seguirlo haciéndolo».
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