«Lo hemos hecho las personas»
El Hospital comarcal del Bidasoa celebra sus bodas de plata. Seis de los profesionales que trabajan en las instalaciones desde su apertura, en 1989, repasan estos primeros 25 años de andadura
- JOANA OCHOTECO
- IRUN
El primer paciente del Hospital comarcal Bidasoa llegó a las 19.00 horas del 30 de mayo de 1989 con una fuerte migraña. Así comenzaba la historia de este centro que ahora celebra sus bodas de plata. Durante aquellos primeros días, hace 25 años, «la gente aún no estaba segura de si el hospital estaba ya en funcionamiento o no. Se asomaban por la puerta y preguntaban: '¿Está abierto, se puede...?'».
Lo recuerdan los enfermeros Manuel Cerezal, Concepción Castellanos y Mª Jesús Alfonso; el radiólogo Enrique Bello; el celador Santiago Chávarri y la administrativa Josefina Piñeiro. Todos ellos comenzaron a trabajar en el Hospital Bidasoa hace 25 años, y continúan allí. De hecho, 90 de los profesionales del centro sanitario, en el que trabajan en torno a 500 personas, lo hacen desde 1989. «Que casi 100 personas de las que empezaron sigan aquí da un empaque al hospital», afirma la gerente del centro, Itziar Pérez Alustiza. Ella y los seis profesionales citados repasan estos 25 años del Hospital Bidasoa.
Cuando rememoran los albores del centro, coinciden en recordar unos inicios «con mucha energía. El sitio era nuevo, éramos muy jóvenes y teníamos muy buena voluntad. Entre todos nos ayudábamos para que las cosas echasen a rodar». La situación de entonces era diferente a la de hora, por ejemplo, en el número de pacientes, muy inferior en aquellos tiempos: «incluso, podían elegir una habitación con vistas a Jaizkibel».
Familiar y accesible
El del Bidasoa «era un hospital diferente, con mucha luz, patios amplios con flores... Para lo que era habitual en aquella época, este centro era otra cosa». Los trabajadores recuerdan que, cuando se inauguró, «se hicieron visitas guidas a las asociaciones de vecinos, el hogar del jubilado, los colegios... La población asumió el hospital como propio desde el primer momento, y eso es bueno. Era una insfraestructura que hacía falta». Además, «como es un hospital pequeño, todos los trabajadores nos conocemos y eso tiene sus ventajas. Es un hospital muy familiar. La accesibilidad y la predisposición es muy importante, y eso es algo que nos caracteriza». «Siempre he pensado que este hospital lo hemos hecho las personas, estoy convencida», apunta Concepción Castellanos.
En estos 25 años, los mayores cambios se han experimentado en el plano técnico: «no tiene nada que ver lo de entonces con lo de ahora. El hospital ha ido contando con más y mejor tecnología, asumiendo más servicios que antes se derivaban...». Por ejemplo, desde hace años «las radiografías ya no se imprimen, todo está informatizado. Aunque algunos pacientes la demandaban, querían su sobre con la radiografía, como se había hecho siempre...». La gerente del comarcal indica que «este hospital ha sido pionero y piloto en muchas cosas, y lo podemos decir con la cabeza bien alta. El centro, además, siempre se ha caracterizado por una gestión eficiente y sostenible».
La accesibilidad del hospital, cuyo ámbito de influencia son las localidades de Irun, Hondarribia y los municipios de Navarra más cercanos, tiene también un aspecto menos positivo que se da en toda la sanidad en general: el uso inadecuado del servicio de urgencias. «Hay que hacer un buen uso, no se puede venir por un catarro», indican los profesionales. Además, recuerdan, los hospitales de atención primaria del centro y de Dunboa también disponen de un servicio de urgencias. «Se ha pecado de falta de educación sanitaria hacia la ciudadanía, pero no es algo que suceda sólo en este hospital, sino en todos». El servicio de urgencias del comarcal «es un recurso que se tiene que utilizar para las patologías graves; las demás, deben atenderse en atención primaria y los puntos de atención continuada», señala Itziar Pérez. En este sentido, Mª Jesús Alfonso recuerda también que al servicio de urgencias «no se accede por orden de llegada, sino en base a la gravedad de cada paciente. Eso hay que dejarlo claro».
No obstante, también se da el extremo opuesto a esta situación: «los navarros apenas se quejan», comenta Mª Jesús Alfonso. «Vienen con dolor en el pecho y te dicen 'tengo una trixtura por aquí...' E igual es un infarto. Recuerdo un día que operamos a uno de apendicitis. Llevaba desde el viernes con dolor, y había pensado ir el lunes al médico. Pero ya el domingo, con 40 de fiebre, algún familiar le convenció para que viniera. El hombre se disculpaba: 'si yo quería esperar a mañana, e ir al médico de Lesaka...'. ¡El navarro cuando viene, viene de verdad!».
Historias cómicas y humanas
Como no podía ser de otra forma, los profesionales del hospital guardan en su memoria multitud de anécdotas e historias, tanto cómicas como muy humanas, que han sucedido a lo largo de este cuarto de siglo en las instalaciones del centro. El radiólogo Enrique Bello rememora una de ellas: «teníamos un generador monofásico que se estropeaba cada dos por tres... Una de esas veces, se me acercó un señor, un paciente, y me preguntó: '¿quiere que le eche una mano? Que soy del oficio, soy electricista'. Le dejé... Levantó la tapa, miró, me volvió a mirar a mí y me reconoció: 'no puedo hacer nada'».
En el lado más humano, los trabajadores recuerdan los emotivos momentos que se viven en el hospital cada 6 de enero: «ese día nos disfrazamos de los Reyes Magos y visitamos a los pacientes para regalarles un detalle. Los mayores son como niños, es algo impresionante. No se lo esperan y siempre se emocionan mucho...», afirma Manuel Cerezal.
Uno de los lugares más especiales del centro médico, coinciden todos los trabajadores, es el 'Rincón de la memoria': «es uno de los jardines del hospital, que está dedicado a los trabajadores que han fallecido. Hay una placa de recuerdo, un limonero en homenaje a una persona y una estela de Néstor Basterretxea», señalan.
Uno de los servicios del hospital más valorado por la población es el del ingreso domiciliario: «la ciudadanía lo aprecia muchísimo. Funciona muy bien y los comentarios son siempre buenos». Itziar Pérez explica que «intentamos trabajar de forma lo más coordinada posible. De hecho, desde 2011 somos una organización integrada (OSI). Se intenta que haya un contacto directo con los médicos de atención primaria. Al mejorar la comunicación entre los profesionales, el paciente no tiene que venir tanto al hospital».
Al preguntarles por la posibilidad de que las madres de la comarca pudiesen dar a luz en el Hospital Bidasoa, la explicación es tajante y coherente: «ya hay un hospital materno-infantil a quince minutos. No podemos tener todo. El número de partos diarios de la comarca no justifica la existencia de la infraestructura que sería necesaria. Habría que tener más ginecólogos, pediatras, unidad de neo-natos... Eso supone, prácticamente, otro hospital».
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