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sábado, 1 de noviembre de 2014
El cementerio no siempre fue Blaia
Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa,el sábdao día 1 de Noviembre de 2014.
El cementerio no siempre fue Blaia
El actual camposanto se ha ampliado y reformado varias veces en sus poco más de 100 años de historia. Hasta su apertura, los irundarras emplearon otros lugares para dar sepultura a sus difuntos:el frente de la parroquia del Juncal y Kostorbe
IÑIGO MORONDO
Como cada 1 de noviembre, hoy, muchos irundarras se acercarán al cementerio municipal a visitar a sus parientes fallecidos y adornar con crisantemos y otras flores las lápidas de sus tumbas. Para las generaciones de irundarras del último siglo, este 1 de noviembre es el día para visitar Blaia, pero no fue siempre éste el lugar en el que los habitantes de la ciudad dieron sepultura a sus difuntos. Blaia tiene poco más de 100 años de historia y se conocen al menos dos ubicaciones que lo precedieron como cementerio del municipio.
El secular espacio del Juncal
Las primeras referencias a una zona de enterramiento en la ciudad la ubican ante el templo dedicado a la advocación de Santa María del Juncal. En el espacio de la actual plazoleta, se encontraba un recinto abierto que los irundarras de entonces empleaban para las inhumaciones, aunque también como punto de encuentro de los vecinos en concejo abierto. Tras una invasión francesa en el siglo XV, la iglesia quedó seriamente afectada y su remodelación, unos años después, incluyó una ampliación que obligó a desplazar las sepulturas más próximas al templo que, no por casualidad, correspondían a las familias locales de mayor abolengo:Aranzate, Iparraguirre, Irigoyen, Larreandi...
En el siglo siguiente se construyó la parroquia que ha llegado hasta nuestros días. Al disponer de ella, las autoridades locales llegaron a plantearse en 1.700 trasladar las tumbas a su interior, aunque finalmente optaron por mantenerlas fuera. Al final de ese siglo, el camposanto empezaba a evidenciarse demasiado pequeño y aunque con diversas medidas (volver a inhumar a los clérigos dentro de la parroquia) y obras (construir osario y almacen de ataúdes) se consiguió ir retrasando el problema, en 1.848 hubo que extender el espacio del cementerio al reservado para jardín que las autoridades eclesiásticas habían solicitado que se mantuviera a las puertas de la iglesia.
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