«Nuestra relación con los franceses sigue muy marcada por los tópicos»
Desde principios de año, dirige las tertulias en francés de Ikust Alaia, una actividad abierta y gratuita donde se tratan temas del país vecino con contenido cultural
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
Ha sido profesora de español en Francia y de francés, en España. Pamplonesa de nacimiento, Mónica Zafra ha vivido en Bretaña y en París y, desde hace diez años, reside en Hendaya. Conoce bien a nuestros vecinos galos y sabe cómo nos ven en el país de Molière. La rivalidad ha marcado históricamente nuestras relaciones «y eso no desaparece de la noche a la mañana», dice. En cierta manera, somos herederos de viejas trifulcas y seguimos atados a los tópicos, pero «las nuevas generaciones viven al margen todo eso». Los intercambios escolares y las becas Erasmus han favorecido mucho el conocimiento mutuo.
-¿De qué hablan en sus tertulias?
-De temas con contenido cultural. No se trata sólo de hablar, porque eso se puede hacer en un café. Es algo más. Se trata de acercar a la gente a la cultura francesa, a través de temas sacados de la actualidad que tengan una validez general, intemporal. Eso da pie a que la gente se enfrente, debata y aprenda a dialogar.
-¿Cuál es el perfil de los participantes en la tertulias?
- La mayoría son personas mayores de 50 años, con unas trayectorias muy interesantes; gente que emigró en los años 50 y 60, gente transfronteriza... Todos con un nivel avanzado de francés.
-Usted misma es transfronteriza. Lleva diez años viviendo en Hendaya.
-Como dicen los franceses, en Hendaya hay gente de 'partout' y te sientes un poco de ninguna parte. Hay gente que vive allí, totalmente de espaldas a la vida francesa; gente que casi no habla francés pero que se siente más francesa que española; emigrantes de los años 60 con sus hijos, que ya son franceses; nuevos emigrantes de Donostialdea y Bidasoa que han ido allí a comprar casa; familias con hijos que han emigrado por las ventajas sociales; franceses que no son hendayeses; franceses que trabajan a este lado y tienen los clientes aquí...Es una burbuja muy particular. Pero esa es sólo una parte que no representa a todo lo que es Hendaya.
-A pesar de estar tan próximos y de compartir tantos espacios con los franceses, ¿cree que nos conocemos? ¿Nos interesamos mutuamente o nos quedamos apalancados en los tópicos?
-Funcionamos a base de tópicos porque es la manera que tenemos de explicarnos las cosas. Nuestra relación sigue marcada por los tópicos. Los tópicos existen porque hay una base real. Hay una rivalidad histórica entre franceses y españoles y eso no desaparece de la noche a la mañana. Pero creo que la gente joven empieza a funcionar de otra manera. Tiene menos prejuicios. Hay muchos jóvenes que han venido aquí o que han ido allí a estudiar, que han hecho intercambios. Las becas Erasmus han colaborado mucho. Entre la gente joven, las diferencias están cada vez menos acentuadas.
-¿Hay tópicos sobre la imagen que proyectamos en la Francia que usted ha conocido como profesora?
-Me llamó mucho la atención la imagen enquistada que tienen en Bretaña. Apenas hay emigrantes españoles allí. Somos bichos raros. Les sorprendía que yo fuera una persona con cultura. Les llamaba la atención la competitividad de las empresas españolas. Había un trabajo de campo hecho durante muchos años para que se tuviera esa imagen de la Europa perezosa de los países del sur. En París fue muy diferente. Trabajé en una zona industrial, en un instituto en el que el 70% de los profesores era de origen magrebí o del África subsahariana. Conocí a mucha población magrebí de tercera generación, que ya no era inmigrante, sino parte de la sociedad francesa. Eso llegará aquí algún día.
-¿Ellos son demasiado ceremoniosos y nosotros maleducados? ¿Es un tópico? ¿Tiene base real?
-Ellos guardan más las distancias y siempre hablan de usted. Pero es un usted que no tiene las mismas connotaciones que el nuestro. Es un usted que les petrmite estar mucho más cómodos. Simplifica mucho las cosas saber que siempre tienes que tratar a las personas de señor o señora, desear buenos días o buenas tardes y saludar dando la mano. Nosotros tenemos más dudas en esas situaciones. Es verdad que están más encorsetados, pero saben qué hacer en cada momento, a la hora de abordar a otra persona y nosotros no sabemos. A ellos, algunas de nuestras formas les descolocan. Yo estuve un tiempo trabajando con una empresa que había sido absorbida por un grupo francés. Los franceses no comprendían que, en España, se tratara al cliente de tú y se le llamara por su nombre. Las profesoras de francés tuvimos que hacer un trabajo importante para hacerles entender que esa forma de hablar campechana que nosotros tenemos es una estrategia que se utiliza aquí para llegar mejor al cliente.
-En sus tertulias se aprende a dialogar. Es algo que los franceses saben hacer muy bien.
-Ellos tienen mucha costumbre de debatir. Tú pones la tele francesa y están siempre debatiendo. Pero tienen mucha capacidad para mantener el tipo, para hablar de temas broncos y para no alterarse, aunque se estén diciendo verdades como puños. A mí me dejan maravillada. A veces, estoy viendo un debate en la tele francesa y pienso: con ese tema, aquí, nos habríamos tirado a la yugular. Mantener la calma como ellos la mantienen no está en nuestra naturaleza. Aquí tendemos a imponer nuestra opinión levantando la voz.
-¿Qué echa de menos de su vida en Bretaña y en París y qué se llevaría si volviera?
-Las personas, por supuesto, y los horarios. Son más prácticos y se trabaja mejor. Pero yo soy un poco meridional, porque mi madre es andaluza. Pese a vivir en Francia, sigo comiendo a las dos y media, porque he vuelto a mis malas costumbres. Y ahora que voy cumpliendo años, veo que la tradición de la siesta tiene mucho fundamento. Pienso que si nos envidian tanto en eso, por algo será. Me llevaría la vida en la calle que nosotros hacemos y que a ellos les encanta. Lo suplen con la vida asociativa. Participan mucho más que nosotros en asociaciones. Nosotros somos bastante más insurrectos y no nos va mucho ese tema. Además, sales a la calle y ya tienes la vida social solucionada. Realmente, esa falta de normas en la vida social que nosotros tenemos es algo muy atractivo para ellos. Pero en el fondo, somos muy parecidos. Discutimos sobre las mismas cosas y nos reímos con los mismos chistes. Nos parecemos bastante más de lo que creemos y quizá por eso chocamos.
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