Abdi Ami Omar (pintor saharaui): «Con mi obra reflejo la tradición, lo bello, la cultura de mi país»
El artista, afincado desde hace unos meses en Irun, expone sus cuadros hasta el día 13 en Laboral Kutxa
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
Abdi Ami Omar nació en los campamentos de refugiados saharauis hace 42 años. A los diez, su destreza pintando murales le permitió pasar un verano en Francia y, después, otro en Bélgica y Holanda, con un programa precursor del actual Vacaciones en Paz pero limitado sólo a buenos estudiantes y niños con aptitudes especiales. Sus capacidades artísticas le llevaron después a Cuba, para seguir formándose como artista mientras continuaba con su carrera académica hasta licenciarse en Arquitectura en 2003. Tocó entonces regresar a su tierra natal
-¿Cómo fue volver a los campamentos tras tantos años?
-En Cuba todo era verde, había dinamismo, actividad. Los campamentos me parecieron otro mundo, otra galaxia. Era como el escenario postapocalíptico de una película de ciencia ficción en el que la tierra ha perdido la batalla contra otro mundo y ha sido esclavizada. O la imagen de lo que será si no cuidamos nuestro planeta, si los políticos siguen haciendo cosas que perjudiquen a la humanidad.
-A los que no hemos estado allí nos cuesta hacernos una idea.
-Cuando llegué apenas había televisiones. Nadie sabe lo que es un helado. Sólo hay jaimas y niños descalzos. No hay internet para que lo use la gente. No hay posibilidades de trabajo, sólo ayuda humanitaria. Se ha quedado fuera de cobertura, fuera de la rueda en la que gira el resto del mundo. Yo soy crítico con los políticos de allí. Porque no hay horizonte, sólo retornar a nuestra tierra, una esperanza plural, pero no hay esperanza singular. Aquí, la sociedad busca curas para enfermedades, quiere acabar con la contaminación de la atmósfera, hacer un mundo más accesible; a nivel individual, encontrar casa, conseguir un trabajo digno. Allí, sólo retornar a nuestra tierra. Estamos en el desierto del desierto, lo que llamamos 'lahmada'. En el desierto hay zonas con algo de vegetación, alguna cordillera. Pero allí no hay nada. Donde estás es igual que lo que hay a 10 kilómetros. El mismo color, todo plano. Viajas y viajas y el horizonte es el mismo, sin relieve, sin animales, sin vegetación.
-¿Siguió dedicándose al arte?
-Sí, seguí pintando, monté una pequeña galería. Hice obras críticas, contra los cascos azules, por ejemplo. Hubo gente entonces que no lo entendió, pero que diez años después me dice que tenía razón, que tuve una visión. A mí me interesa la política, veía como funcionaba la ONU y que no estaban allí por nuestros intereses sino por los de otros.
-Su obra actual no parece tan crítica.
-Hago otro tipo de arte. En 2006, me invitaron a hacer una exposición en Salamanca. El subdelegado de Gobierno de allí y otras autoridades me comentaron que podría hacer más por la cultura de mi país quedándome que volviendo. Ellos, junto con la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, me ayudaron a conseguir el permiso de residencia, porque como no venía con idea de quedarme, no traje ninguno de los certificados que hacen falta. Los fui presentando después. La idea era transmitir la cultura de mi país a través de mi obra y expuse en varias ciudades de España, en Francia, Irlanda, Australia, Italia, Inglaterra...
-¿Eso es lo que pueden ver los irundarras en Laboral Kutxa estos días?
-Sí, la tradición, el colorido, el ambiente, la cultura de mi país; lo bello. Estoy recuperando el brillo de mi obra, quitando lo oscuro, lo feo.
-Pero no vende los cuadros.
-Esta exposición es para darme a conocer en Irun, donde vivo desde hace unos meses, y dar a a conocer a la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui y el gran trabajo que hace. Es algo humano, no para vender. Para eso hay otros espacios. Acabo de cerrar una muestra en una galería de Cataluña y vendí mucho. Vivo con eso, pero no todo se hace por dinero. Hay cosas más importantes.
-¿Como ese libro de cuentos que se ha publicado recientemente?
-Sí, 'Chertat eta lehoia', cuentos saharauis para niños, publicado en saharaui y en euskera. Nunca había hecho ilustraciones, pero confiaron en mí y estoy muy contento de ver el éxito que ha tenido en los campamentos y también aquí.
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