La cultura como pasión
El CBA rinde homenaje al farmacéutico y escritor irunés con una exposición fotográfica instalada ante la sala que lleva su nombre
Mañana se cumple el centenario del nacimiento de José Antonio Loidi Bizkarrondo
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
Mañana lunes, día 22 de agosto, se celebra el centenario del nacimiento de José Antonio Loidi Bizkarrondo (Rentería 1916-Irun 1999). Su hermana melliza, Ángela, ha conseguido alcanzar su 100 aniversario lúcida y con buena salud. José Antonio nos dejó hace ya 17 años, pero su obra fue tan vasta y diversa que, al igual que su recuerdo, sigue presente en muchos aspectos de nuestras vidas.
El CBA ha querido rendir homenaje a Loidi con una exposición fotográfica, compartida con otros dos ilustres iruneses de su misma quinta, que tampoco nacieron en Irun: la escritora María Elena de Arizmendi y el arquitecto Luis Sainz de Vicuña. Imágenes de niñez y juventud, fotografías relacionadas con su dedicación profesional y sus aficiones, títulos académicos y objetos personales muy queridos, como su Hispano olivetti y un viejo microscopio forman parte de la muestra. Intantáneas y vitrinas se han instalado ante la sala número 17 del CBA, que lleva el nombre de José Antonio Loidi Bizkarrondo, igual que la beca de investigación creada por el Ayuntamiento en el año 2000.
A qué dedicó su vida este irunés de Rentería es una pregunta a la que ningún espacio limitado puede dar respuesta cabal. Haremos un intento, pese a todo. Loidi fue, entre otras cosas, esposo de Miren Fernández de Trocóniz, padre de cinco hijos, farmacéutico, euskaltzale, escritor, autor de estudios de historia, antropología, filología, toponimia, botánica, hidrología y sanidad pública, pintor notable, pianista aficionado y jugador de ajedrez. Fue, también, socio fundador y presidente de Luis de Uranzu Kultur Taldea, miembro de Euskaltzaindia y tesorero de Eusko Ikaskuntza; participó en el nacimiento de la ikastola de Irun y organizó el primer festival vasco de la ciudad, tras la Guerra Civil.
Realidad y ficción
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, dejó escrita la primera novela policiaca en euskera: 'Hamabost egun Urgainen (1955)', un éxito editorial traducido a varios idiomas, ganó el Premio Ciudad de Irun de Ensayo por 'Irun bere aurrerabidean' y firmó el libro 'Euskal Jaiak-Fiestas Euskaras'.
¿Cómo pudo este farmacéutico de profesión tocar tantos palos y todos ellos con seriedad, entrega y eficacia? Su hijo, José Luis Loidi, nos da una pista: «Mi padre tenía curiosodad por todo. Cualquier cosa le llamaba la atención. Leía mucho, estudiaba, se preocupaba contínuamente por saber algo más y lo hacía siempre de manera autodidacta. Él tuvo, además, la gran suerte de vivir en una época en la que whatsapp no existía y en la que la televisión estaba en sus inicios. De lo que había entonces en televisión, nunca se interesó por las cosas banales, por decirlo de alguna forma. Lo que él perseguía era estar al día de las cosas reales, ampliar su cultura y sus conocimientos. Recuerdo que cuando había algo de ficción en aquella televisión en blanco y negro, se levantaba, se iba a la biblioteca y se ponía a leer o a escribir. La ficción nunca le interesó mucho».
Y sin embargo, escribió una policiaca de éxito. «Yo tengo el recuerdo de su mesilla siempre llena de libros», añade José Luis. «Leía tres o cuatro a la vez, pero en novelas de ficción, sólo le gustaban las policiacas del comisario Maigret. Tenía esa afición y luego escribió su propia novela policiaca, la primera en euskera, pero esa fue la única pincelada que dio a la ficción», cuenta Loidi.
El euskera formó parte muy importante de la colección de pasiones de José Antonio Loidi. Al margen de su contribución a la literatura y de sus estudios del idioma, José Luis trae a la memoria la colaboración de su padre con el Ayuntamiento de Irun: «Recuerdo que, siendo alcalde Alberto Buen Lacambra, llamaba al aita siempre que tenía dudas con temas relacionados con el euskera. Le consultaba, le pedía consejo y le tenía mucho aprecio».
Loidi transmitió a sus hijos el gusto por la lectura, el afán por el conocimiento, el amor por el euskera «y la afición por la música», prosigue José Luis. «Los cinco hermanos aprendimos a tocar el piano».
La memoria de José Luis Loidi guarda otro entrañable hueco para las partidas de ajedrez. «Solíamos jugar después de comer todos los días», cuenta. «Yo empecé a jugar con él. Me solía dar una pieza de ventaja y fui aprendiendo, hasta llegar a federarme y hacer ajedrez de competición. Entonces le ganaba yo. A veces acabábamos enfadados, pero disfrutábamos mucho de la partida, lo pasábamos muy bien».
En el centenario de su nacimiento, Irun recuerda con orgullo a este hijo adoptivo que dejó un importante legado afectivo y cultural en la ciudad. Hasta el 7 de septiembre, puede visitarse en el CBA la exposición que rinde homenaje al farmacéutico «que desarrolló muchas tareas y en todas fue muy serio, porque quería hacerlo bien. Fue una persona con unos ideales muy altos», concluye José Luis.
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