«Sabes que si no eres tú nadie va a dar de comer a los refugiados»
Desde principios de año dan de comer a diario a cerca de 1.600 personas, y buscan la ayuda de la ciudadanía para poder continuar
Kabigorri acoge hoy una charla sobre el proyecto Zaporeak Solidario en Chíos
- JOSEBA ZUBIALDE
- IRUN
Mientras para unos el verano es sinónimo de sol, playa y gin-tonics, para los miles de refugiados que aguardan «con incertidumbre» en Grecia es una estación más a la espera de que ocurra algo. Desde principios de año, voluntarios del proyecto Zaporeak Solidario, impulsado por Intxaurrondoko Gastronomi Elkartea de Donostia, han alimentado en Chíos a miles de personas forzadas a dejar sus países de origen. «Cualquiera de nosotros podríamos ser uno de ellos», reflexiona Jaione Otxoa. La irundarra fue como voluntaria entre el 13 de mayo y el 2 de junio. «Ahora diariamente se da de comer a unas 1.400 personas, pero cuando yo fui eran 1.600 y se ha llegado a superar las 1.700 comidas diarias», explica.
Dentro del programa de las fiestas de Ama Xantalen, «y a petición de sus organizadores», Kabigorri Ateneoa acoge hoy a las 19.30 horas una charla en la que se explicará «cómo nació el proyecto, la idea, y lo que se hace», dice Otxoa. «En un principio estaba pensado para seis meses, pero viendo la necesidad que hay ahora quieren alargarlo hasta final de año, pero la situación de los refugiados cambia día a día». En el encuentro también se hará un llamamiento a la ciudadanía para colaborar, entre otras cosas, con dinero porque «los productos frescos hay que comprarlos allí». El resto de la 'cesta de la compra' se completa con «recogidas de comida que se hacen aquí y que luego se llevan hasta allí». Otxoa cuenta que el presupuesto mensual ronda los 40.000 euros.
La irundarra estuvo tres semanas en Chíos, junto a otras diez personas. «Es una experiencia impactante. Todos los días ves en las noticias la situación en la que viven los refugiados, pero no tiene nada que ver a cuando vas allí, les pones cara y nombre a cada uno de ellos». No obstante, destaca que es «muy gratificante» el poder ayudar, e incide en que este proyecto «nos ha dado la oportunidad de poder hacer algo». Durante estos meses la forma de dar las comidas ha cambiado. Entre otras cosas, se ha elaborado un censo para que «nadie se quede sin comer». Pero el cambio más sustancial se ha dado en las raciones: «Al principio les daban un vaso con legumbres, luego pasaron a una bandeja con una comida y desde mayo cuentan con bandejas de tres huecos con un entrante, un primero y postre».
Tres oenegés se reparten en Chíos la elaboración de las tres comidas diarias, siendo la del mediodía de la que se responsabilizan los voluntarios de Zaporeak. «Se trata de que sea lo más nutritivo posible, pensando en cómo subir las calorías, pensando en que hay gente que lleva allí desde marzo», explica Otxoa, y añade que un nutricionista se encarga ahora de diseñar el 'menú', que puede contar con arroz, ensalada, pescado o fruta, al que ahora se suma también la carne. «Antes no había presupuesto».
Cuando la irundarra estuvo allí los turnos de cocina comenzaban a a las 7.00 horas. Tras repartirse las tareas los fogones no se apagaban hasta las 10.30, y después tocaba emplatar. Después, las raciones se repartían en los dos campos de refugiados cercanos. «A veces te da cosa ver a tanta gente en la cola, porque sabes que si no eres tú nadie les va a dar de comer. Agradecen muchísimo lo que hacemos por ellos», asegura. En ese sentido, Otxoa incide en que lo más impactante fue comprobar que «están allí a la espera, intentando mantener la esperanza y con una incertidumbre terrible».
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