«Compartí muchas canciones con Luis Mariano en el patio de casa»
María Teresa Cortijo (Cien recuerdos y una vida):Tiene cien años, un mes y doce días y la cabeza llena de recuerdos con los que se puede repasar y construir la historia de Irun y sus protagonistas
Me dicen que María Teresa está nerviosa por esta «interviú», como dice a sus compañeras y responsables de Caser Anaka. «Quería haberse hecho la manicura francesa, pero no nos ha dado tiempo», me cuentan también. Pienso en entrar a la sala y fijarme en sus manos, que seguro que estarán perfectas, pero sus gafas captan toda mi atención. María Teresa me recibe con unas lentes de color fucsia con la montura azul celeste con motas blancas. Son muy divertidas, pero María Teresa desprende la elegancia de las artistas de antaño. Parece que algo se le 'pegó' cuando compartía canciones con Luis Mariano en el patio de su casa. Me siento, se quita las gafas y entonces comienza este precioso relato que componen los recuerdos de María Teresa.
-Lo primero: ¡Felicidades!
-Ay, gracias. He cumplido cien años, ¡que se dice pronto!
-Eres una centenaria, María Teresa. ¿Cómo lo celebraste?
-Aquí en Caser hicimos una pequeña fiesta. Vino hasta el alcalde a felicitarme, yo no me lo esperaba.
-En cien años habrás conocido más de un alcalde...
-(Risas) ¡Sí! Incluso fui vecina de uno, de Gabriel Eceizabarrena. Lo recuerdo perfectamente, era alcalde de la ciudad y óptico.
-¿Dónde has vivido?
-Entonces vivía en el Paseo Colón, en el número 84, pero también he vivido en Beasain. Allí tuve a tres de mis hijos.
-Casi cien años de Irun corren por tus venas, entonces.
-Sí, sí. Mi madre también nació en Irun. Fue mi abuela la que siendo muy jovencita se vino a Irun para casarse con mi abuelo.
-¿Por qué eligió Irun?
-Aquí vivía una tía suya a la que quería mucho, por eso se vino.
-Contigo hay que echar la vista muy atrás, trasladarse a otros tiempos y otro Irun, ¿verdad?
-Sí, la ciudad ha cambiado mucho y yo he vivido muchas 'aventuras'. Algunas se me van olvidando, pero hay situaciones y personas que las recuerdo a la perfección. ¡Tengo buena memoria!
-Sin duda, pues cuéntame, ¿estudiaste, María Teresa?
-Algo sí, desde los siete hasta los diecisiete estudié música.
-¡Vaya! Ya decía yo que tenías planta de artista. ¿Dónde estudiaste?
-Aquí cerquita, en casa de Maria Antonia Iglesias. Ella solía decirme que tenía que crecer rápido para poder ayudarla, que tenía mucho trabajo.
-Eras buena alumna...
-¿Sabes qué es lo importante para aprender música?
-¡Cuenta!
-Puedes aprender los instrumentos de cuerda o los de aire, está bien, pero lo importante es: la clave de fa, la clave de la, la clave de... ¡Escribir música! Eso es lo importante: escribir. Así es como más y mejor se aprende.
-¿Qué instrumento tocabas tú?
-El piano. Y no lo hacía mal. No veas cómo cantaban mis hermanos cada vez que tocaba.
-Podías haber sido la pianista de algún ilustre cantor...
-¿Te refieres a Luis Mariano?
-Sí, me ha dicho un pajarito que os conocíais.
-¡Éramos familia! Uy, cuántas veces le escuché cantar en el patio... ¿Te cuento una anécdota?
-Por favor, claro.
-Luis Mariano solía estar en el patio de mi casa haciendo de delineante, él no iba para cantante, hacía otras cosas. Creo que nunca pensó que llegaría tan lejos cantando. El caso es que mientras estaba en el patio haciendo ese otro trabajo, muchas veces empezaba a cantar. «Oooouuuaaahhh, uuuuhhh, lalalala», así. Margot, una vecina y amiga, cada vez que lo escuchaba le tiraba granos de arroz.
-¡Pero bueno! ¿No os gustaba cómo cantaba?
-No cantaba mal, pero en esa época su voz era muy chillona. Yo compartí muchas canciones con él en el patio de casa y también me tocó defenderlo con Margot. Yo solía decirle desde abajo: «¡Margot! No tires arroz, que le vas a hacer daño».
-¿Luis Mariano practicó en sus inicios contigo, entonces?
-Bueno, nos gustaba mucho cantar, sí. Luego, cuando fue a Francia, educó su voz y volvió cantando mucho mejor. Tuvo un padrino muy bueno, un señor mayor que le enseñó muy bien. Ay, cuando me cuentan cuánto lo quieren allí en Francia, me emociono... Me alegra mucho saber que donde está enterrado le dejan muchísimas flores. ¡Era muy buen hombre!
-¿Cuando volvía de Francia no os juntabais?
-Alguna vez nos vimos, pero con quien tenía más relación era con uno de mis hermanos. Él me ha contado muchas historias de Luis Mariano en Francia.
-Luis Mariano dedicó su vida a la música, ¿tú también?
-Durante un tiempo sí. Yo he sido de La Milagrosa, recuerdo las meriendas de aquel entonces. Con los recortes de las sagradas formas, tomábamos chocolate. Mis hermanos los llamaban 'Mortero del 42'.
-Y también has sido profesora...
-Sí, en los pasionistas he enseñado a los niños, aún recuerdo las canciones también.
-¿Has trabajado de profesora de música entonces?
-No, no. ¡Yo he trabajado en casa! No he tenido más oficio que el de casa, pero he trabajado 'beaucoup'. ¿Sabes francés?
-Un petit peu, ¿y tú?
-Sí, lo aprendí en Hendaya. En casa de una mademoiselle que era muy rica, las casas de toda la calle eran suyas. Y también porque mi hermana fue profesora de francés. Pero se me está olvidando...
-María Teresa, no podemos terminar esta charla sin que me cuentes el secreto de tu memoria y de tus cien años...
-Muy fácil. Mi secreto es haber estado enferma un montón de veces y haber tenido muy buenos médicos cerca. En cien años todas las veces que he enfermado, la primera fue con dos meses y medio.
-Creía que esa pulsera que llevas era un talismán.
-¿Esta? La han hecho los indios, me la ha regalado mi nieto Axel.
-¿Y las gafas?
-Otro nieto. Tengo muchos, creo que son quince y de todas las edades.
-Mientras hablamos de sus nietos, entonces sí me fijo en su manicura de color rosa, la lleva a juego con los cristales de sus gafas.
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