El Carnaval ya resuena en Irun
Los caldereros plantaron cara a la lluvia y el viento y desfilaron ayer por la tarde La tribu zíngara animó a los todos los irundarras a disfrutar de las fiestas y a unirse a su grupo
La comparsa de Caldereros ha ido adquiriendo en los últimos años cada vez más auge en Irun, sin que nada pueda frenar el ímpetu de la tribu zíngara en anunciar, con su desfile, la llegada del Carnaval. Ni la lluvia ni el viento pudieron frenar ayer a la comparsa organizada por Irungo Atsegiña.
Minutos antes de las siete de la tarde decenas de zíngaros aguardaban concentrados, bajo sus paraguas o al cobijo del kiosco de la plaza Alberto Anguera, a que el jefe de la tribu, Joxe Aramburu, anunciase el inicio del acto. La lluvia provocó, eso sí, que se les conminase a desfilar «sin paradas hasta la plaza San Juan». Así lo hicieron, haciendo sonar con brío sus panderetas y cazuelas y al ritmo que marcaba la txaranga.
Cuatro gitanos a caballo abrían el desfile, seguidos por la reina gitana y sus damas de compañía. Tras ellos, ese personaje de la comparsa que tanto impresiona, y en algunos casos asusta un poco, a los niños y niñas que siguen el desfile desde las aceras: el enorme oso no dejó de saludarles y divertirles, ganándose en alguna ocasión un 'toque de atención' por parte del líder de la tribu. Detrás de éste, músicos y decenas de caldereros completaban la alegre comparsa. Paraguas y chubasqueros fueron sus aliados, y también los del público que les siguió durante todo su recorrido por el paseo de Colón.
Música y boda gitana
Los irundarras continuaron arropando a la comparsa en la plaza San Juan, donde se había instalado el escenario al que subió la tribu. «¡Sois muy valientes por haber venido hasta aquí, con este tiempo!», les reconoció Joxe Aramburu. La ilusión con la que Irungo Atsegiña y el resto de entidades colaboradoras organizan este acto tuvo su merecida recompensa, a pesar del mal tiempo.
El público no quería perderse el espectáculo que los caldereros ofrecieron frente al Ayuntamiento: hubo música y, por supuesto, la esperada boda gitana. El jefe de la tribu convirtió en marido y mujer a los novios realizando un 'corte' en sus muñecas, que después unió con una venda. El rito concluyó con el lanzamiento de una cazuela al suelo, que se rompió en tantos pedazos como hijos e hijas tendrá la nueva pareja: ayer, fueron nada menos que una docena. Para dar por finalizado el acto, los dantzaris de Kemen bailaron en honor a los novios.
Los caldereros agradecieron al público que les acompañase en su desfile e invitaron a todos a unirse y participar en la comparsa en próximas ediciones. Y también animaron a los irundarras a disfrutar del Carnaval disfrazándose no sólo por fuera sino también «por dentro», desterrando «el mal humor, la pereza y la vergüenza. Son solo unos días», pero el firme propósito de estas fiestas debe ser el de «pasarlo bien».
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