«Hablamos de realidades duras, pero siempre con una sonrisa»
Jabier Muguruza, cantautor:El músico irundarra presenta su nuevo disco, 'Leiho bat zabalik', el próximo sábado, a las 19.00 horas, en el Museo Oiasso
Vuelve al Museo Oiasso, dos años después, para presentar en casa 'Leiho bat zabalik', un trabajo con letras de sus poetas habituales, más alguna nueva incorporación y un «ropaje» musical, como a él le gusta llamarlo, menos amable y más áspero. La voz recogida de Jabier Muguruza es capaz de defender desnudas sus canciones, pero esta vez ha querido gritar, a través de la guitarra eléctrica de Ander Mujika, para contar historias duras, siempre sin perder la sonrisa.
-Del formato acústico ha pasado, en su nuevo trabajo, a la guitarra eléctrica y los ritmos electrónicos. Es una actitud valiente la de atreverse con un cambio, por mucho que sea de ropaje, en una trayectoria musical de tres décadas.
-Algo de valiente tiene, pero lo cierto es que cuando decidí pasar de lo acústico a lo eléctrico-electrónico tuve mis miedos. Me costó. Nos pasamos toda la vida intentando llegar a un sitio donde nos encontremos cómodos, pero somos ambivalentes y contradictorios. Concretamente, en lo artístico, estar cómodo tiene sus peligros. Tenemos la obligación de hacernos preguntas, de tener, un poco, un pincho en el trasero. Yo estaba feliz con el cuarteto de jazz de 'Tonetti anaiak', mi anterior disco, pero me parecía que tenía que experimentar algo más. Tenía que hacer un cambio y tenía que hacerlo ahora.
-Jabier Muguruza tiene una voz propia, pero la guitarra eléctrica de Ander Mujika y los ritmos electrónicos de Javi 'Carasueño' le añaden matices menos amables.
-Me pareció que podría ser interesante llevar el cambio a un terreno menos amable. Lo acústico había sido muy agradable de escuchar. Yo necesitaba, por un lado, una guitarra que en algunos momentos sonara dura, rugosa, rasposa. Yo tengo mi forma de cantar marcada por mis limitaciones. No tengo un chorro de voz. Como diría Suzanne Vega, tengo una pequeña voz para contar pequeñas historias. Partiendo de esas limitaciones, que conozco bien después de tanto tiempo, tengo que hacer mi propuesta artística y el ropaje puede proporcionarme eso que yo no puedo dar. Si en un momento dado una guitarra se satura, te lleva a otro sitio que no es precisamente amable.
-¿Cómo fueron las incorporaciones de Ander Mujika y Javi 'Carasueño' a su nuevo disco?
-No ocurre todo a la vez. Hay un proceso. Hay un momento en el que yo decido hacer el cambio y pienso qué gente puede ser conveniente. Cuando participé en el homenaje a Imanol Larzabal, en el Victoria Eugenia y en el Arriaga, trabajé con Napoka Iria, un dúo muy interesante, que se ha disuelto ahora y es una pena. De alguna forma, ahí fiché a Ander Mujika, que me parece un guitarrista excepcional. En otro momento, escuché el último disco de Tulsa y me pareció muy interesante, porque hace una utilización de la electrónica que no es la de hace diez años. Es un tratamiento muy sutil, que yo podía integrar en mis canciones y que me podía dar Javi 'Carasueño'. Todas esas cosas se van superponiendo hasta que, al final, ves claro por dónde puedes tirar.
-Por las críticas de 'Leiho bat zabalik' publicadas hasta ahora, el cambio ha dado muy buenos resultados.
-Sí, estoy muy contento. Tenía cierto vértigo, por si el público que me sigue en distintos sitios, que es minoritario siempre, pero fiel, se podía asustar. Pero las críticas han sido muy buenas. Dentro de la profesión, con este disco hemos conseguido algo que no ha sido nada habitual. Históricos como Paco Ibáñez y gente como Christina Rosenvinge o Mursego, relacionados con otros mundos totalmente distintos, me han transmitido sus buenas impresiones. Para mí, eso es una satisfacción. Sigo siendo yo, pero creo que el cambio ha ayudado a que se incorpore otro público.
-En 'Leiho bat zabalik' ha puesto música a las letras de colaboradores habituales como Harkaitz Cano, Lourdes Oñaederra, Iñaki Irazu o Gerardo Markuleta, entre otros, a los que se ha sumado Iñigo Astiz. La mayoría de ellas hablan sobre temas duros.
-Las letras son un poco oscuras, porque tienen que ver con los tiempos que estamos viviendo. Hay temas que no son muy alegres y algunas canciones que hablan sobre las nuevas formas de comunicación, que es algo que nos preocupa mucho: la 'peluquería global' de la que habla Harkaitz Cano. Reflejan esa realidad que estamos viviendo de despelleje y gracieta, en la que todo es liviano y espumoso, en la que todo es líquido, como decía Bauman y no hay referentes sólidos. Hemos hecho un esfuerzo grande por llevar al terreno compositivo canciones que hablen de realidades duras y que al mismo tiempo tengan siempre una sonrisa. Esa ha sido la apuesta.
-En noviembre arrancó su gira en Donostia. Después han presentado el disco en Durango, Bilbao, Barcelona, L'Hospitalet y Basauri. El sábado estarán en Irun y después ofrecerán conciertos en Madrid, Elgoibar y París. No está mal para los tiempos que corren.
-Ahora estoy tranquilo, pero ese es otro momento de vértigo. Sacas el disco pero después, ¿qué pasa si no salen conciertos? Es un momento de espera complicado y más en estos tiempos tan inciertos, tan cambiantes, en los que todo el rato hay que ofrecer algo nuevo. Puede ocurrir, sobre todo a los que no llevamos masas, que te contraten mucho menos o que no te contraten. Así que cuando empiezan a salir los conciertos, te tranquilizas. Nuestro trabajo tiene cosas muy buenas, pero también aspectos muy duros. Hay muchos momentos de espera que no sabes cómo van a terminar. Y este parece que ha terminado bien.
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