Las ONG denuncian que blindar la frontera en Irun propicia la aparición de mafias
Afirman que las bandas que ayudan a los migrantes a cruzar a Francia a cambio de dinero se están «instalando» en la zona
Impedir la inmigración bajo el escudo de la amenaza terrorista. Esa es la estrategia que está utilizando el Gobierno Francés respecto a la situación en la frontera con Irun, según denuncian las asociaciones que trabajan para defender los derechos de las personas migrantes. Hace unos días, el ministro del Interior galo, Christophe Castaner, anunció que se iba a reforzar la presencia policial en ese punto, debido a la preocupación por la creciente «presión» migratoria en la zona. Castaner desveló que las «no admisiones» en la muga habían aumentado un 60% en un año, y fuentes oficiales confirmaron a este periódico que entre enero y septiembre la policía gala ha devuelto a un total de 481 personas a la Policía Nacional. Una cifra que no refleja las devoluciones que se realizan de manera no oficial.
Esas medidas podrían comprometer el acuerdo Schengen, que permite la libre circulación de personas en territorio europeo y suprime por tanto los controles en las fronteras interiores. Sin embargo, el ministro francés recordó que la amenaza terrorista autoriza a los países a controlar las fronteras.
«Es una jugada maquiavélica», afirma Ion Aranguren, miembro de la Red de Acogida Ciudadana de Irun, formada por voluntarios que desde hace meses se encargan de recibir, asesorar e informar a los migrantes que llegan a la localidad y también de ofrecerles un espacio de atención, hasta hace una semana en Lakaxita y ahora en la plaza San Juan, frente al Ayuntamiento. «El Schengen contempla situaciones especiales como la de Francia, que se encuentra en estado de excepción desde hace tres años, cuando ocurrió la masacre de Bataclán en París. Sin embargo, están utilizando esa coyuntura para impedir la inmigración», asegura Aranguren.
«Francia legitima en una cuestión de seguridad el aumento de la vigilancia en la frontera, pero este es desproporcionado y no se corresponde con esa justificación», señala Mikel Mazkiaran, de SOS Racismo. «La vigilancia que existe 24 horas en la muga no es para controlar la entrada de terroristas, sino para rechazar a personas subsaharianas que tratan de culminar su proyecto migratorio», afirma.
Sobre estas 'devoluciones en caliente' se pronunció ayer el Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien negó que fuera a tratar la cuestión con el Gobierno francés porque «no hay devolución ni se está materializando».
El peligro está ahora en las mafias que aseguran ya llevan semanas «trapicheando» por la zona. Grupos organizados que se ofrecen a llevar a los migrantes hasta territorio francés a cambio de dinero. «Son gente africana que utiliza el discurso fácil de que son hermanos, compañeros, y se ganan su confianza. Les pueden pedir desde 10 euros hasta 100, que para ellos es mucho dinero», explica Ion Aranguren. «En muchos casos les engañan y les dan una vuelta por Irun, les dejan en cualquier parte y les dicen que han llegado a Francia», añade. Estas mafias, asegura el miembro de la Red de Acogida de Irun, ya están siendo vigiladas e investigadas por la Ertzaintza. «Están trabajando en ello, porque son conscientes de que se han instalado en la zona, ya no son simples trapicheos como hasta hace unas semanas», afirma Aranguren.
Para Mikel Mazkiaran, la aparición de mafias es una consecuencia «lógica» de la intensificación de los controles en la frontera. «Ya lo dijo el comisario de la UE sobre migración, una valla más alta beneficia a las mafias que se lucran con el tráfico de personas», señala.
Irun, de embudo a tapón
No obstante, no creen que el blindaje de las fronteras vaya a frenar a los migrantes que quieren llegar hasta Francia. «Por muchos muros que se levanten, acabarán pasando, como ocurre en África. Les costará más, será más dramático, pero van a seguir cruzando la muga», afirma el miembro de la Red de Acogida de Irun. «Si aumenta la vigilancia aumentarán las devoluciones, lo que puede provocar que Irun pase de ser un embudo, un filtro en el tránsito que los migrantes consiguen superar, a un tapón donde se queden atascados», señala Mazkiaran. Esa situación provocaría, a su juicio, «una escasez en los recursos disponibles en Irun, siempre y cuando se mantengan los flujos de llegada».
Estos dependen de muchos factores. «Es importante tener en cuenta la política que Europa mantenga con Marruecos, de la cual dependerá el mayor control de la frontera africana», señala Mikel Mazkiaran. Además, las instituciones esperan que con la llegada del invierno se reduzca el número de embarcaciones que traten de cruzar el Estrecho.
Desde la Red de Acogida de Irun afirman que por el momento el goteo sigue siendo constante. «La semana pasada llegaron casi 400, cuando lo normal suelen ser unos 200», afirma Aranguren, que teme que si el flujo se mantiene y las fronteras se blindan, «Irun puede llegar a convertirse en un campamento para refugiados».
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