La feria Ribera celebra su cuarta edición
Intervenciones, acciones y talleres conectaron con el público propio y con el que estaba de paso
Intervenciones artísticas, talleres, charlas y presentaciones de proyectos son algunas de las acciones desarrolladas ayer en el entorno del bidegorri de Santiago y de la escultura Laiak, con motivo de la cuarta edición de la feria Ribera. La muga, el río, la memoria y el arte contemporáneo confluyeron junto al canal de Dunboa, este año más enfocados hacia las emociones, sensaciones y sentimientos gratos que proporciona el paisaje fronterizo.
Y qué mejor sensación que el olor a chocolate que durante años impregnó la ciudad. María José Noain y Koldo Salinas compartieron conversación degustada con el público «sobre la historia del chocolate, su relación con Irun, la influencia que tuvo Elgorriaga en la ciudad, las cosas nuevas que fuimos introduciendo....», explicaba el maestro chocolatero de Brasil Irunen. «Creo que a la gente le ha gustado y a mí también».
Mientras en la margen derecha del canal, olía a chocolate, en la izquierda, la pintura impregnaba el ambiente. La ilustradora tolosarra Pili Aguado, asistida por Iker Fidalgo, realizaba su intervención 'Paredes de la memoria', un trabajo intenso para una única jornada. «Vamos a pintar una superficie de 14 metros en cada lado. Yo no uso sprays. Lo pintamos todo con brocha, pero esperamos terminar hoy. El tema que hemos elegido es la memoria del paisaje. Pintaremos sobre todo plantas y al algún pájaro y esperamos que guste a la gente», decía la artista.
El pliegue rojo
En la feria, organizada por el Ayuntamiento de Irun y dinamizada por Bitamine Faktoria, se presentaron algunos proyectos. Además de las becas Ribera, que este año han ganado los proyectos 'Cartografía emocional del Bidasoa', de María José Noain y la asociación Artitadetó y 'Cartografía de la cultura oral y de la memoria de Irun: la canción cunera', de Rubén Mejuto y Andrea Giraldo, pudo verse un avance del trabajo 'El pliegue rojo', de Iván Gómez y Anartz Ormaza, del programa Residencia de Artistas.
Iván expuso fotografías del antiguo edificio de Emigración. «Quería documentar lo que quedaba del antiguo uso del edificio», señaló. «Mi aitona era el cocinero y mi madre trabajaba en la recepción del edificio. El proyecto tiene esa parte de valor emocional y también el valor de la memoria de lo que es Irun como lugar fronterizo, ahora transfronterizo. Quería registrar el cambio de uso que ha tenido el edificio de Emigración. También he fotografiado los muebles, diseñados por Alejandro de la Sota», el mismo arquitecto que firmó el inmueble.
Carlos Sánchez, de Bitamine Faktoria, se mostraba satisfecho con el transcurso de la jornada. «Como todos los proyectos culturales, Ribera necesita un rodaje, pero esta es la cuarta edición y vemos que cada vez el festival es más conocido», decía. «Al salir a la calle, en un lugar transitado como es éste, confluyen dos públicos: el que viene expresamente a ver una actividad y la gente que pasea por la zona y se acerca. Es una oportunidad para el proyecto de conectar con la ciudadanía y recoger sus impresiones».
A la edición de 2019, que los organizadores han querido relacionar «con sentimientos y sensaciones agradables de nuestra memoria», asistió el autor de Laiak, Gabriel Narzabal. Precisamente esta escultura y su entorno es uno de los espacios de la ciudad más apreciados por los iruneses, según avanza el trabajo 'Cartografía emocional del Bidasoa'. «Es un orgullo muy grande para mí, que además soy del barrio de Santiago», decía Narzabal. «Cuando instalamos ahí la escultura, hace 35 años, ni imaginaba que iba a suponer lo que supone hoy en día».
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