«Hay situaciones muy graves que se pueden resolver con el desfibrilador»
Los locales de mayores acogen este año talleres informativos sobre el uso de los DEA que imparten dos enfermeras del Centro de Salud Dunboa. Ayer tocaba en Belaskoenea
Un hombre salvó la vida de otro hace unos días en unos cines de San Sebastián al acudir corriendo a un cercano polideportivo y regresar a la sala con un desfibrilador. La instalación de estos aparatos, en unos armaritos con las siglas de DEA (Desfibrilador Externo Automático), se ha extendido en los últimos años. En Irun hay más de una treintena.
Los locales de mayores y los centros sociales son algunos de los equipamientos públicos dotados de DEA y fueron sus usuarios quienes mostraron interés en aprender a usarlos. El área de Bienestar Social buscó la manera de responder adecuadamente a esa demanda y encontró a Marian Ambrosio y Karmele Vicente, dos enfermeras que han compartido su conocimiento en forma de un taller que entre febrero y marzo visitó los centros sociales de Luis Mariano e Iraso, los apartamentos para mayores de Lekaenea y el local de mayores de Behobia. «Funcionó muy bien, así que terminaremos la ronda durante este mes», anunciaba Karmele durante la sesión que impartían ayer en local de Belaskoenea. Palmera-Montero (día 14), Anaka (día 19) y San Miguel (día 28) son las próximas citas.
«Hay que quitar el miedo»
«Con un buen uso del desfibrilador se pueden resolver situaciones muy graves», aseguraba la enfermera. «Si entre medias alguien llama al 112 y la ambulancia va viniendo, se puede salvar la situación. Antes, sin los DEA, no había posibilidad de resolver una situación de fibrilación».
«El problema», apuntaba Marian, «es que hay un desconocimiento total sobre cómo funcionan estos aparatos y la gente cree que no sabrá usarlos. En realidad es sencillo», afirmaba. «Tiene dos botones. A partir de que tocas uno de ellos, sólo hay que seguir unas indicaciones que te dicen claramente lo que tienes que hacer. Pero hay que quitarse el miedo».
Karmele ponía como ejemplo que «cuando abres la puerta del armario en el que está el DEA suena una alarma potentísima. Si no sabes que eso va a pasar, te echa para atrás. En realidad es una señal de socorro, para que la gente alrededor sepa qué está ocurriendo y pueda ir a ayudar». «Pedir ayuda es lo primero, lo más importante y, a veces, lo único que podemos hacer», subrayaba Marian. «Todos tenemos móvil y podemos llamar al 112, pero también abrir la puerta del DEA es una buena forma de pedir ayuda».
Además de explicar con la ayuda de un maniquí cómo usar el desfibrilador, ambas enfermeras inciden durante el taller en cuestiones básicas sobre cómo tratar heridas, hemorragias, quemaduras, situaciones de embriaguez... «aportamos recursos para que las personas sepan resolver esas situaciones sin tener que acudir a urgencias. Lo completamos con unas nociones de lo que debe tener nuestro botiquín de casa, que a veces se llena de montones de cosas que no sirven casi nunca y carece de lo esencial», detalló Karmele.
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