«Tendrá otro aire, pero seguirá siendo el Edurne de toda la vida»
Edurne Sarasola ha trabajado junto a su marido toda una vida y ahora ha cedido las riendas del bar a otra mujer, a otra Edurne Edurne Sarasola y Edurne Carretero De Edurne a Edurne
Hace casi cuarenta años, una joven Edurne entraba en el 39 de la calle Luis Mariano con toda la ilusión e intención de montar algo. Lo que no sabía era que ese local iba a dejar de ser un número para convertirse en algo más. 'El Edurne'. Nada más y nada menos. Historia viva de la hostelería irundarra. Junto a su marido Juanmi nos ha dado de desayunar, almorzar, comer, merendar o cenar. Todo es posible en 'el Edurne'. Tras casi cuatro décadas de dedicación, Edurne, y el caprichoso destino, ha encontrado quien continúe con el legado. Otra Edurne. Otra joven que acaba de entrar en el 39 de la calle Luis Mariano con la misma ilusión y con la intención de mantener vivo el espíritu de lo que ya es una institución: Edurne. Esta es la historia de dos mujeres. De dos fuerzas de la naturaleza. De dos zurdas. De dos Libras. Esta es la historia de dos Edurnes en 'el Edurne'.
-Edurne Sarasola, hace solo dos semanas que te fuiste...
-Sí. Entré aquí por primera vez cuando tenía 26 años.
-¡Toda una vida!
-Casi cuarenta años, sí. Aquí ha pasado de todo.
-¿Recuerdas los inicios?
-Claro, al principio empezamos siendo más cafetería y pastelería.
-Edurne Carretero, ¿lo recuerdas?
-¡Quién no! ¿Quién no ha comido un croissant del Edurne?
-¿Por qué te ríes Edurne S.?
-Ay, los croissants... ¡eran un éxito! En San Marciales hemos llegado a hornear más de 3.000. Era una locura, pero bendita locura.
-Croissant para desayunar o para merendar, Edurne ha estado abierto casi 24 horas...
-Mira, es que Juanmi, mi marido, y yo hemos sido unos kamikazes de la hostelería. La entrega ha sido total. Cuando abrimos, eran los tiempos de la aduana. Teníamos a mil camioneros desayunando muy temprano esperando a que abrieran la aduana para hacer sus papeles. Por eso, empezamos a abrir a las seis de la mañana.
-¿De qué te ríes ahora, Edurne C.?
-¿Es que quién no ha comido una hamburguesa aquí después de salir de fiesta? (Risas)
-¡Oh! Cierto, las hamburguesas de Edurne...
-Yo creo que parte del encanto ha estado ahí, en que cada cliente ha encontrado su momento Edurne. Aquí han podido venir los más madrugadores que sacan al perro y quieren un café. O dos amigas que quedan para desayunar a media mañana con zumo y tostada. También han encontrado su hueco los que almuerzan, los que comen temprano o quienes hacen una merienda-cena. Muchos se han preguntado: «¿dónde quedamos?». Y la respuesta rápida ha sido: «En el Edurne». Así es.
-Eso es porque habéis sabido evolucionar, ¿verdad, Edurne S.?
-Bueno, creo que hemos sabido adaptarnos a los tiempos. Todo ha cambiado mucho. Cuando nosotros vinimos aquí, en esta calle casi no había nada y mira ahora. Hace cuatro años, por eso, hicimos la reforma y le dimos más forma de bar. Pusimos más cervezas, más vinos, más pintxos...
-Adiós a los croissants...
-Ha sido otra etapa. Y no nos ha ido nada mal. El cambio le ha venido fenomenal al local. Dejamos la gestión de tanta pastelería y nos hemos centrado en una cocina sin florituras. Hemos hecho muchas cosas con productos de temporada, cosas básicas pero ricas. También hemos introducido el pintxopote y las tortillas han sido un éxito.
-Edurne C...
-¡Las tortillas! Ahora yo tengo que dar la talla.
-Sin duda, ¿a qué no, Edurne S.?
-Ninguna. Lo vas a hacer fenomenal. No somos robots. Las cosas no siempre salen igual. A mí a veces también me quedaban las tortillas como si fuera la primera vez que hacía una. (Risas)
-¿En qué momento decides retirarte, Edurne S.?
-Pues fue hace meses, yo creo que cuando conocí a Edurne y a su hermana. Ellas venían aquí a tomar café. Más de una vez, yo le decía: «Te tienes que quedar aquí».
-¡Fue la elegida!
-(Risas) Claro, cualquiera no podía continuar con el trabajo que habíamos hecho durante tantos años Juanmi y yo.
-¿Fue así, Edurne C.?
-Sí, sí. Así fue. Venía a tomar café y de vez en cuando me hacía el comentario. Yo creo que ella se refleja mucho en mí. A mí me queda mucho por aprender, pero en el carácter o en la forma yo creo que Edurne se identifica.
-¿Te costó decidirte?
-Yo he trabajado durante siete años en el Xirimiri. Es verdad que siempre he querido tener mi propio negocio, pero ahora no lo tenía pensado porque estaba muy agusto allí. Mis jefes me han tratado siempre fenomenal y me han dado mucha libertad. Estaba muy cómoda, pero... El que no se tira a la piscina, no gana. Me lo empecé a plantear...
-Llamándote Edurne... ¡no había escapatoria!
-(Risas) Eso también me lo dijo. Es una coincidencia preciosa, pero Edurne quería que esto se siguiera llamando así. Y coincidimos en más cosas, ¡eh!
-¿De verdad?
-Sí, sí. Las dos nos llamamos Edurne, somos del mes de octubre, somos Libra y somos zurdas.
-Edurne S., no podías dejarlo en mejores manos. Son casi como las tuyas...
-No tengo duda, pero ella le tiene que dar su toque. Tiene que tener su sello.
-Supongo Edurne C. que será una responsabilidad hacerse cargo de un sitio con tanta historia.
-Pues sí. Lo que he tenido claro desde el principo ha sido que quiero que siga siendo el Edurne de toda la vida. Aunque le demos una vuelta de tuerca y haya cambiado la persona que lo dirige, la esencia tiene que seguir siendo la misma. Hay cambios, sí, pero esto sigue siendo el Edurne.
-Están hasta las mismas mesas.
-Claro, hay que cosas que no van a cambiar. Ahora no abrimos a las seis de la mañana y queremos extender el servicio un poco más a la noche, tener más cerveza, más pintxos, que la entrada sea más transitoria... Poco a poco irá teniendo otro aire, pero seguirá siendo como siempre. ¿Y quieres que te cuente un secreto?
-No se lo diré a nadie...
-Falta una mesa. Pregúntale a ella.
-Edurne S...
-(Risas) ¡Me la he llevado yo a mi casa de recuerdo!
-Si estas mesas hablaran... ¡Cuántos clientes han visto crecer!
-Como nosotros. Ahora, a todos les he dicho que nada de irse a otro bar. Hay gente que lleva viniendo más de treinta años aquí y van a seguir fieles. Hemos tenido mucha suerte, hemos tenido unos clientes excepcionales. Solo tengo palabras de agradecimiento para ellos...
-¿Te han pasado ya exámen, Edurne C.?
-(Risas) Son todos encantadores. Son buena gente y me dan tregua. Ya saben ellos que aquí se les ha tratado siempre bien y que eso va a seguir así. Además, el equipo sigue siendo el mismo. Estamos haciendo buena piña, que es lo más importante. Estoy muy contenta y a Edurne y a Juanmi los veo muy bien y nos están ayudando mucho.
-Pues...¡larga vida al Edurne!
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