Hoy el Bidasoa alzó la Copa de Europa
25 ANIVERSARIO DE LA COPA DE EUROPA DEL BIDASOA
El 22 de abril de 1995 el equipo irundarra ganó en Zagreb el trofeo más prestigioso del continente
Se cumplen hoy veinticinco años desde aquel día en el que Irun amaneció como capital de una comarca -bañada por un río y aromatizada por el balonmano- y se acostó como capital de Europa. El 22 de abril de 1995 los tanques de Juantxo Villarreal entraron en Zagreb para culminar la conquista del continente ante elBadel, el último de los equipos campeones en sucumbir al poderío irundarra. Un cuarto de siglo después, en la capital croata ondea aún la bandera azul y amarilla, yen el seno del balonmano vasco aflora el sentimiento de admiración por aquella gesta, lejana para la juventud, reciente aún para quienes la vivieron.
Elgorriaga Bidasoa perdió aquel día 27-26, pero alzó la Copa de Europa gracias a la renta de diez goles obtenida cinco días antes en el partido de ida de Artaleku. Villarreal cuenta que «a poco de acabar, le dije al delegado que el partido estaba ganado. Teníamos una prima por vencer, pero le dije que me veía obligado a sacar a la pista a los que habían jugado menos y, por supuesto, no me pusieron pegas». Quién se las iba a poner al técnico artífice de la proeza.
El de Errenteria recuerda aquella jornada «con una enorme satisfacción personal» y con un gran sentimiento de gratitud. «¡Estoy tan contento de poder estar en aquel lugar en aquel momento! Porque podría perfectamente no haber estado. En mi primer año el equipo descendió. Sin duda había gente más lista y preparada que yo. Así que doy gracias todos los días a aquella directiva por confiar en mí».
El míster tiene muy presente unos días que «no se me hacen tan lejanos» y en los queprimaba la confianza en el equipo. «Desde el mismo momento en el que terminó el partido de ida pensé que no era posible que nos remontaran». Y eso que la cancha del Badel, campeón de Europa en 1992 y 1993, imponía. Semanas antes, había hecho valer la asfixiante presión de sus 12.000 hinchas para volcar la eliminatoria contra el CSKA tras un 32-21 en Moscú. Villarreal reconoce que «estaba seguro de que no iban a poder hacer nada descarado con los árbitros por mucho que lo intentaran porque era una final europea con muchos ojos puestos en el partido. Así que yo iba centrado en que tendríamos que hacer lo nuestro bien y punto, no como lo hicimos en la final de la Recopa de Europa en Alemania».
Ambiente adverso
Se refiere al título que los chocolateros dejaron escapar en 1991 contra el Milbertshofen alemán perdiendo el partido de vuelta 23-17 tras haber ganado 20-15 en la ida. «Nuestra gran universidad fueron siempre los fracasos. Teníamos un fuerte espíritu autocrítico». Tal vez por eso al entrenador no le preocupaba el arbitraje. Y quizás por eso la misma víspera de proclamarse campeón de Europa en Zagreb no se le ocurrió otra cosa en el hotel que ver aquella fallida final de la Recopa. «Los directivos la habían visto mil veces pero yo nunca. Me dijeron lo mal que estuvieron los árbitros. Así que aquella noche vi por primera vez la grabación de la final. Es verdad que los colegiados no estuvieron bien, pero tampoco nosotros». Así que al día siguiente había que «responder como no lo hicimos cuatro años antes. Porque en la Recopa decepcionamos».
Villarreal recuerda una respuesta en sala de prensa que denota la confianza que tenía en su equipo. «Un periodista empezó a preguntarme la víspera sobre qué ocurriría si no... Y sin dejarle acabar le dije que si nos remontaban me iba al espigón de Hondarribia, me ataba la roca más grande que pudiera y me lanzaba al fondo del mar». No había excusas de arbitrajes. No.
Todo aquello no quería decir que no esperase un ambiente adverso en Zagreb. «Verdaderamente el clima de presión fue fuerte, sobre todo contra Perunicic -montenegrino y, por ello, rechazado en Croacia- y no estábamos acostumbrados aescenarios tan terribles. Siempre me ha hecho gracia la frase de muchos colegas de que ellos sentían respeto, pero no miedo. Recuerdo de manera muy cercana el momento de mi salida de la habitación del hotel aquella tarde y mi caminar en chándal por el pasillo con la bolsa en la mano. Pensé que algo parecido debía sentir el torero de camino a la plaza».
El Elgorriaga Bidasoa empezó ganando 0-2 y en su momento más crítico, a los veinte minutos, perdía 11-7. «La clave fue tener capacidad de respuesta en cada momento de partido. No asustarse». Y la defensa 6-0. «Me gustaba la dureza defensiva. Tenía jugadores de volumen para ello. Iñaki Ordoñez, Oleg Kisilev, Aitor Etxaburu... Había que hacer mucho para superar aquello. Nos preocupaba mucho defender bien. Echo de menos ese balonmano. A mí esos partidos con marcadores de 40-35 no me van mucho».
De lo que vivió tras alzar la Copa recuerda con especial cariño dos momentos: «Uno fue cuando llegamos al hotel y nos dimos un abrazo larguísimo el presidente, Beñardo García, y yo. Sin decirnos nada. El otro fue cuando avanzábamos en el autobús por el Paseo Colón y había gente que te miraba con lágrimas en los ojos».
«Presidir un club como este supone responsabilidad e ilusión a la vez»
El presidente del Club Deportivo Bidasoa, Gurutz Aginagalde, tenía 17 años cuando Irun llegó a ser capital europea. Lo vivió de cerca. Aquel emergente portero era juvenil «pero me entrenaba con ellos -dice por los campeones- todos los días». Vivió el partido de Zagreb en la pantalla gigante instalada en Artaleku porque «entre tantos compromisos para el viaje ni se me ocurrió preguntar si podía ir». Cinco días antes sí. Estuvo presente en el encuentro de ida de Irun. «Recuerdo que antes del partido Tomas Svensson me pidió ayuda para hacer estiramientos y algún ejercicio. Fue un orgullo. Luego, mientras estaban jugando, será una tontería pero sentía que había ayudado lo mío. Ahora tengo buena relación con él y se acuerda de aquello, lo cual para mí es algo muy bonito». El mayor de los Aginagalde cuenta que «durante aquellos días antes del partido de vuelta había más un ambiente de concentración que de nerviosismo».
Aquel 22 de abril dio inicio a una gran fiesta en Irun, aunque «no tanto de juerga, sino de momentos especiales y emotivos. Me acuerdo de que fuimos a recibir a la Peña Bidasoa, que llegó en autobús un día más tarde. A esos momentos me refiero».
Ahora presidente, Aginagalde siente «orgullo por lo que hemos sido. Aquel éxito nos deja una herencia que nos hace sentir una gran responsabilidad e ilusión a la vez. Ahora es casi imposible repetir algo así pero cuanto más cerca estemos, mejor. Estamos dando pasos en esa dirección».
No hay comentarios:
Publicar un comentario