Los hosteleros trabajan todas las vías de financiación «para aguantar y poder remontar»
Con más de 300 bares y restaurantes en la ciudad, la hostelería es uno de los sectores más azotados por la crisis sanitaria del coronavirus
Se han visto obligados a cambiar el trabajo de los fogones por el de la conversación. Desde que cerraron sus establecimientos por la crisis sanitaria del Covid-19, no han parado de hablar. Por teléfono, por correo electrónico, por whatsapp o por videollamada, los hosteleros llevan días hablado con los proveedores, con las entidades bancarias, con los propietarios de los locales, con las asociaciones del gremio, con los distintos niveles de la administración pública, con sus asesores...
Están haciendo un esfuerzo maratoniano para tratar de superar una situación demoledora para su sector, uno de los más azotados por la crisis. Un día detrás de otro, desde que se decretó el cierre temporal de los establecimientos, exploran todas las vías de financiación posibles no sólo para aguantar un tiempo indefinido con la persiana de su negocio echada, sino para remontar, una vez que puedan levantarla.
«Fuimos de los primeros en cerrar, porque estábamos viendo lo que venía», explica David Rodríguez, que regenta el restaurante Danako, junto con Naiara Abando. «Antes de que se decretara el cierre, en un solo día, nos llamaron para anular 90 reservas. Estamos mal, aguantando como podemos, buscando financiación por todas las vías posibles, porque esto va para largo», comenta el reconocido y premiado chef. «Hemos pagado todo el mes a la plantilla y ahora están en ERTE. Estamos mirando las ayudas a las que podemos acceder. Las noticias han ido cambiando de un día para otro. Nos da la impresión de que han ido poniendo parches y se ha creado mucha confusión. Los asesores andan locos, todo el día trabajando, rellenando impresos. Y mientras, no facturamos, pero hay que seguir pagar los gastos. Al menos, los proveedores que pueden aguantar sin cobrarnos, van a esperar».
El único aspecto positivo del confinamiento, tanto para David como para Naiara «es poder estar en casa con los niños, porque nosotros tenemos muy poco tiempo para estar con ellos. Llevamos todo el problema por dentro, pero ponemos buena cara y una sonrisa para nuestros hijos».
Cuando todo esto acabe
A David Rodríguez no sólo le preocupa cómo aguantar las semanas o los meses de cierre del local, sino también las medidas restrictivas y la contracción del gasto que puedan sobrevenir, una vez superada la pandemia.
«A ver cómo arrancamos cuando llegue el final, qué distancias sociales se impondrán y durante cuánto tiempo, cómo estará la gente, con qué ganas de salir y con qué posibilidades de gastar. Ni siquiera sabemos si podremos celebrar los sanmarciales».
La experiencia de Sonia García y de Félix Manso, cuyo restaurante recibió a finales de febrero el Sol de la Guía Repsol, es calcada a la de su colega. «Estamos pendientes de todas las noticias que van saliendo», cuenta Sonia. «El asesor nos va informando puntualmente de todo. Pero hasta que no sepamos cuándo se puede abrir, lo vamos a pasar muy mal y después, ya veremos. Nosotros abrimos hace tres años y vivimos al día. Acabábamos de recibir el Sol y habíamos hecho algunas inversiones. Ahora, acabamos de pagar el último mes de autónomos, la Seguridad Social, las nóminas... Estamos en ERTE con los empleados. Desde el principio, hablamos con los proveedores, que están colaborando mucho porque trabajamos con ellos desde el incicio. Estamos hablando con la entidad bancaria, con el propietario del local... tocando todas las puertas. No sabemos cuándo llegarán las ayudas, pero las necesitamos todas».
Si algo despierta a Félix y Sonia de esta pesadilla que les ha caído en suerte, como a tantos hosteleros y comerciantes «es la cantidad de mensajes de apoyo y de cariño que nos llegan de nuestros clientes. Estamos emocionados. Es el mejor impulso para esos días en que los que el ánimo se te viene abajo».
Cuando todo esto pase, que pasará, «habrá que ver cómo estará la gente de ánimo y de bolsillo para salir a comer o a cenar», dice Sonia. «Yo quiero pensar que las ayudas van a llegar y que los clientes van a volver a nuestra casa. Nosotros, por nuestra parte, haremos lo que esté en nuestra mano para salir adelante. Quiero pensar que de ésta vamos a salir, pero vamos a necesitar ayuda».
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