Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 2 de Mayo de 2021.
«Ni somos tontos, ni queremos paternalismo. Lo que queremos es respeto»
Personas de distintas generaciones se reunieron en Palmera-Montero para reflexionar sobre una forma de discriminación cada vez más extendida y normalizadaIrati Alzuri y Lucía Garbayo Participantes en la jornada contra el edadismo
El edadismo, como el sexismo o el racismo, es una forma de discriminación. Se ejerce, sobre todo, contra las personas mayores, a través de diferentes actitudes como usar términos peyorativos o paternalistas para dirigirse a ellas, ignorar sus opiniones, excluirlas de gestiones imprescindibles que sólo pueden realizarse utilizando las nuevas tecnologías o tratarlas mal, directamente, como se ha puesto de manifiesto durante la pandemia. Coincidiendo con el Día Internacional de la Solidaridad, el departamento de Bienestar Social del Ayuntamiento de Irun organizó la jornada 'Microedadismos. Sumando generaciones', que se celebró el jueves en Palmera-Montero, con el propósito, en palabras del delegado del área, David Nuño, «de reflexionar sobre un problema muy extendido en la sociedad y tan normalizado que apenas se combate». El objetivo final de la iniciativa es definir un decálogo de solidaridad intergeneracional para Irun.
Lucía Garbayo (83 años) e Irati Alzuri (25), dos de las participantes en la jornada, exponen sus impresiones en esta entrevista, realizada al término del encuentro.
–¿Qué tal ha ido la reunión?
LUCÍA GARBAYO«Ha tenido que venir una pandemia para que entendamos algo muy fácil: que tenemos que cuidar bien a los mayores»IRATI ALZURI«Tenemos que mezclarnos, hablar de personas. Cuando agrupamos jóvenes-mayores, ahí surgen los problemas»
–Lucía Garbayo. Ha sido una maravilla, porque ha asistido mucha gente joven. Ha sido un encuentro estupendo y creo que se debía dar más a menudo. Es necesario concienciar a los jóvenes, que sepan qué sentimos y qué pensamos. La idea que ha tenido el Ayuntamiento organizando esta jornada ha sido muy buena. Luego no sé en qué quedará, porque hay que tener la voluntad de hacer un seguimiento, pero de momento tengo que felicitarles. Me he sentido orgullosa de la respuesta que ha habido, del interés de la gente por participar.
–Irati Alzuri. Es importante generar puntos de encuentro en los que nos podamos mezclar todos y podamos compartir. Creo que deberíamos analizarnos y saber dónde fallamos, qué podemos cambiar. Es importante que nos mezclemos, porque en el momento en el que empezamos agrupar, ahí es donde surgen los problemas. Cuando agrupamos hombre-mujeres, ricos-pobres, mayores-jóvenes... Cuando agrupamos se añaden características negativas. Ha pasado con el Covid. Escuchamos continuamente decir que los jóvenes incumplen las normas. No todos los jóvenes. La mayoría las cumplen. Deberíamos hablar de personas y no de colectivos.
–El lunes pasado, el Movimiento de Pensionistas entregó en las entidades bancarias cartas de protesta contra las colas que se forman en ventanilla, sobre todo de personas mayores que no pueden realizar gestiones por internet. También hemos conocido los problemas surgidos con las citas de vacunación por SMS. ¿Qué ejemplos de situaciones de edadismo se han puesto sobre la mesa?
–L. G. Hay muchos. Una persona mayor está en la caja de un supermercado y va más lenta y el de atrás se pone nervioso. Una persona mayor va por el paseo de Colón con un bastón y el que viene detrás quiere pasarlo como sea y se pone rabioso. Los mayores no podemos hacer las cosas corriendo y eso pone nerviosa a mucha gente. Y las colas, es tremendo. Hace unos días tuve que hacer una gestión en una ventanilla. Tenía unas 20 personas delante. Estuve un rato en la calle y otro rato dentro. Estaba que me desmayaba de dolor de espalda y sólo había una silla para sentarse. Es una forma de discriminación. Es como el machismo. Parece que no hay, pero empiezas a mirar y hay cantidad. Pues con el edadismo pasa lo mismo. Hay una discriminación bestial.
–I. A. No parece que estemos preparados para el número tan elevado que hay de personas mayores y para saber cómo tratarlas.
–Sí, el paternalismo, por ejemplo, resulta patético.
–L. G. La forma tan paternalista que hay para hablar con los mayores... ¡Que no somos tontos! No queremos paternalismo. Lo que queremos es respeto. Nada más. Yo pediría respeto para poder tener una vejez tranquila y que no nos sintamos mal.
–I. A. A mí hay una palabra que me impacta mucho, que es viejo o vieja, porque está deshumanizada y se utiliza de manera peyorativa y ofensiva.
–La pandemia ha desvelado algo más que microedadismos.
–L. G. La pandemia ha puesto al descubierto varias cosas. Una que yo he estado demandando siempre en el Consejo de mayores: que aumenten los ratios de personal en las residencias. La pandemia nos ha enseñado que tenemos que tener más cuidado con los mayores, que son personas, que no son cosas que se pueden dejar ahí y ya está. Ha tenido que venir una pandemia para que se entienda algo que es muy fácil de comprender. Es muy fácil de comprender que dos auxiliares no pueden bañar a 15 personas que no tienen movilidad. Los mayores lo han pasado mal de verdad. Han estado más solos que nunca. Ha sido muy duro.
–¿Qué habría que hacer para recuperar el respeto perdido hacia las personas mayores?
–L. G. Se ha perdido en la educación, en casa y en la escuela. Es un tema que no se trata en profundidad. Los niños están creciendo sin educación. Se preocupan de muchas cosas que no tienen importancia. La educación es fundamental para la vida en sociedad. Es la base de todo.
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