Volvemos a quedar para tomar algo
Reapertura. Muchos irundarras se acercaron a bares y restaurantes para recuperar ayer cierta normalidad tras más de un mes de cierre hostelero
Qué mes más largo. Ha sido la ausencia de cafés, cañas, pintxos, menús y copas, pero ha sido, sobre todo, la vida social ausente, ésa tan íntimamente ligada a nuestra hostelería. Qué mes más largo. «A ver si quedamos». «Cuando abran los bares nos tomamos un café». Cuántas veces se ha repetido esta conversación en los últimos 40 días.
«Nosotras hemos quedado, nos hemos seguido viendo, a veces pidiendo café para llevar y tomándolo por la calle», explica Mercedes Padilla. «O metidas debajo de un balcón, porque muchos días ha llovido», apunta una de sus amigas. «No ha sido nada cómodo», asegura otra. El grupo ocupaba ayer a mediodía una de las mesas de la terraza del Bar Mari. «Teníamos muchísimas ganas de recuperar nuestros sábados de mercadillo y terraza», cuenta Padilla. «¡Y tenemos pendientes de celebrar cuatro cumpleaños! En grupos de seis, eso sí», matiza.
El entusiasmo por volver a reunirse en torno a la mesa de un bar era generalizado y, evidentemente, no había menos al otro lado de la barra, aunque el sector sigue preocupado. «Estamos encantados de volver, pero de momento, de los tres bares que llevamos, Tino, ConTino y Gaztelumendi, sólo hemos reabierto este último», explica Antonio Natalio. «Tenemos muchísimas ganas de trabajar, pero ahora mismo tenemos mucha incertidumbre. Si las cosas se vuelven a torcer y pasamos de la barrera de 500 casos por cada 100.000 habitantes nos vuelven a cerrar. Para nuestros negocios no hay nada peor que abrir, cerrar, abrir, cerrar... Y llevamos todo el año así. Está siendo muy duro, especialmente este último mes. Nosotros, con los pedidos para recoger y a domicilio, al menos hemos podido trabajar algo». No es la solución, pero ha habido clientes que lo han agradecido, «así que de momento mantendremos el servicio».
La incertidumbre pone al futuro de los hosteleros unos nubarrones como los que acompañaron ayer la jornada de reapertura. «La situación es complicada, no nos engañemos, pero de verdad que nos anima muchísimo la respuesta de la gente. Desde que hemos abierto ha habido bastante movimiento. Los clientes estaban con muchas ganas».
Hacia la normalidad
Si Natalio cifra en un tercio su regreso a la actividad, David Vértiz, dueño del bar Real Unión, apunta que en su caso han vuelto «con la mitad de la plantilla. Si todo va bien, iremos recuperando el personal lo antes posible». La hostelería ha vuelto, sí, pero la normalidad está lejos aún. «Este mes ha sido durísimo, porque era la segunda vez del año que teníamos que cerrar. Ha sido casi insostenible. Y ahora que reabrimos pienso sobre todo en los bares que viven más de las noches que de los días y en los restaurantes, que prácticamente han perdido todo el turno de cenas. Los demás estamos también como estamos, cerrando a las ocho. A ver cómo funcionamos con esos horarios», ahora que los días son más cortos y el tiempo algo peor. «Pero no nos falta ilusión. Estamos encantados de poder trabajar de nuevo y de encontrarnos con los clientes, de saludar a la gente y charlar de nuevo, porque en este mes casi no hemos visto ni a los amigos».
Con la reapertura de ayer, algo se despertó en la ciudad. «Aunque es la hostelería la que ha estado cerrada y más ha sufrido, en el comercio lo hemos notado también. Ha habido mucho menos movimiento, mucha menos gente en la calle», apunta Nekane Aróstegui, de Boutique Nekane, en los jardines de Luis Mariano. «Esta situación que vivimos influye en los clientes, menos motivados para consumir, menos motivados para salir. Creo que la reapertura de la hostelería nos va a venir bien al comercio, porque cuando la gente se queda en casa nosotros lo notamos. Pero creo que nos va a venir bien a todos en general, a todos como sociedad. Necesitamos salir y encontrarnos, estar en la calle, con la gente». Desde ayer, volvemos a quedar
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