Adiós al verano de los menores ucranianos en Gipuzkoa
Tras dos meses de estancia “sin incidencias”, la asociación Chernobil elkartea muestra su preocupación por las consecuencias del recrudecimiento de la contienda en su país
Los 108 niños de Ucrania que han pasado el verano acogidos en familias de Euskadi y Navarra han vuelto este martes a sus hogares tras dos meses alejados de un doble padecimiento: el entorno contaminante de la central nuclear de Chernóbil en el que residen, y las incesantes bombas de la invasión rusa. El camino de vuelta en autobús se ha inciado a las 11.30 horas desde el recinto ferial Ficoba en Irun.
En la partida, las caras de los menores nada tenían que ver con las que mostraban el pasado 1 de julio, comienzo de un verano para el recuerdo. “En ese momento eran todo alegrías, hoy no es igual, aunque también tengamos la alegría de que vuelven a casa con sus familias. Estamos seguras de que ese reencuentro también va a ser muy feliz, pero aquí nos quedamos con la pena y la preocupación de que se van a un país que no es seguro en este momento”.
Marian Izagirre es la presidenta de la asociación Chernobil elkartea, entidad que agradece la respuesta que ha dado la sociedad al llamamiento de urgencia que realizaron en abril, gracias al cual han conseguido que 108 familias abran sus puertas a estos menores, que han disfrutado de un verano “sin incidencias de importancia”.
Entre otras bondades de la estancia, los niños y niñas han podido “regenerar la merma de sus defensas” afectadas por la radiación de Chernóbil. Además de divertirse, han podido respirar aire puro. “Les alejamos durante dos meses de esa guerra que sigue padeciendo Ucrania. El lunes sufrieron diez horas de ataques. Las infraestructuras quedaron gravemente dañadas. Nuestras voluntarias nos dicen que a ver si pueden llevar los niños linternas, cargadores… Son cosas que a nosotras ni se nos pasan por la cabeza y que estos niños, en cambio, las ven como muy importantes”, reconoce Izagirre. Fueron despedidos con la inevitable preocupación de verles partir hacia un lugar que no es seguro. Pero también “con la alegría de haber podido disfrutar con ellos y ellas estos dos meses. Está la preocupación, y la ilusión de que se van a reencontrar con sus familias, que seguro que les recibien con los brazos abiertos”, destaca la asociación.
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