CULTURA
El deseo póstumo de Menchu
LA FUNDACIÓN DE LA PINTORA, IRUN Y KUTXA SE UNEN PARA "PONER EN VALOR" SU LEGADO
RUTH PÉREZ DE ANUCITA - Sábado, 25 de Febrero de 2012 - Actualizado a las 05:28h
La pintora irundarra trabajando en su estudio, hacia 1960. (Foto: catálogo 'un espíritu libre')
"Es un descubrimiento porque, pese a haber ocupado un lugar de honor en el arte español de su tiempo, pese a haber sido una de las pocas creadoras que brilló en un mundo dominado por hombres, pese a haberse alzado como la primera mujer que consiguió el Premio Nacional de Pintura en 1959, su nombre cayó en el olvido", razona Rafael Sierra, comisario de la exposición que dedica a Menchu Gal el IVAM de Valencia. En el mismo sentido se expresó ayer el secretario general de la Fundación que preserva el legado de la pintora, Joxe Joan Gonzalez de Txabarri, que recordó que cuando murió, en 2008, la artista padecía "el autoconvencimiento de que su obra no había sido suficientemente valorada".
Contra esta posibilidad se han conjurado el Ayuntamiento de Irun, la Fundación que lleva su nombre y la Fundación Kutxa, ahora unidos por un convenio que persigue "poner en valor" la obra de la artista del Bidasoa. Entre las iniciativas de peso que avanzaron, figura el intercambio de obras entre los tres fondos, lo que fortalecerá la exposición que itinera desde el año pasado, o la creación de una beca para artistas jóvenes.
Los propósitos de las tres entidades exploran ya su cumplimento, con la exposición que actualmente acoge el IVAM de Valencia, "la segunda gran pinacoteca de arte contemporáneo tras el Reina Sofía", subrayó el crítico Edorta Kortadi. El salto se culminará en verano con la muestra que han convenido en la sede del Instituto Cervantes en Nueva York.
Tampoco se descuidará su predicamento entre la parroquia local. El año que viene, la primavera guipuzcoana pertenecerá a Gal: coexistirán dos exposiciones en la sala Kubo de Donostia y el espacio dedicado a la pintora en Irun, que mantendrán un "diálogo" entre ellas, explicó Mikel Mendarte, de Kutxa. Un catálogo razonado, tras los volúmenes La alegría del color y Un espíritu libre, y el curso monográfico que le brindarán los Cursos de Verano de la UPV en el Palacio Miramar el verano de 2013 se incluyen también entre los planes de la Fundación para este lustro. "Es el producto el que está abriendo todas las puertas", insistió Gonzalez de Txabarri.
LO QUE (NO) SE SIENTE
Estructura y luz
Sus artículos siempre cosecharon admiradores. Niña prodigio, Menchu Gal se trasladó a París con apenas catorce años, enviada por su primer maestro, Gaspar Montes Iturrioz. Su paso por la capital francesa "estructuró" la pintura "ingenua" de sus inicios en el País Vasco, le suministró "geometría", explicó Kortadi.
Su mudanza a Madrid, y su convivencia con el grupo de Benjamín Palencia, proporcionó a su paleta, más bien oscura, casi negra, el color, que se consagraría como una de sus señas de identidad, una luminosidad alegre que la aproximaba a Matisse. Gal "aportó" al grupo de Madrid la luz del Cantábrico y los verdes (lechugas, fosforescentes) que entonces no se veían en Castilla. "Como los fauvistas, usaba el color como salía del tubo. Es una pintura fresca; si fuera carne, diríamos que estaba en su punto crudo", puntualizó el crítico, profundo conocedor de la obra de Gal y comisario de las exposiciones de la Fundación.
De su boca salió una frase aplicable a cualquier artista, pero de modo especial a la pintora guipuzcoana: "Lo que no se siente difícilmente se va a expresar". Como confirma Sierra: "Menchu Gal pintó bodegones, interiores, paisajes, retratos, pero tomara el camino que tomara siempre buscó reflejarse, tomar los pinceles y expresarse con ellos, como si sintiera que los colores, las texturas, fueran el alfabeto de su corazón".
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