IRUN
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Un cambio de chip para el comercio
Los participantes en esta iniciativa conocida como Irun Lab coinciden en que ha sido «una buena experiencia que te cambia la perspectiva». Siete establecimientos irundarras colaboran con artistas desarrollando acciones creativas
20.06.13 - 00:02 -
Artistas y comerciamtes tienen visiones diferentes de las cosas. Por eso mismo, Irun Lab, iniciativa impulsada desde Irun Ekintzan, se activó sobre la idea de ponerlos a trabajar juntos. Contando con la experiencia de Conexiones Improbables en este terreno, la convocatoria se abrió a siete establecimientos: Lámparas Lacasa, Capriccio, Mercería Dori, Motos Paco, Nekane Modas, Nouvelle Vague y Perfumería Oyarzabal. Ayer, de la mano del delegado de Desarrollo Económico, Miguel Ángel Páez, dos de ellas, Motos Paco y Lacasa, presentaron el fruto de esa colaboración.
Motos Paco. Este negocio motero ha trabajado de la mano de Curro Claret, diseñador industrial catalán que empezó por reconocer que «no tenía ni idea de motos», cuenta Blanca Salgado, responsable de la tienda. «Llevamos años trabajando con Piaggio y eso está ya muy identificado en la ciudad. Pero queríamos que nos conocieran también como concesionario Yamaha». Aunque el objetivo era ése, «Curro nos preguntó por toda la trayectoria de la tienda, nos hizo reflexionar sobre cada cosa... Son personas con ideas diferentes, que te hacen pensar, que te dan una visión distinta». Las ideas se concretaron en un concurso que está en marcha en la web de la tienda, www.motospaco.com. «Cedemos el uso de una moto durante un mes a una persona elegida de entre aquellas que nos presenten proyectos solidarios que puedan hacer con la moto en ese tiempo, aunque sean cosas pequeñas: trasladar a personas mayores, etc.». El plazo de inscripción es hasta el 30 de junio y la moto, una Yamaha, claro, se cederá del 10 de julio al 10 de agosto, para esa función y para todo lo que el ganador del concurso quiera. «Lo más importante», añadía Salgado, «ha sido vivir esta experiencia. Te da ilusión, te da energía, te mueve algo dentro».
Iluminación Lacasa. Óscar Fernández rige, «desde hace poco, un negocio familiar que quiero 'hacer mío'». Aunque ya había dado pasos por su cuenta, «mi visión era muy cerrada, ceñida a lo que he visto siempre, a la perspectiva desde detrás del mostrador. Esto me ha abierto la mente: no se trata sólo de la venta como tal, quiero participar con la ciudad, estar más cerca de la gente». La primera acción desarrollada, en su caso con los artistas de Zaramari (productora de ideas vizcaina), fue sacar «lámparas a la calle. Las pusimos en el suelo, en el mobiliario urbano e hicimos fotos. Fue muy potente. Me sorprendió la reacción de la gente, que nos preguntaba de qué tienda éramos, ¡hasta por el precio de una lámpara! Creó revuelo y fue muy divertido». Como segunda acción, aquellas fotos decoran la tienda ahora «y ahí seguirán un tiempo, porque me gustan mucho y hacen la tienda más mía», señala el comerciante. La inauguración de esa exposición completó la terna de ideas ejecutadas. «Habíamos estado preguntando a los clientes y amigos con qué les gustaría que les sorprendiera la tienda. Nos dijeron de todo, cosas muy originales como que les diéramos de merendar o que hiciéramos un concierto. El día de la inauguración juntamos varias de esas ideas: música en directo, un lunch... vinieron familiares, amigos, clientes, gente del barrio. Fue una pasada». Como Salgado, él destaca sobre todo «la experiencia, muy potente y muy recomendable. Ahora tengo un montón de ideas que espero ir sacando los próximos meses, en lugar de estar esperando detrás del mostrador. Te da impulso».
Cantera creativa
El futuro inmediato del programa Irun Lab está garantizado «vistos los resultados», prometía Miguel Ángel Páez. «Nos gustaría que el año que viene pudiéramos ampliar el número de tiendas participantes. Este año, ya tuvimos más demanda que plazas», apuntó. «Irun Ekintzan tiene una función de subvencionar acciones dirigidas al comercio. Éstas, tan singulares y que llegan tan directamente al comerciante, son significativas».
Pero esta edición 2013 ha tenido, además del propiamente colaborativo, un aspecto formativo. «Catorce artistas de la ciudad se han podido formar como creativos para colaborar con comercios en el futuro». Otro «paso adelante», decía Páez, hacia «la mejora de la actividad económica en la ciudad», ya que no sólo abre la puerta a que en el futuro Irun Lab cuente con contrapartes artísticas locales, sino que introduce a estos artistas en un campo de trabajo desde su propia iniciativa.
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