Entre los bastidores del Amaia
El centro cultural, que acaba de celebrar su 25 aniversario, acogió esta semana una visita guiada abierta al público
- JOANA OCHOTECO
- IRUN
El auditorio, la sala de exposiciones y la de conferencias son las zonas más conocidas del Centro Cultural Amaia. Pero hay mucho más en este espacio de la plaza Pío XII, que esta semana ha cumplido su 25 aniversario. Fue en 1990 cuando el hasta entonces cine se reabrió como teatro y espacio para la cultura de Irun. Una visita guiada por sus múltiples salas, pasadizos y recovecos ha sido una de las actividades organizadas con motivo del aniversario.
El escenario del Centro Cultural Amaia es bien conocido por el gran número de conciertos, teatros y otras actuaciones que se celebran allí. Tiene, no obstante, algunos secretos que los participantes en la visita pudieron conocer de la mano de José Luis García e Iñaki Elizondo, que ejercieron como guías.
Según explicaron, en uno de los laterales del escenario se encuentra el montacargas que permite «subir y bajar el material» necesario para las distintas actuaciones. En cada espectáculo que se celebra en el Amaia, «hay una hora de montaje concertada, y vienen quienes construyen la escenografía y el decorado. El montacargas les permite no tener que andar cargando materiales pesados y poder subirlos desde un piso inferior», que se encuentra a la altura de la entrada.
A uno de los lados, oculto tras las bambalinas, se ubica un panel de control: «cuando tiene lugar una actuación, aquí siempre hay una persona, el regidor, que controla los tiempos de quienes entran a escena, salen...». El regidor tiene conexión directa con los encargados de la iluminación y el sonido, que se sitúan en la parte más alta del auditorio.
Detrás de ellos, y tras tres ventanas de cristal visibles desde el escenario, se encuentra el habitáculo del proyector. O mejor dicho, los proyectores, porque el Amaia cuenta con dos, «ambos vigentes» pero muy distintos. El antiguo «y original» del cine Amaia es el más llamativo: los participantes en la visita pudieron conocer cómo se colocan los rollos de películas, «que llegan en varios fragmentos y hay que casarlos unos con otros». Junto a éste se encuentra un moderno proyector digital.
El lado desconocido
Más desconocidos que el escenario son los camerinos, a los que se accede, tras entrar al Amaia por la calle Lope de Becerra, cruzando la puerta situada al fondo y a la izquierda. Una antesala con varios sofás, mesitas, cafetera, microondas y un mueble repleto de menaje preceden al propio camerino. «Aquí los artistas descansan, o son entrevistados antes de las actuaciones», explican José Luis García e Iñaki Elizondo. Uno de los próximos en sentarse en esos sofás será el presentador y humorista Dani Mateo, que actuará en el Amaia el próximo 16 de enero.
Una sala similar a un pequeño taller de carpintería es otra de las habitaciones escondidas del Amaia: a ésta se accede a través de una de las puertas de la pared izquierda de la sala de exposiciones. «Aquí se realizan pequeños arreglos en los decorados que se utilizan en funciones y óperas», explican los guías. Espacios de este tipo «siempre han tenido importancia en los teatros».
Muchos iruneses conocerán la escalinata que existe en la sala de exposiciones de menor tamaño, junto a la sala de conferencias. Su aspecto señorial, con columnas a ambos lados, invitan a pensar que conducen a alguna parte destacada del centro cultural, como el auditorio... Esa era la idea original cuando se construyó, según explicaron los guías, pero finalmente no pudo llevarse a cabo y en realidad es el acceso a una zona de almacén. Como curiosidad, en este espacio se guardan decenas de banderas de distintos países del mundo, que se utilizan cuando el Amaia recibe a visitantes internacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario