Luces que alumbran hasta en las noches más oscuras
45 fotos, tres bombillas y una carta náutica de la colección de la asociación de Amigos de los Faros de Euskadi invita a descubrir estos 'vigías'
- JOSEBA ZUBIALDE
- IRUN
Dos destellos blancos cada diez segundos. Como el ADN en las personas, la forma en la que la luz de un faro brilla en la noche es única para cada uno de ellos. Cuando la tripulación de un barco observa dos fogonazos blancos que rasgan la oscuridad cada diez segundos, sabe que proceden del faro de Higer de Hondarribia. Aunque se pueda pensar que la utilidad de estos 'vigías' nocturnos es cosa del pasado, lo cierto es que «los barcos los necesitan aún hoy, porque cuando el GPS y el mapa fallan los faros cuentan con una luz característica que indica a las embarcaciones dónde se encuentran», comenta Iñaki García, secretario de la Asociación Cultural Amigos de los Faros de Euskadi.
Los faros, su belleza y el halo romántico que aún guardan entre sus paredes es la pasión que comparten los 40 socios que aglutina esta joven entidad, que hace apenas dos años nació en Irun. Ellos también son los responsables de 'Faros', la nueva muestra que hasta el domingo acoge la sala de exposiciones de Laboral Kutxa del paseo de Colón. 30 fotografías de gran tamaño y otras 15 más pequeñas permiten viajar por diferentes lugares y observan los diferentes faros 'capturados' por los socios durante «muchos años». En las instantáneas se pueden descubrir «todos los faros de Euskadi -siete de ellos en Gipuzkoa-, tres de Galicia y el resto, que son la mayoría, de la Bretaña francesa».
Además, los visitantes también pueden ver in situ tres bombillas de diferentes faros que durante años guiaron a los barcos en la costa gallega y pasaitarra. «Cuando se funden nos los dan», comenta García. La exposición se completa con una carta marítima y «una lámina sobre una isla en la Bretaña francesa en la que hemos fotografiado varios faros».
Esa región gala es, en parte, la culpable de la pasión de García por los faros. Hace 15 años él y unos amigos «empezamos a viajar por la Bretaña francesa viendo faros», cuyo poder de atracción fue tal que «estuvimos cerca de diez años visitándolos». Tiempo durante el cual han conocido historias de los fareros, sus familias, y la vida cuidando de estos 'vigías', de los que destaca que es «gente muy agradable». Los faros cuentan con amigos por todo el mundo, y fue la asociación andaluza quien, conocedora de sus viajes tras los destellos de los faros, les planteó la idea de crear una entidad similar en Euskadi. «Y eso hicimos», recuerda García. Durante este tiempo «hemos ido buscando recursos y dinero para la asociación, y este año decidimos mostrar algunos faros a la gente a través de esta exposición».
La «magia» del faro
Toda la junta directiva de la entidad reside en Irun, y aunque cuentan con algunos socios de Andalucía o Cataluña, «la mayoría» también son de la ciudad. «Traemos el mar al interior», bromea García. El presidente de la asociación, José Antonio Villafranca, «estuvo trabajando en la mar y nos pegó esta afición». Admira las formas exteriores de los faros y en algunos casos «incluso por dentro, cómo son, esa magia, las vistas que tienen... toda esa belleza que los rodea nos llama mucho la atención», explica García, que destaca que además son «súper importantes para los marineros».
Por ello, desde la asociación también buscan promover que se conviertan en lugares «accesibles a la gente, porque al final son patrimonio de todos nosotros y nos gustaría que todo el mundo pudiera verlos y disfrutarlos». Una filosofía que choca con «el asunto de que hay quien quiere privatizarlos, algo con lo que estamos en contra», subraya García, que se lamenta de que ser farero es una profesión en vías de extinción: «Ya no hay oposiciones para farero y a medida que se van jubilando no se reponen».
Tras haber conocido los faros de la Bretaña francesa, el nuevo rumbo está marcado por «poco a poco ir descubriendo los faros que tenemos más cerca», comenta García, desde los que se encuentran más a mano como los 'vigías' vascos y gallegos, hasta los más alejados como los de Tenerife y Mallorca.
Si se pregunta si sobrevive algún farero en Gipuzkoa, la respuesta es que sí. Los faros de Igeldo, Zumaia y el de la plata de Pasaia aún cuentan con personas que velan por que cada noche no se apague su luz en el horizonte.
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