Turno de noche para la mañana más feliz
Pequeños y mayores salieron a recibir con ilusión al entrañable carbonero, que ha venido con un carro cargado de regalosOlentzero llegó ayer a la plaza de San Juan para recoger las cartas de los niños y niñas irudarras
Olentzero se hizo esperar, pero por fin llegó ayer a Irun, montado en su gurdia, una carroza que reproduce su caserío, con productos de la huerta y animales incluidos. Le acompañaba un grupo chavales vestidos de caseros y eran cientos de niños y niñas, inquietos y llenos de ilusión, los que le esperaban en la plaza de San Juan. «Estamos aquí desde las cinco, haciendo cola. Hemos venido todos los años, desde que los niños eran muy pequeños», decía Lierni, mientras Ane, la mayor de sus hijos, repasaba la carta una y otra vez, «por si se le ha olvidado algo».
Antes de llegar al escenario instalado ante el edificio del Ayuntamiento, Olentzero recorrió en su gurdia el centro de la ciudad. Desde la plaza de Alberto Anguera, siguió por las calles Hondarribia, Zubiaurre y Estación hasta llegar al paseo de Colón, donde hizo un par de paradas. Después, continuó por Fueros y Mayor, hasta llegar a la plaza de San Juan. Una vez allí, se quedó sorprendido por la cantidad de niñas y niños que le estaban esperando. El carbonero, que es un buen mozo muy simpático y cercano, fue saludando, a su paso, a toda la chiquillería. Incluso reconoció a unos cuantos niños y niñas que también vinieron a verle el año pasado.
Un carro de nervios
Conforme Olentzero se iba acercando, el termómetro de los nervios infantiles iba subiendo, más que nada porque con el carbonero llegaba un enorme carro tirado por bueyes, en el que cargará todos los regalos. «¡Mira, ama! Son como caballos, pero con cuernos», decía Julen, que veía un buey «en persona» por primera vez en su vida.
Tanto a lo largo del recorrido como durante su parada en la plaza de San Juan, el entrañable carbonero estuvo muy bien acompañado por sus amigos de Betti Gotti Euskara Elkartea, Bidasoako Joaldunak, Txorimaloak Soinu Taldea, Auntxa trikitixa, Bidasoako EKT y Santiagoko Deabruak. Estos últimos se encargaron de iluminar la plaza de San Juan con antorchas de distintos colores, mientras los demás ambientaron la llegada de Olentzero con su alegre música y sus cantos.
Una vez recogidas todas las cartas, Olentzero se retiró a descansar. Hoy le espera un largo turno de noche para regalar a los más pequeños la mejor manaña del año.
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