La presión de los transportistas contra el blindaje del G-7 les abre la frontera
Biriatou se ha abierto para los vehículos de más de 7,5 toneladas durante esta pasada noche. Transportistas de diferentes partes de Europa llevaban parados en Gipuzkoa desde el viernes y volverán a recuperar su actividad con normalidad esta tarde
Los transportistas parados en Gipuzkoa desde el viernes a causa de la cumbre del G-7 han tenido esta pasada noche un respiro antes de recuperar hoy, a partir de las seis de la tarde, su actividad con total normalidad. La presión que los camioneros han ejercido sobre los dispositivos de seguridad a este lado de la muga y la ausencia de problemas circulatorios en las últimas horas han sido factores decisivos para que la dirección de Tráfico del Gobierno Vasco haya permitido el paso por la N-1, la A-15, N-121-A y la AP-8 a los vehículos de más de 7,5 toneladas con destino Francia.
De esta manera, el Ejecutivo vasco se ha sumado a la iniciativa del Gobierno francés, permitiendo el paso a los camiones por la frontera de Biriatou desde las diez de la noche de ayer hasta las once de la mañana de hoy, cuando tendrán que interrumpir de nuevo su circulación hasta volver a su rutina habitual, ya sin restricciones, a la tarde.
Los transportistas se han hecho oír estos días atrás, convencidos de que «las medidas del Gobierno Vasco en cuanto a las prohibiciones de cruzar la frontera han sido excesivas. Incluso más estrictas que en suelo francés». Coincidiendo con el ecuador de la reunión de Biarritz han conseguido vía libre durante unas horas para continuar con su trayecto y «cargar o descargar en el próximo destino lo antes posible».
«Una faena»
Estar en 'standby' «es una faena» para quienes se dedican al transporte de mercancías, como es el caso del ucraniano Yorosav. Después de haber 'descansado' durante más de dos días en Oiartzun, no encuentra el momento de volver a ponerse manos a la obra. Estas horas las ha aprovechado para «comer, beber y hablar» con sus compañeros, así como «para ver la televisión e intentarse informar de lo que pasa en el mundo».
No entiende por qué se han establecido «estas restricciones tan exageradas» en Gipuzkoa. A él, «desde luego», no le han beneficiado «para nada», se lamenta mientras se sienta a comer con Andrii y Zelenskyy, también ucranianos.
Sopa y panceta es el menú del día. Improvisan una comida entre amigos con la despensa de cada uno. Yorosav pone el embutido, Andrii la verdura para la sopa y Zelenskyy la cocina. No les falta de nada, pero si pudieran elegir, cada uno estaría en un lugar diferente, cargando lo que les tocara en esta ocasión.
«¿Qué culpa tenemos nosotros de que el G-7 se celebre en Biarritz?», se preguntan mientras intercambian una mirada de desaprobación. Los domingos deben permanecer parados por ley, «pero el resto de días no. Además, casi no ha habido tráfico», insisten.
Muy cerca de ellos se encuentra Ruslan, también ucraniano, con su hija Aleksandra, que le acompaña en este trayecto. Ha conocido en primera persona lo que es trabajar de camionero y le ha coincidido con el G-7. Por eso llevan desde el viernes parados en Oiartzun. Se dirigen a Francia, por lo que para ellos la apertura de la frontera esta pasada noche ha sido una buenísima noticia. Si no, tendrían que haber permanecido en suelo guipuzcoano hasta hoy por la tarde, o quizá hasta mañana, opción que no descartaban en un principio.
Sabían desde hace tiempo que su paso por Gipuzkoa iba a coincidir con la cita de los grandes mandatarios en Biarritz, por lo que las restricciones no les cogieron por sorpresa. En cualquier caso, «nos parecen desproporcionadas», critica el padre mientras descarga unas garrafas de agua en el camión.
Su hija le mira y asiente, aunque ella le sabe buscar el lado positivo a todo esto. «Hemos ido a la playa en San Sebastián y nos hemos acercado incluso a Pamplona. Al menos nos ha servido para conocer la zona», sonríen.
Ruslan está «indignado» con todo lo que rodea al G-7, «desde el tráfico hasta la propia cumbre. Es todo un disparate», afirma, mientras se pregunta «por qué Ucrania no forma parte de este grupo de mandatarios».
Alternativas a la espera
La cumbre no ha dejado indiferente a nadie. Tampoco al búlgaro Nagy, que el sábado se acercó a curiosear cómo discurría la manifestación de la contracumbre entre Hendaia y Ficoba. Lo hizo en bici, su mejor compañera durante estos días en los que ha permanecido bloqueado en Oiartzun. «Llevo siempre la bicicleta conmigo y estos días me ha salvado. He dado muchísimos paseos. Menos mal que la tenía porque si no, no sé que hubiera sido de mí aquí... Lo que ha ocurrido es desesperante», señala.
La mayoría de los transportistas sabían con lo que se iban a encontrar en ambos lados de la muga debido al G-7, pero siempre hay alguno a quien este tipo de acontecimientos le cogen por sorpresa. Es el caso de José, de Perú. El único día de descanso para este camionero fue ayer, pero «por ser domingo. Yo no sabía lo que era la cumbre ni nada. ¿Que están Donald Trump y Angela Merkel aquí al lado? Ni idea».
Si se pone a pensar recuerda haberse cruzado con «más controles de lo habitual y más policía, pero no sabía por qué era. Ni me hubiera imaginado que los mandatarios de estos países estaban en Biarritz. Con todas la veces que he pasado yo por ahí...».
El de José es un caso aislado. Esta última semana, antes de que las medidas de seguridad de tráfico se pusieran en marcha, representantes del sector del transporte ya anticiparon su desacuerdo con las medidas propuestas por el Gobierno Vasco. Sea como fuere, esta pasada noche y hasta hoy a la mañana han vuelto a circular sin aparentes restricciones.
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