«Los primeros días de confinamiento la gente estaba muy desorientada»
DIARIO DE UN CONFINAMIENTO
El estanquero Loren Escudero recuerda cómo la histeria compulsiva ante la incertidumbre venidera llevó a los fumadores a un aprovisionamiento preventivo masivo
Gran Hermano, desde su primera edición, ya advirtió lo que estar encerrado sin cigarros podía suponer para un fumador. Cuando el 13 de marzo el presidente Sánchez decretó el estado de alarma, incluyendo el confinamiento ciudadano, se desató la histeria entre los consumidores de tabaco. «Ese día y el siguiente, que era sábado, fueron una locura. Una locura total». Loren Escudero es el encargado del Estanco nº1 de Irun, ubicado en la plaza Urdanibia, el corazón de la Parte Vieja de la ciudad. «Hace ocho años que estoy aquí y no había visto nada como aquello. Fueron dos días de desconcierto total. Jokin -el dependiente que refuerza la atención un par de días por semana- y yo pusimos carteles avisando de que no cerrábamos, que se mantendría el suministro... Pero todo dio igual, aquellos primeros días la gente estaba muy desorientada».
No tuvo nada que ver con aquello el resto del mes de marzo. En una ciudad que vende muchísimo tabaco a clientes franceses, el cierre de fronteras y el confinamiento también en la otra orilla del Bidasoa han pasado factura. «Aquí no solemos tener muchos clientes del otro lado, igual algo más durante el verano, aunque sí que estamos notando la distribución a terceros», a los que muchas veces sí recurren los que vienen del país vecino. «Con los bares cerrados hemos perdido mucho volumen de negocio». En su caso, también con la suspensión del mercadillo que cada sábado por la mañana toma la plaza Urdanibia y atrae gente de toda la ciudad. «Hay clientes habituales del sábado por la mañana a los que echamos de menos y ahora no hablo de facturación, me refiero a saludarles».
Son tiempos raros éstos en los que se echan de menos las cosas cotidianas de nuestras vidas normales. «Me pasa también con alumnos del Euskaltegi municipal», que comparte plaza con el estanco. «Hay algunos que llevan unos años ya y tenemos cierta relación. Desde que empezó todo esto no nos hemos visto, pero ya llegará el momento».
Mientras tanto, Loren celebra que tras aquellos primeros días en los que «la gente andaba despistada con lo que estaba pasando y lo que podía pasar», ahora ya, quien más quien menos, «todo el mundo va entendiendo la situación». Para empezar, se van habituando al nuevo horario, «que es sólo de mañana. Es una propuesta de la asociación de estanqueros. Ya sé que algunos no lo están cumpliendo y abren también por las tardes, pero bueno, a nosotros nos parece que si en la asociación la gente entendió que era lo mejor para todos, debemos respetarlo».
El estanco de la plaza Urdanibia es muy pequeño y para poder cumplir con las distancias de seguridad, cuando se atiende a un cliente, no puede haber ningún otro dentro. «La gente espera fuera y si hay cola, todo el mundo la hace guardando la distancia debida. La gente viene y ya no compra un solo paquete, como hacían algunos en la primera semana de confinamiento. Ahora se llevan tabaco para unos cuantos días. Y casi todo el mundo ya paga con tarjeta, que es algo que los que estamos aquí agradecemos mucho, la verdad». Trabajan con guantes y mascarilla, pero tanto Loren como Jokin son conscientes de que están asumiendo un riesgo cuando atienden al público cada día.
Sin embargo, mantener la actividad y cuidar a sus clientes es prioritario. Los compradores que se acercan estos días «son todos vecinos de la Parte Vieja; diría que conozco a todos los que vienen. A los más mayores alguna reprimenda ya les ha caído. Les digo a ver si no puede venir alguien a comprarles el tabaco y, si no, que al menos no bajen todos los días».
Hay otro perfil de cliente que, ése sí, es diario por necesidad. Además de tabaco, el estanco vende periódicos y revistas. «En esto también los primeros días fueros diferentes y luego volvió la normalidad, pero justo al revés que con el tabaco. Al principio del confinamiento perdimos unas cuantas ventas de periódicos. Yo me asusté y le dije al distribuidor que trajera menos, que si no me iban a sobrar muchos. Pero en poco tiempo la cosa volvió a la normalidad. Yo me alegro, no sólo por las ventas. Es que yo soy de los de periódico diario y en papel, de los que lo leen de principio a fin y me gusta ver que la gente mantiene esa costumbre, esa forma de informarse».
Las revistas también encuentran salida en estos tiempos de recogimiento hogareño. «Y los sudokus y los crucigramas ni te cuento. Se ve que hay gente a la que le gustan y que ahora ha encontrado el tiempo para dedicárselo, porque se han llevado casi todo lo que tenemos».
Pero todo eso no son más que complementos. Loren sabe que «con los bares cerrados, vamos a sufrir. En marzo hemos estado así solamente medio mes, pero abril va a ser casi entero. O sin casi, porque aún no sabemos qué pasará el día 27. Vamos a sufrir. Como todos, me temo».
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