Noticia publicada en Diario Vasco,el jueves día 30 de Septiembre de 2021.
Las inundaciones son el mayor riesgo con el que el cambio climático amenaza a Irun
La mesa redonda técnica organizada con motivo de Asteklima reveló datos como que en la comarca la temperatura ha crecido 0,25 grados por década desde los años ochenta
Asteklima es la Semana del clima y la Energía que por segundo año ha lanzado el Gobierno Vasco en colaboración EVE, Ihobe y ayuntamientos y diputaciones vascas. Como parte de su aportación, el Ayuntamiento de Irun celebró el martes una mesa redonda en Palmera Montero protagonizada por cuatro expertos en diversos aspectos ligados con el cambio climático.
Xabier Esteban y Dorleta Uruetxebarria, de Naturklima, la Fundación de Cambio Climático de Gipuzkoa, fueron los que esbozaron el contexto general. Recordaron las diversas evidencias científicas que han convertido el cambio climático provocado por la acción una humana como una realidad mundial incontestable y alarmante. También se esforzaron por aterrizar las grandes cifras globales en la realidad más local y así, explicaron por ejemplo que desde los años ochenta, en la comarca del Bidasoa la temperatura media anual se eleva a ritmo de un cuarto de grado por década. La pluviometría, sin embargo, ha variado muy poco con un ligero repunte al alza. Lo preocupante viene, sin embargo, por este frente, ya que las modelizaciones a futuro ponen a Irun (también a Hondarribia) como un punto muy sensible en cuanto a inundaciones fluviales empeorables por la subida del nivel del mar y unas precipitaciones que se concentrarían en menos jornadas intercalando periodos de sequía más largos.
Estudios demuestran que, en Gipuzkoa, los bosques de árboles autóctonos son muy eficaces para luchar contra el cambio climático
Árboles y rocas
La ingeniera Garazi Arizmendi, por su parte, centró su intervención en la capacidad de los bosques para aportar tanto a la mitigación del cambio climático como a la adaptación del territorio guipuzcoano al mismo. Incidió en que no es lo mismo bosque que plantación de árboles, y explicó las razones por las que el primero resulta mucho más eficaz en el proceso de reducir el CO2 de la atmósfera y cómo el segundo es, además, mucho menos resiliente ante el cambio climático y algunos de sus efectos asociados como las plagas, los incendios o la gestión del agua.
Con una perspectiva muy diferente, cerró las intervenciones Jose María Hernández, director de Cristina Enea Fundazioa, que aportó perspectiva histórica. No de la historia de la humanidad, sino de la historia planetaria, la que está escrita en las rocas.
Señaló los estratos como una guía interesante de los sucesivos cambios climáticos que se han dado en la Tierra y aprovechó para aportar tanto información válida como curiosidades. De estas últimas quizá la más destacable, fue su afirmación de que «el ser humano no es el primer ser vivo que provoca un cambio climático. Hace 2.400 millones de años, unas cianobacterias, las primeras algas con clorofila, empezaron a absorber CO2 y expulsar oxígeno. Eso acabó con el resto de las especies vivas del planeta y en su lugar surgieron otras adaptadas a la nueva situación».
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