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La restauración completa como reto
Plaiaundi celebró el Día Internacional de los Humedales con una jornada técnica en Txingudi Ekoetxea. Alberto Luengo repasó la historia de la recuperación del humedal irunés y avanzó los próximos proyectos
02.02.14 - 00:22 -
MARÍA JOSÉ ATIENZA | DIARIOVASCO.COM |
«Cuando empezó el proyecto, se había perdido el 60% de la marisma»
«Nuestro reto debe ser de aquí a unos pocos años. Nosotros lo tenemos que ver»
El 2 de febrero de 1971 se firmó en la ciudad iraní de Ramsar el primer convenio internacional sobre la conservación y uso racional de los humedales, ecosistemas con gran diversidad biológica y reguladores del ciclo del agua y del clima. La lista Ramsar incluye, a día de hoy, cerca de 2.000 enclaves del planeta -las marismas de Txingudi entre ellos- repartidos por 160 países.
Para conmemorar la firma del tratado Ramsar, cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales. Con este motivo, el pasado jueves Txingudi Ekoetxea acogió una jornada sobre conservación de los humedales, que reunió a técnicos de distintos organismos públicos y entidades privadas y que fue inaugurada por la consejera de Medio Ambiente y Política Territorial, Ana Oregi.
Alberto Luengo, técnico de las marismas de Txingudi, fue el encargado de hablar sobre nuestro humedal. Hizo un breve repaso del pasado, situó a los asistentes en el presente y avanzó los proyectos de futuro, ilustrando sus palabras con gráficos y fotografías aéreas, en las que se pudo apreciar el impresionante cambio experimentado por el humedal en los últimos años.
Si retrocedemos a 1997, encontramos en Plaiaundi «una zona en la que la marisma había perdido totalmente su protagonismo y en la que el desarrollismo imperaba sobre cualquier tipo de proceso biológico», dijo Alberto Luengo. «Se había perdido el 60% de marisma y quedaba un 40% con cierta calidad».
La recuperación realizada hasta la fecha, se ha podido conseguir, entre otras cosas porque, en su día, «hubo un movimiento social potente, que cristalizó en lo que fue la firma del Plan Especial de Conservación y Ordenación de los Recursos de Txingudi». El proyecto del Parque de Plaiaundi fue, en 1998, «la primera pieza y la pieza clave» de la progresiva recuperación del las marismas. «Fue una obra dura de restauración, por razones obvias», recordó el técnico. «Hubo mucha excavadora y mucho movimiento de tierras».
Años después, en 2003, se acometería la recuperación de las marismas de Jaitzubia, una zona bastante menos degradada. La restauración fue, en este caso, «diferente, mucho más blanda y empujada por la propia hidrodinámica. La memoria ecológica de Jaitzubia era mucho más alta que la de Plaiaundi».
Aunque quedan áreas por recuperar, hoy por hoy «la gente ha hecho suyo el humedal de Plaiaundi», señaló Alberto Luengo. Ese es el presente del parque ecológico irundarra. Cerca de 50.000 personas visitaron el año pasado el humedal, un número importante para un espacio de 23,4 hectáreas. Txingudi Ekoetxea, el centro de interpretación, recibió 17.000 visitas.
El presente de Plaiaundi se resume, también, en los logros del parque referentes a los reconocimientos internacionales. El humedal es Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Interés Comunitario (LIC), forma parte de la Red Europea de Espacios Naturales Relevantes (Natura 2000) y de la Lista de Humedales de Importancia Internacional Ramsar, antes citada.
En la actualidad, el humedal recibe a 265 especies de aves, de las 347 presentes en la Comunidad Autónoma Vasca. «Desde la restauración, se ha producido una mejora en el tiempo de estancia de las aves», explicó Alberto Luengo. Mucha gente piensa que se ha producido una mejora en la riqueza. Es un error. Se ha ganado en el tiempo de estancia. Desde la última glaciación, las aves entran por aquí desde el eje atlántico, se distribuyen por la península y van a África. La mejora es cualitativa. Podemos decir que hemos dejado de ser una pensión para convertirnos en un hotel aceptable».
Las últimas actuaciones de mejora ambiental realizadas en las marismas son, igualmente, parte del presente. «Tenemos cinco graveras en Jaitzubia y una en Plaiaundi, con el fin de que pueda criar el chorlitejo chico. En Gipuzkoa hay 40 parejas reproductoras. Es un ave que está en el catálogo vasco como especie vulnerable y aquí pretendemos apoyar la cría».
Se ha instalado, asimismo, una estructura artificial «para nidificación del avión zapador y cajas-nido para que el martín pescador pueda criar, porque, aunque durante algunos años no lo ha hecho, históricamente ha criado aquí».
Entre las actuaciones de mejora, el técnico de las marismas de Txingudi citó, también, el encharcamiento de una zona de Plaiaundi para ciertas plantas, odonatos (libélulas), sapo corredor y otros animales como el visón europeo, del que hay una cita segura y otra probable en Plaiaundi.
El futuro del humedal
De cara al futuro, a los técnicos del parque ecológico les gustaría que se avanzara en la restauración de dos grandes áreas: «Una es lo que llamamos 'la trasera' de Plaiaundi, una zona de 4,63 hectáreas, con la que casi duplicaríamos la extensión de San Lorenzo, una laguna intermareal que ha funcionado estupendamente», explicó Luengo. «Con ello conseguiríamos que grandes especies de aves como la espátula, la grulla y los ánsares sedimenten tranquilamente y puedan estar aquí. Ahora tienen problemas debido a que la distancia de seguridad no es la apropiada». .
Otra zona que merece la pena restaurar es la que hoy ocupa la náutica y una empresa de áridos, «porque mejoraría la conectividad entre Plaiaundi y Jaitzubia, desahogaría la conexión y al final facilitaría esa transición lineal que hay entre la marisma alta de Jaizubia y la marisma media baja de Plaiaundi».
La otra gran área pendiente de restauración es la que ocupan hoy en día las instalaciones deportivas de Plaiaundi (pista de atletismo y campo de rugby). Para abordar la recuperación de esta zona «hay dos planes con pros y contras para cada uno de ellos. Uno es inundar con agua dulce. Sería bueno para la reproducción de muchas especies, para que sedimentaran con más tranquilidad, porque la distancia de seguridad aumentaría», explicó el técnico. «Ganaríamos en estabilidad en el manejo del sistema de agua dulce, para poder amortiguar mejor las perturbaciones de origen natural».
La otra opción es «inundar con agua salada. Hacer marisma. Se volvería al aspecto originario, que también es importante».
De cara al futuro, se contempla, por otra parte, el proyecto de bidegorri y paseo peatonal que unirá las playas de Hendaya y Hondarribia y que se entiende como «una demanda social». Esta conexión « iría fuera de lo que es la reserva», explicó Alberto Luengo. «Intentamos que haya una gradación en cuanto a la intensidad del uso público. La gente que no es visitante del parque podría ir por el bidegorri y los interesados en visitarlo podrían dejar la bici tranquilamente en el parking y entrar».
Esta es la situación final a la que se aspira, un objetivo «que a corto plazo podríamos conseguir», aseguró Alberto Luengo. «Nuestro reto debería ser que esta situación se produjera, de aquí a unos pocos años. No me preguntéis cuántos, pero creo que esto lo tenemos que ver nosotros», concluyó.
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